29 de marzo de 2015

"Sueño profundo" en Lauraquijano.com

Hola. Ya está listo en mi sitio un nuevo relato para leer en línea. Se trata esta vez de Sueño profundo, que por ser un relato largo, estará dividido en dos partes. La primera parte está disponible a partir de hoy; la segunda, estará a disposición de todos los lectores el próximo lunes 6 de abril.

Sueño profundo relata las vicisitudes de una telépata retirada, Sasha Verona, que luego de un alejamiento autoimpuesto por causas personales, es llamada de nuevo a la acción por un viejo colega para que intente establecer conexión con su ex amante, antiguo compañero de trabajo y amigo entrañable de otro tiempo, que ha sufrido un terrible accidente que lo mantiene en coma. Sasha intentará comunicarse con su mente dormida para indagar las causas del dramático incidente y encontrar la manera de regresarlo a la vigilia, pero en el proceso, comenzará a descubrir que una historia más siniestra se esconde detrás de todo esto.

Sueño profundo ganó en su día (2009) un puesto entre los tres finalistas del XXI Certamen Literario Alberto Magno de Ciencia Ficción, de la Universidad del País Vasco, y así le fue reconocido con un certificado muy especial que me hicieron llegar entonces. Posteriormente, apareció publicado en la revista electrónica NG 3660, también en dos partes, y hoy vuelve a estar con nosotros desde mi sitio. ¡Espero que lo disfruten!

22 de marzo de 2015

Otro cuento: "Por siempre otro"

Lo prometido es deuda. =) Siguiendo con la publicación en mi sitio de los cuentos o relatos que han aparecido antes en medios electrónicos o impresos, esta vez inauguro la semana con Por siempre otro, el cual relata la historia de un brillante científico del futuro que se enfrenta a la oscura verdad de su pasado, en medio de una terrible crisis familiar.

Este cuento de ciencia ficción apareció por primera vez en la revista electrónica NGC 3660, allá por el año 2007, y luego fue seleccionado para integrar la antología española Fabricantes de Sueños 2008 (AEFCFT), colección que reunía lo mejor de los géneros fantásticos y de terror publicados en 2007. Más tarde, ese mismo año, y bajo el sello Leer-E, lo publiqué en mi colección propia Por siempre otro y otros relatos (2007). =)

Hasta el momento, además de Por siempre otro, están en lista:

El precio de la eternidad, donde un juez retirado debe resolver, de forma inesperada, el caso de un fantasma.

Mala copia, donde un científico cree haber resuelto sus problemas familiares y laborales con la creación de un clon que pueda sustituirlo, mientras él se dedica a proyectos propios, pero no se imagina que el resultado será muy contrario a sus deseos...

La próxima semana (lunes 30 de marzo de 2015), estará en línea Sueño profundo, que fue finalista del XXV Certamen Alberto Magno de Ciencia Ficción de la UPV de España en 2009.

15 de marzo de 2015

Un pequeño anuncio

Me detengo un instante para contarles que he decidido reunir en mi sitio los cuentos de mi autoría que han sido publicados a lo largo de estos años, tanto en medios electrónicos como físicos. De esta manera, quienes ya los conocieron alguna vez, tendrán la oportunidad de recordarlos =), y quienes no, de conocerlos. Algunos vieron la luz hace ocho años, otros, en cambio, son de hace unos tres años; algunos son de ciencia ficción, otros de fantasía, y creo que les hará pasar un muy buen rato. =)

Esta semana, he subido Mala copia, que originalmente se publicó en el no. 167 de la revista argentina Axxón en 2007, y El precio de la eternidad, que en 2006 ganó el 3er. lugar del concurso de jurado popular "Tierra de Leyendas VI", del portal de CF, fantasía, terror y misterio Sedice.com, y que en 2007 apareció en el No. 59 de la antigua revista electrónica española Aurora Bitzine. =)

7 de marzo de 2015

Personajes femeninos creíbles

No sé si Uds. han tenido la sensación de que leen una historia cualquiera y les parece que un personaje se repite muchas veces con diferentes nombres. Algo así como que Juan es exactamente igual a Pedro y éste a Rosendo y éste también es igual a Lope. O que Juan tiene todas las características que se esperan de un héroe, mientras que Pedro es un villano muy, muy malo y que se ríe mucho, o que Rosendo es el clásico segundón del héroe, graciosito y medio torpe que justifica su existencia por la necesidad de resaltar al guapote, encantador, siempre acertado Juan (el héroe). Y que Lope es el clásico anciano sabio, que habla de forma solemne, al cual Juan el héroe puede acudir para dilucidar el camino.

Apuesto a que sí se han encontrado con esos dos casos. Por un lado, se trata del personaje que se repite en esencia con diferentes nombres: seres acartonados, planos, que no te producen la sensación de que puedan existir. Parecen clones perfectos.

Por el otro lado, el segundo caso se refiere a los llamados personajes-tipo, los que cumplen con ciertos requisitos previos para formar una figura que se mueve a lo largo de la historia y que cualquier lector identifica de inmediato con solo que lee las primeras líneas.

Pues, bueno. Ambos tipos de personajes han sido abandonados por los escritores de forma consistente desde hace ya varios años, en especial, porque pronto se notó que estaban sirviendo de figurines sin dimensión ni interés para los lectores. Por eso, muchos autores han desarrollado los personajes “tridimensionales”, esos que parecen auténticos seres humanos, con ideas, pensamientos, emociones y contradicciones propios que nos hacen creer que realmente existen, que podríamos encontrárnoslos en cualquier esquina y que quizá hasta quisiéramos hacerlo. Son los personajes profundos, bien desarrollados, creíbles en todo momento, seguidos y amados u odiados por los lectores como si fueran personas.

En relación con este tema, hace poco la escritora Kate Elliot trató el tema de la creaciónde personajes femeninos creíbles. Resulta que muchos autores le preguntaron cómo podían crear personajes femeninos que resultaran tan creíbles como todos esos personajes profundos que ya (por fortuna) encontramos en muchas buenas historias, pues ha resultado que mientras los personajes masculinos se han profundizado con los años, los femeninos han continuado más o menos igual: o son clones, o son personajes-tipo.

No en todos los géneros es frecuente este fenómeno; y en realidad, Elliot se refiere principalmente a los géneros fantásticos (fantasía –en particular la épica-, y CF), donde el uso de personajes femeninos acartonados parece todavía vigente. Sin embargo, no es de descartar que haya este problema en otros géneros con características muy específicas, como el de la novela negra o la romántica, donde los personajes-tipo tienden a repetirse constantemente. Y, ¿por qué no?, también en alguna que otra novela dramática contemporánea.

De esta manera, según Elliot, para lograr una buena construcción de un personaje femenino en una historia (y la verdad, puede ser cualquier historia –digo yo-), lo que hay que plantearse en primer lugar es quién es y por qué es así ese personaje. O sea, el punto de partida a la hora de crear un personaje femenino es pensar en las mujeres como seres humanos, de la misma forma en que se consideran a los hombres, para lograr esa sensación de que realmente existen y que podrían hablarnos en cualquier momento.

Pero como ese consejo es tan general, la autora da tres trucos que podrían ayudar a un autor a construir un conjunto de personajes femeninos creíbles en su historia.

El primero es hacer que las mujeres interactúen entre sí. O sea, que hablen, que no solo se relacionen con hombres, sino entre ellas. Esto, por cuanto en muchas historias, aunque hay varias mujeres en puestos más o menos claves (pueden ser protagonistas, secundarias o aun terciarias), ellas solo se mueven en relación con hombres y casi no interactúan entre sí. Como en el mundo real las mujeres interactúan constantemente entre sí (sean amigas, enemigas, colegas, dependientes, empleadas, etc.), si se crea una fluida interacción normal entre los personajes femeninos, la sensación de verosimilitud será más pronunciada.

El segundo truco consiste en llenar los puestos de los personajes terciarios con suficientes mujeres. O sea, que si en la historia el protagonista se mueve en una ciudad, en un pueblo, o en diferentes escenarios, y todos los personajes terciarios (el dependiente, el secretario de la oficina pública, el policía, etc.) son hombres, la sensación de verosimilitud se perderá, pues en la vida real el número de mujeres presentes en distintos escenarios es muy elevado. Lógico, es la mitad de la población humana…

El tercer truco, el más complicado, es hacer que suficientes personajes femeninos de una historia existan por sí mismas, y no tanto en función de un personaje masculino. O sea, que algunos personajes femeninos deberían ser más que la víctima de un asesino, la chica violada, la sirvienta fiel, o la secretaria o la madre de un personaje masculino. Deberían poder existir de forma independiente y no en roles pasivos relacionados con hombres. Eso las haría también más creíbles, porque en el mundo real, las mujeres existen en sí mismas, aunque sean dependientes de hombres.

Revisando estas sugerencias, y algunas reflexiones más que la autora expuso en función del tema, comprendí por qué algunas historias producen mejor sensación de credibilidad que otras, y por qué a veces un personaje femenino se me ha hecho tan irreal, absurdo o poco creíble, y por qué en otras ocasiones, casi parece que podría conocerlo (sea que me agrade o no).

Un ejercicio interesante, si uno es autor. Y también ilustrativo, si uno es lector, porque en este último caso te vuelve más exigente…


¿Historias donde he encontrado personajes femeninos creíbles? En las novelas de Jane Austen, en las de George RR. Martin, en las de Agatha Christie (sí, por cierto que sí, es uno de sus puntos fuertes), en las de Suzanne Collins… =)

2 de marzo de 2015

Realismos, verosimilitudes y ficciones

Las modas vienen y van, algunas veces regresan intactas, otras se renuevan y disfrazan un poco para reinstalarse; y hay de las que parecen aferradas contra viento y marea. Y siempre se comportan de la misma manera: si uno se viste de cierta forma y parece impactar a los demás, todos los otros se van corriendo a imitarlo, sea que su elección resulte un auténtico acierto, sea que les luzca bien a ellos o no, sea que valga la pena el cambio. Por eso es moda, por lo superficial.

¿Creen que estoy hablando de vestidos y zapatos? Pues, poco importaría, porque en materia de libros, el comportamiento humano es muy similar, yo diría que igual. Si lo que está de moda son las historias con vampiros luminosos, hacemos, publicamos, vendemos y leemos historias con vampiros luminosos. Si lo que está de moda son poesías compuestas por palabras repetidas durante seis versos consecutivos, hacemos, publicamos, vendemos y leemos poesías compuestas por palabras repetidas durante seis versos consecutivos. Si lo que está de moda son microcuentos de tres líneas con final sorprendente y un lenguaje bizarro, pues… ahí continúa. El punto es que en literatura, tanto como en el vestido, como en técnicas médicas alternativas, como en políticas públicas de impacto, la moda sigue dictando su imperio. Y tal parece que quien no se ajuste a ella, es visto como el “raro”.

En los últimos tiempos, por ejemplo, más que las novelas de vampiros luminosos, he notado que la moda imperante, la Gran Tendencia, es la búsqueda desesperada y minuciosa del “realismo”: toda historia que se precie de ser “buena” debe ser “realista”, porque si no es “realista”, es una basura mercadológica destinada a ser consumida con rapidez y olvidada con más velocidad aún, y que no merece el apelativo de “literatura”. Realismo, realismo, realismo: debe imperar la “fidelidad” a la “realidad”.

De esta manera, las historias que causan mayor impacto en nuestros días suelen ser las que están “basadas en hechos de la vida real”, las biográficas, las históricas y, por supuesto, las dramáticas de la vida contemporánea. Pero, ojo, eso no significa que la literatura fantástica esté en retirada: ¡ni pensarlo! Lo que ocurre es que a la literatura fantástica también se le exige realismo. Así como se oye: la historia podrá contener hidras de muchas cabezas, magos poderosos y hechizos de sangre, pero debe ser “realista”, porque si no lo es, no se acepta como “buena”: no se sigue, no se recomienda, no se lee.

Lo que nos deja en una gran laguna de preguntas, de las cuales, la principal es: ¿qué estamos entendiendo por “realismo”?

Tengo la impresión de que “realismo” es para todos sus más afanados defensores, escritores o lectores, todo aquello que huela mal. Si cuento una historia “realista” esta debe contener sangre, sudor y lágrimas, en gran abundancia y despliegue. Debe haber personajes retorcidos y crueles, grandes traiciones y sufrimiento a granel, y por supuesto, jamás pensar en un final que no sea amargo, o al menos, agridulce (sea lo que esto signifique). Así, si la historia está “basada” en “hechos reales”, debe ser una historia amarga o trágica, o por lo menos muy triste, de algún enfermo terminal, de un soldado mutilado o algo por el estilo, porque contar una historia de una familia feliz, aunque esté basada en hechos reales, no sería “realista”. Igual sucede con las novelas históricas, que suelen abordar períodos del pasado cargados de dramas… Claro que en este rubro es mucho fácil hallar épocas históricas repletas de sangre y sufrimiento, pues el ser humano ha sido muy generoso a la hora de llevar tragedia a sus congéneres, todo hay que decirlo.

En cuanto a los dramas contemporáneos, naturalmente impera el sufrimiento, la muerte y la desgracia. La novela negra, por ejemplo, no sería lo que es si su detective principal o su investigador, no fuera un tipo sufridísimo y acomplejado cargado de demonios y otras variantes del sujeto “complejo”. Y aquellas novelas que sin ser negras abordan dramas políticos o sociales, con denuncias incluidas, también se precian de escarbar en lo más podrido del drama humano, con el afán de ser “realistas”. Y, ¿qué se puede decir de la literatura fantástica? Lo mismo: la sangre, la depravación, la crueldad y la traición deben imponerse en la historia, so pena de ser juzgada de “fantasiosa” (¿???).

Vamos a ver. ¿Es realista suponer que el “realismo” solo compete a la parte más podrida de la realidad? ¿De verdad es creíble que vivimos en este mundo en medio de sangre, corrupción y muerte? Ni siquiera en los países donde la situación política es realmente grave, donde impera la falta de gobierno y de comida, donde hay vandalismo y asesinatos a diario, ni siquiera ahí dejamos de encontrar muestras de solidaridad, apoyo y confianza, ni siquiera ahí se desvanece un juego infantil ocasional, una lucha que vale la pena resaltar, un triunfo de la vida sobre la muerte. ¡Ni que decir tiene de todos los demás, donde la vida diaria es difícil, pero no imposible! Por favor, la realidad es mucho más variada, multicolor y polifacética que la podredumbre insistente de los “realismos” de moda.

Un sujeto “complejo” no necesita cargar con demonios para ser complejo. Un ser humano normal, sin traumas infantiles ni tragedias familiares, es lo suficientemente complejo en sí mismo como para ser protagonista de una historia interesante. El arte del escritor sería pode mostrar esa complejidad sin recurrir a los clichés “realistas” de moda. (Sí, lo siento, ya son clichés: todo el mundo los usa).

Esto, por cuanto el arte del escritor no estriba en su capacidad para mostrar escenarios o personajes “realistas”, sino verosímiles: o sea, historias que nos permitan a los lectores creer en ellas.

Seamos, ahora sí, realistas. Ninguna historia, por muy sangrienta o podrida que esté, es fiel a la realidad, como pretende esta moda que ya va durando demasiado. Nada puede “calcar” la realidad, porque ésta es tan inmensa que no puede ser abarcada por ningún ojo. Puede ser representada en partes, con ayuda de la imaginación y la sensibilidad de un escritor, pero necesariamente, el resultado será tan solo un mundo ficticio que querrá representar no la realidad tal como es, sino la realidad tal como la ve el escritor y como la imagina auténtica o posible.

Toda historia es ficción, toda, sin excepción. La misión del escritor es convencer al lector de que esa ficción puede ser sentida como auténtica, como creíble, de que puede imaginar que entra en ella y la vive. O sea, convencer al lector de que firme un pacto, en el que el lector acepta que está leyendo una ficción como si fuera real.

Esto significa que no es necesario incluir siempre sangre, sudor y lágrimas. De hecho, la hiperabundancia de estos elementos está tornando las historias actuales en calcos unas de las otras, en clichés repetidos hasta la saciedad que terminarán por aburrir a todo el mundo. No incluirlos se convertirá entonces en un desafío: en una auténtica transgresión a una moda persistente que inunda toda la literatura actual.

Al menos, hasta que aparezca la siguiente moda, claro. ;)