13 de diciembre de 2008

El "bueno"

Me resulta interesante observar (y muchas veces lo he notado) que cuando se comenta una historia, corta o larga, la gente suele preferir el personaje malvado sobre el "bueno" aunque no siempre le guste un final "triste". He notado que se le suele tildar al "bueno" de "aburrido", o "predecible" o incluso, "estereotipado". En cambio, el "malo", aunque sea realmente estereotipado o predecible, suele recibir mayor número de seguidores. ¿Por qué será así, siendo un hecho que en nuestra vida diaria -real- no nos interesa en absoluto trabar relación con auténticos "malos", llámense asesinos, terroristas, traficantes o simples ladrones? Si disfrutamos la historia de un asesino en serie que suele escapar limpiamente de la policía, ¿no es cierto que nos alegramos cuando uno de esos verdaderos cae en manos de la justicia y son setenciados a prisión -incluso a la muerte? ¿Entonces? ¿Qué es lo que sucede con el "bueno"?

He de confesar que yo gusto de los "buenos". Los "malos" cuando están bien conseguidos me impresionan, me agradan como contrapuntos, me resultan interesantísimos, pero nunca suelen alcanzar mi simpatía al punto de desearles el triunfo. Siempre deseo, internamente, que gane el "bueno". Pero sí acepto que una enorme cantidad de "buenos" pueden resultar muy aburridos.

En mi caso, la razón principal por la que un "bueno" me aburra o me decepcione es que el autor crea que para hacerlo "bueno" tenga que hacerlo "tonto". ¡Brrr! Es desesperante. Si los "buenos" de la vida real fueran tan tontos como lo son en muchas historias, hace mucho tiempo que no habría civilización. ¡Por favor! No es una condición sine qua non para ser "bueno" ser idiota. ¿Cómo es posible que no sepan "ver" lo que cualquier persona decente en la vida real vería sin problemas? Ése es un punto.

Otro punto defectuoso en muchos "buenos" es que suelen carecer de facetas oscuras. Claro que reconozco una labor concienzuda a ese respecto en muchos autores actuales. Se han abocado a crear "buenos" mucho más convincentes, pues, sin dejar de ser buenos en esencia, pueden mostrar defectos naturales y facetas oscuras. No hablo de un personaje ambivalente, que a veces es "bueno" y a veces "malo", no. Hablo de un auténtico "bueno" que resulta ser un ser humano antes que un ángel.

Otro punto: la apariencia y la condición físicas. Así como antes todos los "buenos" (en particular ellas) eran bellos hasta lo increíble, hoy en día todos tienen que ser gordos, o tener la nariz torcida, o poco pelo o una enfermedad incurable. Detesto la obsesión reinante en estos tiempos de que no pueden existir personas guapas en las historias que a la vez sean "buenas". Pienso que una razonable proporción realista de personas guapas y no guapas en una historia es suficiente. En la realidad, hay muchas personas de muy buen ver que no son malvadas ni escalofriantemente hermosas, y que suelen comportarse como buenos ciudadanos. Así que, crear un "bueno" que tenga una agradable aspecto no ha de ser un pecado, como tampoco hacerlo menos agraciado de lo normal, si se justifica en la historia. Suelo detestar los personajes creados ex profeso para inspirar lástima. No me parecen "buenos", ¡me parecen tramposos!

Un personaje "bueno" que sepa inspirar simpatía, que pueda resultar interesante, que se equivoque sin ser estúpido, que tenga sentido de lo práctico y que sepa mentir de vez en cuando ha devenido en uno de los mayores desafíos de una historia en estos tiempos. Quiero crear "malos" interesantes y contendientes convincentes. ¡Y está resultando más fácil el primero que el segundo!

¿No es una situación que se ha vuelto irónica?

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