¿Cuál es la polémica? La que a mí me llamó la atención se originó en la entrada de un blog. Se llama "El declive editorial y el empoderamiento del autor". A primera vista suena potente y por lo que dice, hasta muchos podrían considerarlo "inspirador". A mí me pareció panfletario, sesgado y más tendencioso como manifiesto que como reflexión fría sobre un fenómeno actual y relevante para el futuro de la literatura. En resumen, el artículo hace mención de que la gran industria editorial tradicional está en crisis, que su miopía artística está pasándole la factura, que su desprecio y su mal trato a los autores está provocando una huida generalizada de estos hacia figuras de auto publicación, tanto en papel como electrónica, y que en general es bueno que así ocurra, porque la mercantilización excesiva, el abuso de la selección de publicaciones basado en las tendencias comerciales y la indiferencia hacia lo nuevo, lo verdaderamente artístico y los autores originales ha corrompido la literatura. Para el articulista eso está a punto de terminar, pues cree que el autor se apodera ahora de un nuevo lugar en el panorama: él es el dueño de su destino, de la mayoría de sus regalías, del rumbo de sus publicaciones y de los mecanismos por los que estas llegan al público de su elección.
Dice el articulista:
"En el nuevo paradigma el autor ha sido empoderado visible y definitivamente. En el panorama del antiguo paradigma, el autor era el componente menos recompensado por sus labores, convirtiendo el oficio del escritor en uno de los más ingratos, económicamente hablando. En el pasado escenario el autor recibía un 10% de las regalías sobre ventas y a veces menos. La venta de sus libros dependía de la inversión en publicidad y distribución que la editorial decidiera asignarle a sus títulos. Los distribuidores reciben los títulos a un 30% y hasta un 40% de descuento del precio de venta. Entraba en esta encrucijada jugador más: el librero, quien recibe del distribuidor (o de la editorial) esos mismos títulos bajo un considerable descuento también. Como bien dijera la especialista editorial Marcela Landres, dentro de este modelo, el escritor, el componente principal de la línea de producción, solo podría empezar a devengar ingresos significativos por su trabajo a partir del millón de libros vendidos, una proeza nada fácil."
Bien. Eso sonó bonito y hasta motivador. Y cuando uno termina de leer el artículo hasta cree escuchar trompetas triunfales que anuncian el advenimiento de un nuevo orden mundial, donde las grandes editoriales caen como castillos de naipes, destruidas por su propia miopía, su egoísmo y su abusivo tratamiento de la literatura como un producto comercial marcado por tendencias y donde las pequeñas editoriales que se avengan a tratar con respeto al autor y sobre todo, donde el autor es quien marca la pauta de su trabajo, y tenemos más justicia y mejores obras literarias. Ya no más literatura "boba" comercial apadrinada por editores preocupados por tendencias, sino Buena Literatura, de todos aquellos autores nuevos, innovadores y originales que fueron rechazados por las grandes.
Terminadas las trompetas, sin embargo, llegamos a la realidad. ¿De verdad es posible creer semejante promesa de un Mundo Mejor?
Yo, al menos, no lo creo así. Las cosas nunca son tan sencillas ni tan fáciles, ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos. Vamos por partes:
1. Creo que la edición digital es parte fundamental de un nuevo orden mundial, ciertamente. Apareció y llegó para quedarse. Es lógico, considerando el avance de la tecnología de las comunicaciones, la fuerza de Internet y el mercado virtual y la necesidad de racionalizar el almacenamiento y el traslado de productos alrededor del mundo. Quien no se adapte al advenimiento de la edición digital no podrá sobrevivir como negocio o como artista. Nadie. Ni las grandes, ni las chicas ni los autores. Eso es un hecho y mejor aceptarlo desde ya. ¿Significa que en sí misma pueda destruir el modelo viejo?
2. Lo anterior no significa que las editoriales grandes, y para lo que estamos, las pequeñas también, no puedan adaptarse. Cualquier gran editorial que asuma el reto de la edición digital y lo explote de manera inteligente sobrevivirá y seguirá siendo grande. Tiene los recursos, tiene los canales y hasta puede ahorrarse los costos. Y sospecho que eso veremos en el futuro cercano y lejano. Algunas desaparecerán, otras permanecerán fuertes y otras incrementarán su poder.
3. Que una editorial haya privilegiado tendencias, ¿significa que siempre sacrifica la buena literatura? En otras palabras, ¿los buenos escritores siempre se verán rechazados por las editoriales y tendrán que asegurar su camino por medio de la auto publicación? Por supuesto que no. Claro que es lógico que una compañía que debe invertir en costos de producción, distribución y pago de salarios tenga que contemplar objetivos de ganancias. Por tanto, es lógico también que si descubre una veta de ingresos altos la explote hasta donde le sea posible. Todo editor con necesidades de pagar facturas ve con buenos ojos un best seller. Sin embargo, tanto en las grandes como en las chicas se sabe que si bien se puede sobrevivir con libros más o menos comerciales, el gran best seller nunca es predecible. Lo saben y lo buscan, y a veces se dejan llevar por las "tendencias", lo que no siempre les genera buenos resultados. Ya sabemos que ha habido grandes fiascos y pésimas decisiones editoriales. Y también sabemos que otras veces se ven premiados por grandes éxitos en ventas. Eso no significa que los que rechazan sean en su mayoría buenos libros.
La verdad es que la mayoría de los libros rechazados son malos. Y no hablamos desde un punto de vista "comercial" o de "tendencias". La mayoría son malos como libros, como literatura. No son artísticos, ni siquiera están bien escritos. Y la mayoría de los autores que sufren el rechazo no lo quiere aceptar. Antes, cuando autopublicar era difícil, la mayoría de esos autores se quedaban con las ganas. Hoy en día, con la llegada del blog, de la edición digital y el abaratamiento relativo de la auto publicación, la mayoría de esos autores malos rechazados se ven con la posibilidad de publicar sus malos escritos. Entonces, el número de publicaciones ha aumentado, por supuesto, y de manera dramática. Lo que no ha aumentado es la calidad. Solo tenemos más libros malos circulando, eso es todo.
¿Es posible que algún buen libro haya sido injustamente rechazado y que gracias a la auto publicación digital alcance su público? Sí, claro. Alguno que otro es un buen libro, cierto. Pero... encontrarlo entre un mayor número de libros malos circulando en su entorno no hace que sea fácil. Puede que lo dejemos pasar de todas formas.
4. Digamos que es un autor bueno y escribe buenos libros, pero por razones mercantilistas y miopes de los editores que consultó se ve rechazado. Digamos que consigue llegar a la auto publicación y por tanto se hace dueño de sus regalías, de su destino. ¿Cuál destino es ese? No es nada halagüeño ni sencillo.
Escribir una obra es un arte de difícil dominio. Requiere dedicación y práctica constante, por lo que obtener una obra de calidad aceptable solo se logra después de años de trabajo. Escribir bien es entonces aún más difícil. Pero digamos que se tiene la obra.
Hay que revisarla. Hay que revisarla bien y ojalá por alguien que no sea su autor.
Hay que diagramarla, conseguirle una buena portada si la quiere hacer disponible en impresión bajo demanda, o dominar el arte de la edición digital y asegurarse de que puede ser descargada bien por cualquiera.
Entonces, hay que publicitarla. Y si alguno de ustedes pensó que era tarea de un día darla a conocer entre millones de libros similares pululando por Internet, en un medio en que lo del día anterior ya es historia y lo que importa es lo del minuto presente, en medio de nichos selectivos de temas, en medio de competencia brutal de otros medios de entretenimiento, están seriamente equivocados. Si creyeron que publicarla para impresión bajo demanda era cuestión de subirla a la agencia y sentarse a esperar... están creyendo en cuentos de hadas.
El tiempo que necesita la promoción de un libro es ENORME. Se necesita dedicación, horas de trabajo y recursos. Se necesita paciencia y astucia. Se necesita arte de mercadeo y arte de publicidad. Se necesita saber de Internet y también de promoción fuera de ella. Se necesita ser capaz de sustituir una larga cadena de profesionales y ser mejor que todos ellos juntos. Y aún así, se necesita ser resistente al fracaso, porque puede ser que aunque devengues hasta un 90% de tus regalías, estas se reduzcan a las producidas por 10 libros vendidos en cuatro o cinco años. O sea, nada.
Al final de un largo proceso en el que el autor es empresario y mercadólogo, publicista y diagramador, lector profesional y corrector, y además, conferencista y presentador, ya ha dejado de ser autor.
5. ¿Hay quienes lo han logrado y si ellos pueden, "yo también puedo"? Por supuesto que sí, pero eso se aplica a todo. En la publicación tradicional y en la no tradicional, en la digital y en el papel, en la cocina y en la venta de chayotes, también. No todos los grandes autores del pasado fueron "independientes". Muchos de ellos fueron publicados por casas editoriales. Desde ese punto de vista, si ellos pudieron, "yo también". Y si muchos fracasaron, yo también.
El "empoderamiento" del autor no es una panacea que resuelve problemas, es una realidad que crea otros. Y no nos salva de la literatura boba, nos inunda de ella. El editor de verdad, el que colabora con el autor para la producción de un buen libro no es una figura de impresión mercantilista: es una auténtico filtro de calidad que es capaz de potenciar la buena literatura. Puede equivocarse, porque es humano, pero también puede ser el gran facilitador del libro como arte.
Entonces, ¿qué necesitamos en esta era nueva de grandes cambios? Que los buenos editores salgan a la luz y se adapten al sistema, no que desaparezcan. Los autores que puedan y quieran ser "independientes" (o sea, sin editor) que lo hagan. Algunos tienen éxito, la mayoría no. Algunos son buenos, la mayoría no. Eso hay que aceptarlo también, pues no cambia con que los editores estén o no estén. Pero si están, hay más posibilidades de que los lectores tengan acceso a los buenos libros.
Las grandes editoriales han cometido y siguen cometiendo muchos errores. Pero también han acertado en muchos casos, muchísimos casos. Atribuirles la culpa exclusiva por la invasión de malos libros es faltar a la verdad. Muchos de sus libros serán mediocres, sí, pero todavía es posible encontrar en sus catálogos títulos que bien valen la pena y que se merecen el lugar que ostentan. Las editoriales pequeñas, sin embargo, pueden ser el futuro del libro digital/impreso/movible de los nuevos tiempos, pues tienen la posibilidad de tratar con los autores en planos nuevos de innovación y mutuo respeto, pero no son tampoco la panacea de todos los bienes. El panorama es complejo y está lleno de incertidumbres, por lo que los manifiestos panfletarios siempre serán una gota de malas promesas que es mejor leer con filtro. Sí, con un editor interno que deberíamos aprender a despertar en nosotros mismos antes de creernos genios incomprendidos y autores injustamente rechazados por el capitalismo.