Naturalmente, es lo ideal: que tu historia llegue a ser algún día parte de la vida de otros, no que se quede a dormir el sueño de los justos en la oscuridad de algún cajón o, más modernamente, en un archivo viejo de tu computadora. La mayoría de los escritores queremos que nuestros textos sean leídos por gente real, y no solo por un Lector imaginario escondido entre sus líneas.* Y cuando eso pasa, nos sentimos alcanzados por la grata sensación de logro, de triunfo.
Pero también, al mismo tiempo, nos acomete, o al menos a mí me asalta una rara sensación de soledad: la historia se fue de mis manos, ya no me pertenece del todo, ahora es también de quienes la lean y la incorporen a sus propios pensamientos. Es un deber dejarla ir, porque así debe ser con todo proyecto o trabajo que uno emprenda, por mucho que lo ilusione y lo ame. Hay otras historias, otros proyectos y otros trabajos que seguirán a ese, y también te crearán problemas, te llenarán de dudas y, a la vez, de satisfacciones. Y asimismo, los dejarás ir...
En fin, que Señora del tiempo había salido de mis manos un 31 de julio de 2014. Había vuelto a mí, por supuesto, porque me decidí a leerla otra vez, pero ya publicada. Es una sensación espléndida, no leerla en la computadora o en las pruebas de la editorial, sino lista en su presentación final. Pero ya se había ido de mis manos como escritora.
Luego vinieron presentaciones, conversatorios y comentarios sobre ella. También llegaron las opiniones de algunos críticos, y por supuesto, las de los lectores, que a lo largo del tiempo le han dedicado horas de lectura y de pensamientos. Muchos de ellos eran inesperados, porque tocaban temas que jamás imaginé que hubiera deslizado en mi historia, pero que al final descubrí que sí los había abordado, de forma inconsciente. Otros estaban conectados a temas que yo había abordado con toda intención. Fue un periodo intenso, hermoso... pero la novela se había ido. Me dediqué a otras historias, otros personajes, otros desafíos. Proseguí con otros proyectos y otros trabajos, mientras mi Señora del tiempo seguía su propio camino.
Hasta que llegó de nuevo una oportunidad de reencontrarme con ella, siempre como lectora, y más, como vieja amante. En estos últimos meses, he participado en el proyecto Voces de la Prosa Nacional junto con otros autores costarricenses. En cada evento, cinco o seis de nosotros leemos fragmentos de nuestros textos a un público general y compartimos un momento de esparcimiento y reflexión en torno a los libros y, en cierta forma, a nosotros mismos. Ha sido en esos momentos cuando me he reencontrado con Señora del tiempo: he vuelto a pasar sus páginas, a recordar las vivencias de sus personajes y, de paso, a recordar las propias cuando la escribía o cuando estaba a punto de hacerlo. Y ha sido especial. Reconfortante, hermoso. =)
Aquí dejo un enlace a un video del evento de ayer viernes 21 de abril, en la Librería Internacional (Mall San Pedro), cuando leí unos fragmentos de Señora del tiempo. =) Hubo otros (en Librería Lehmann en San José, en el Jazz Café en San Pedro), y habrá más. Ha sido una experiencia reconfortante.
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*Digo la "mayoría", porque siempre hay quienes no lo desean en absoluto y no se preocupan jamás por publicar sus escritos, pero de ellos sabemos poco, como es lógico.