29 de enero de 2011

Una experiencia literaria

Sé que al inicio de cada año existe la costumbre de trazarse una lista de buenos propósitos con la esperanza de cumplir al menos uno de ellos para cuando el año finalice. Estos buenos propósitos suelen servir para enriquecer la vida del proponente en alguna medida (sino, no serían "buenos" propósitos, obvio). También es común la broma de que llega diciembre y nos damos cuenta de que ninguno se cumplió, por lo que nos damos a la tarea de formular la dichosa lista otra vez, con casi (o sin el casi) mismo contenido.

Bueno, pues he aquí mi aporte al tema: no elaboré la lista. ;) Es evidente que comencé tarde el blog (ya estamos a 29 de enero, ¡vaya!) y es la primera entrada del 2011 que me digno presentar. Ninguno de mis otros blogs ha sido actualizado tampoco, ni he escrito reseñas. ¡Como si me hubiera olvidado de todo!

Pero tengo excusa. He pasado los últimos dos meses escribiendo como nunca. ¿La razón? Decidí que sería buena idea (lo decidí en noviembre) participar en dos certámenes de cuento cuyos plazos de entrega se distanciaban un mes uno del otro. ¡Cielos! ¡Qué maratón! ¿Tenía yo los cuentos listos? Pues no, para variar. Ambos certámenes exigían en sus bases que ninguno de los cuentos incluidos hubiesen sido editados, bajo ningún formato -incluyendo en línea-, y se esperaba que uno participara con una colección de cuentos, no con uno solo. Yo nunca había elaborado una colección propia ex profeso. Sí, tengo Por siempre otro y otros relatos (Leer-E 2007), que organicé en forma de colección, pero fue un poco más sencillo, pues incluí diversos relatos ya publicados en línea junto a otros que nunca había publicado. Vamos, que lo único que hice fue encontrar una conexión entre los relatos y colocarlos juntos, porque de alguna manera trataban de un tema general común.

En el caso de los certámenes la cosa se volvió más complicada. No tenía suficientes relatos ya escritos y que al mismo tiempo tuvieran alguna conexión temática, por muy tenue que fuera. Y no podía contentarme con escribir uno o dos. Necesitaba más.

Bueno, pues me mostré optimista. ¿No soy escritora "profesional"?, me dije. ¡Dale al teclado y deja de quejarte! Y en efecto, me di a la tarea de completar mis colecciones de cuentos, revisarlas y entregarlas. Para ello, organicé una estrategia. Escogí un cuento que ya tuviera escrito y que sólo tuviera que revisar (inédito, por supuesto) y a partir de su tema, imaginé otras historias de contenido temático conexo. Una vez que realicé un par de lluvia de ideas, escribí los argumentos esbozados, y comencé con el primero. Lo haría como lo hacen los alcohólicos anónimos cuando están decididos a dejar la bebida: uno a la vez. En el caso de ellos, es un día a la vez sin beber. En mi caso era un cuento a la vez. Cuando lo terminaba, me ocupaba del siguiente, sin preocuparme de revisar, esto con el fin de dejarlo reposar y revisarlos todos al final.

¡Vaya tarea! Lo que creí que sería sencillo, se convirtió en un esfuerzo titánico. Y puedo decir, con justicia, que aún no sé cómo hice para elaborar la segunda colección, pues ya al final sentía que todas mis neuronas fallecían exhaustas. En este momento, no tengo capacidad ni para revisar, de hecho, aún no puedo leer.

Pero reconozco que me siento satisfecha. No sé si voy a ganar, si alcanzaré la lista de finalistas o si seré ignorada por completo. Pero lo hice. Los escribí, los disfruté, los viví, los revisé, los leí, los volví a revisar y los envié. Recuerdo cada una de esas historias, tengo la imagen viva de sus personajes en mi cabeza, sé lo que pasó después de cada una, y aún recuerdo cómo las concebí. ¡Qué maravilla! Y lo mejor de todo: ¡no claudiqué! :) Si así va a ser este 2011, no puedo tener mejor lista de buenos propósitos que esta: escribe, escribe con ahínco y con amor, y disfruta mientras lo haces. Al final, sólo eso te habrá reportado la mejor de las experiencias. :)