26 de diciembre de 2008

Sólo... ¡Feliz Navidad y un magnífico Año Nuevo!

¡Feliz Navidad a todos! Y que el año que casi comienza esté lleno de satisfacciones y promesas cumplidas...
¡Saludos!

20 de diciembre de 2008

¿Plagio o inspiración?

Recorriendo en son de paseo la red, me topé con una pregunta llamativa: ¿Eres un plagiario involuntario? Me pareció tan sorprendente que me detuve a leer lo que el autor de la pregunta proponía y me sumergí en una discusión interesante. Era un foro de escritores.

Todos estaban de acuerdo, en líneas generales, lo que un plagio es. Yo compartía el punto de vista general: me parece obvio que copiar en parte o en su todo una obra ajena se identifica como plagio y el ofendido (es decir, el autor al que hemos copiado su trabajo) tiene todo el derecho de demandarnos por la infracción grave a una de las nociones más elementales de los derechos de autor. Pero, ¿qué ocurre cuando el plagio es involuntario?

Me pregunté: ¿acaso existe semejante cosa? Hubo quienes adujeron que copiar elementos o nociones de otra obra ya es un plagio. Pero, ¿qué son "elementos" o "nociones"? ¿Cómo separar lo que es propio del autor de lo que pertenece a la comunidad ("propiedad comunal")? Pues alguien argumentaba que no es posible la originalidad absoluta. Siempre tendremos un referente en el que nos habremos basado, inspirado o impulsado.

Yo pienso lo mismo. Los referentes son necesarios. Casi todos los escritores han comenzado por ser grandes lectores. Y los autores a quienes han leído suelen reflejarse de alguna manera en sus obras, sin que por ello debamos pensar que los están plagiando. Si me gusta mucho Tolkien y escribo una historia sobre elfos, ¿estoy plagiando a Tolkien? ¿De qué manera, si los elfos, para empezar, tampoco fueron creación del propio Tolkien sino que él los tomó del imaginario popular? Las líneas entre la inspiración y la copia pueden diluirse si hilamos delgado.

Alguien alegaba que un verdadero plagiario involuntario suele ir más allá de tomar los referentes culturales y utilizarlos de forma activa en su historia. En realidad, suelen ser fanáticos fervientes de algún autor, quienes en su afán por homenajearlo, piensan que están emulándolo, cuando simplemente lo están copiando. Y utilizan sus historias, sus personajes y sus conceptos para escribir a su vez obras propias. No copian un trozo de su obra directamente, pero al inundar su trabajo con tantos referentes terminan por copiarlo.

El ejemplo no estaba mal. Recordé esos cortos filmados que abundan en la web con los personajes y escenarios de La Guerra de las Galaxias de George Lucas. Son realizados por fanáticos, y hechos con verdadero cariño, tanto, que suelen quedar bastante bien. Pero el hecho es que están copiando la obra de Lucas. Sin embargo, mientras no lucren con eso, el autor los tolera. Los considera "homenajes".

Entonces, ¿dónde estribará la diferencia? Porque los homenajes también existen. Yo creo que está en la claridad. Si yo preparo un cuento y digo abiertamente que está basado en la Tierra Media de Tolkien, al citar a la fuente directa, no puede decirse que estoy plagiando. Será un homenaje. Y es muy importante no pretender lucrar con él, a menos que los herederos de Tolkien me hayan permitido hacerlo. El problema principal sucede cuando me baso en la obra de alguien para construir algo mío y luego lo presento como si todo hubiera venido directamente de mi cabeza. Aunque no pretenda plagiar, estoy haciéndolo. Y lo del lucro sigue siendo vital.

Otra cosa es utilizar elementos comunes. Elfos, dragones y duendes pertenecen al imaginario popular y todo autor puede usarlos. Marcianos, robots y máquinas para viajar en el tiempo, igual. El psicópata asesino en serie, el detective borrachín y hasta el jefe de policía corrupto son clichés sociales. No hay plagio en usarlos. No puede haberlo. (Cuidado, eso sí, si nuestro policía muestras rasgos sospechosamente iguales a los de Simenon, por ejemplo. Allí entra el plagio). Los elementos comunes son comunes precisamente porque no tienen un autor único ni identificable y forman parte del gran tapiz que es la cultura, un referente omnipresente en todo escritor y en general en todo artista.

Cuidado entonces con los plagios involuntarios. Por más que nos guste Frodo, no debemos crear un protagonista igual a él. Por más que nos guste el doctor Watson, guardarse de inventar un doctor Pérez exactamente igual. Amar a nuestros autores favoritos es una cosa, copiarlos es otra...

13 de diciembre de 2008

El "bueno"

Me resulta interesante observar (y muchas veces lo he notado) que cuando se comenta una historia, corta o larga, la gente suele preferir el personaje malvado sobre el "bueno" aunque no siempre le guste un final "triste". He notado que se le suele tildar al "bueno" de "aburrido", o "predecible" o incluso, "estereotipado". En cambio, el "malo", aunque sea realmente estereotipado o predecible, suele recibir mayor número de seguidores. ¿Por qué será así, siendo un hecho que en nuestra vida diaria -real- no nos interesa en absoluto trabar relación con auténticos "malos", llámense asesinos, terroristas, traficantes o simples ladrones? Si disfrutamos la historia de un asesino en serie que suele escapar limpiamente de la policía, ¿no es cierto que nos alegramos cuando uno de esos verdaderos cae en manos de la justicia y son setenciados a prisión -incluso a la muerte? ¿Entonces? ¿Qué es lo que sucede con el "bueno"?

He de confesar que yo gusto de los "buenos". Los "malos" cuando están bien conseguidos me impresionan, me agradan como contrapuntos, me resultan interesantísimos, pero nunca suelen alcanzar mi simpatía al punto de desearles el triunfo. Siempre deseo, internamente, que gane el "bueno". Pero sí acepto que una enorme cantidad de "buenos" pueden resultar muy aburridos.

En mi caso, la razón principal por la que un "bueno" me aburra o me decepcione es que el autor crea que para hacerlo "bueno" tenga que hacerlo "tonto". ¡Brrr! Es desesperante. Si los "buenos" de la vida real fueran tan tontos como lo son en muchas historias, hace mucho tiempo que no habría civilización. ¡Por favor! No es una condición sine qua non para ser "bueno" ser idiota. ¿Cómo es posible que no sepan "ver" lo que cualquier persona decente en la vida real vería sin problemas? Ése es un punto.

Otro punto defectuoso en muchos "buenos" es que suelen carecer de facetas oscuras. Claro que reconozco una labor concienzuda a ese respecto en muchos autores actuales. Se han abocado a crear "buenos" mucho más convincentes, pues, sin dejar de ser buenos en esencia, pueden mostrar defectos naturales y facetas oscuras. No hablo de un personaje ambivalente, que a veces es "bueno" y a veces "malo", no. Hablo de un auténtico "bueno" que resulta ser un ser humano antes que un ángel.

Otro punto: la apariencia y la condición físicas. Así como antes todos los "buenos" (en particular ellas) eran bellos hasta lo increíble, hoy en día todos tienen que ser gordos, o tener la nariz torcida, o poco pelo o una enfermedad incurable. Detesto la obsesión reinante en estos tiempos de que no pueden existir personas guapas en las historias que a la vez sean "buenas". Pienso que una razonable proporción realista de personas guapas y no guapas en una historia es suficiente. En la realidad, hay muchas personas de muy buen ver que no son malvadas ni escalofriantemente hermosas, y que suelen comportarse como buenos ciudadanos. Así que, crear un "bueno" que tenga una agradable aspecto no ha de ser un pecado, como tampoco hacerlo menos agraciado de lo normal, si se justifica en la historia. Suelo detestar los personajes creados ex profeso para inspirar lástima. No me parecen "buenos", ¡me parecen tramposos!

Un personaje "bueno" que sepa inspirar simpatía, que pueda resultar interesante, que se equivoque sin ser estúpido, que tenga sentido de lo práctico y que sepa mentir de vez en cuando ha devenido en uno de los mayores desafíos de una historia en estos tiempos. Quiero crear "malos" interesantes y contendientes convincentes. ¡Y está resultando más fácil el primero que el segundo!

¿No es una situación que se ha vuelto irónica?

6 de diciembre de 2008

El "malo"

En estos días me puse al día con la nueva temporada de "Héroes", la serie de televisión de NBC que trata sobre mutantes con poderes supernaturales. Siendo una especie de reformulación de X-Men, no podía evitar tener las consabidas batallas entre el bien y el mal y este tipo de cosas. Siendo una típica serie de Hollywood, no podía evitar las parafernalias, los peligros ingentes, las bombas y la necesidad acuciante de tener que "salvar al mundo". Sin embargo, y pese a lo consabido, le reconozco que me entretiene y me intriga y la sigo como alternativa al estrés cotidiano. También me ha proporcionado algunos puntos de reflexión entorno al diseño de situaciones y personajes. Uno de esos puntos se refiere al "malo".

Es usual, MUY usual que en las novelas o en los cuentos aparezca ese magnífico personaje encargado de hacer fracasar al héroe, de ser todo lo egoísta posible y de hacer sufrir al resto de personajes por métodos cual más ingenioso. Es, por supuesto, el "malo". Sin "malo", muchas historias podrían caer en el aburrimiento o fracasar por completo. Sé, claro está, que las hay sin "malo", pero no son la mayoría. El "malo" es un personaje maravilloso, y sin embargo, pienso que es uno de los más difíciles de concebir y diseñar de forma convincente. ¿Por qué?

Pues... ¡es tan tentador diseñar a un tipo rudo, agresor, intrigante, que se ríe de forma ignominiosa! El problema es que ese tipo de malo suele ser ya una pro-forma: un estereotipo. Puede ser bonito o feo, pero no tiene una pizca de bondad o compasión. Es, simplemente, el malo. Y con él arrastramos una cadena de personajes planos poco interesantes que se han convertido en cliché y que amenazan con convertir nuestra historia en cuento de folletín de escasa calidad. ¡Brrrr!

Hoy se espera que el malo sea mucho más complejo de lo que a simple vista se aprecia. Que su maldad tenga una justificación convincente. Que proceda de alguna fuente lógica. Por ejemplo, en la tercera temporada de Héroes me ha gustado descubrir que el "malo" era mucho más complejo de lo que parecía, y aunque con las limitaciones de una saga efectista muchas de sus complejidades tienden a diluirse, resulta un intento de profundización que he de reconocerles a los guionistas. En el caso de la literatura, pondré otro ejemplo: En la saga fantástica Canción de Hielo y Fuego, por ejemplo, el autor se regodea con personajes oscuros, quienes sin embargo, manifiestan complejidades muy interesantes que los alejan de los estereotipos. Entonces los malos no son exactamente tan malos como parecían... ni los "buenos" tampoco. Salvo contadas excepciones.

¿Que Sauron en El Señor de los Anillos es un malo "perfecto"? Sí, es verdad, pero la calidad literaria de este libro estriba en su tono épico y no tanto en su desarrollo de personajes. Sin embargo, Sauron es un personaje interesante, pues más que el "malo" es el Mal, en su pureza. Y los malos son seres pequeños, sujetos a deformaciones, invadidos de envidia o codicia, como los hombres que cayeron bajo el hechizo del Anillo o aquellos que se sienten tentados por él. En otras palabras, personajes bastante más complejos. (Incluso pensemos en la lucha interna terrible que Frodo ha debido afrontar).

¿Qué tipo de malo podemos diseñar para nuestra siguiente obra? No me negarán que resulta una tarea harto interesante y llena de desafíos. ;)

23 de noviembre de 2008

Manejando la crítica

No es esta la primera vez que pienso en este tema ni será la última. Además, estoy segura de que habrá miles de reflexiones parecidas a lo largo y a lo ancho de la red y hasta en revistas especializadas (o no tanto). Pero igual, le voy al tema.

Hace poco publiqué una nota sobre nuestra iniciativa ¡Jodido Lunes! Era -y es- una manera de dar a conocer relatos que ya han pasado la prueba de un certamen literario y que por alguna razón u otra no tuvieron la suerte de colarse entre los finalistas, pero que tal vez posean la suficiente calidad para ver la luz de una publicación espontánea. Sin ánimo de criticar, por supuesto, al jurado del certamen en cuestión. Hemos aceptado humildemente el veredicto y esperamos poder apreciar los cuentos finalistas una vez éstos se publiquen, de cuya calidad no dudamos. Y esto lo digo por cuanto es bastante común -y me da pena haberlo comprobado en otras oportunidades- que muchos autores se sienten heridos profundamente cuando sus escritos son rechazados o no tomados en cuenta tanto por jurados como por editores. Reaccionan como si su genio fuese incomprendido y como si los demás cometiesen el peor de los pecados de no aceptar la maravilla que han escrito. Es una manera, pues, de no saber manejar la crítica.

Pienso que la crítica es necesaria. Uno de los peores errores que todo profesional puede cometer es el de pensar que todo lo sabe, que siempre está en lo correcto y que todo cuanto hace o ejecuta está exento de defectos. Al contrario. Todo buen profesional debería estar abierto a la idea de que puede equivocarse, por más esmero que emprenda en no hacerlo, y que tal vez el error estribe en los conceptos mismos de su planteamiento o ejecución. No es nada de lo que debería avergonzarse. Más bien es la oportunidad de aprender del error y de ganar sabiduría. Sí, sabiduría. Capacidad para reflexionar de forma equilibrada sobre los problemas y situaciones que se nos presentan en la vida y tener la cordura de hallar la solución sin lastimar a nadie. Pero no siempre -o más bien diría, casi nunca- puede uno solito darse cuenta del error. Casi siempre es preciso que alguien más se lo indique. Y es aquí cuando entra la crítica.

En nuestra profesión de escritores creativos (sonó bonito, ¿eh?) la crítica puede herir sensibilidades. Después de todo, pretendemos crear arte y el arte suele teñirse de un alto contenido de subjetividad. Escribir una novela o un cuento no es como redactar un informe técnico cuyo contenido se apoya en multitud de pruebas y otros soportes objetivos. ¡Qué va! La historia que narramos nace de nuestra imaginación, de nuestros deseos y temores, de nuestras subjetividades. Gustará o no. Envolverá o no. Causará impacto... o no. Y es ese "no" el que más solemos temer los escritores creativos.

Ahí es cuando se impone la humildad y la conciencia de nuestra limitación humana. Escuchar la crítica, apreciarla, ponerla en contexto. Puede que no estemos de acuerdo con ella, pero siempre será bueno prestarle atención. Puede que nos señale una verdad, nos marque un hito, a partir del cual sepamos ser mejores, crear mejores obras, ser más leídos. ¿No se trata al fin y al cabo de nuestro principal objetivo?

Ser leídos.

¡Ah, qué brillante momento! Qué satisfacción saber que nuestro trabajo rinde frutos cada vez mejores y que encontramos la manera de ser buenos en nuestro oficio.

La crítica es, entonces, una de nuestras principales herramientas, en particular la crítica razonada, la que explica los porqués, la que expone sin alusiones personales qué encuentra de defectuoso en nuestro escrito. Esa crítica. :)

8 de noviembre de 2008

De nuevo, la mecánica de los concursos literarios

Bien, primero que todo: ¡he vuelto! (las incidencias de la vida diaria son a veces inevitables, inposponibles y hasta urgentes). No me he ido porque no quisiera estar aquí, sino porque las responsabilidades diarias están primero (casi parezco seria).

Ahora que estoy por aquí, mi tema inevitable será: ¡Jodido Lunes! Su historia es curiosa, yo diría que inédita, y hasta casi cómica, pero lo que creí una broma se ha convertido en una experiencia única. Participé, por primera vez, en el concurso de fantasía, ciencia ficción y terror "Domingo Santos". Mi relato, de tipo fantástico, llamado Misión Inconclusa, había pasado por algunas revisiones en mi taller privado y pensaba que tenía algunas posibilidades de ser bien considerado. Desafortunadamente, el jurado no lo consideró digno de integrar la lista de finalistas y el 18 de septiembre pasado supe por un comunicado expuesto en Sedice.com que había sido excluido de dicha lista. El hilo que se abrió en dicho portal me di cuenta de que otros foreros de Sedice también habían sido excluidos y nos dedicamos entre todos a felicitar a los ganadores y a condolernos de nuestra "suerte". Como es lo usual en estos casos.

Pues bien... alguien dijo, medio en broma, que deberíamos juntar nuestros relatos "rechazados" y publicarlos por nuestra cuenta. Yo dije que no tenía inconveniente. Otros dijeron lo mismo.
De pronto, allí estábamos, varios cuentistas "rechazados" del Domingo Santos, con relatos entre manos que no íbamos a enviar a más concursos, poniéndonos de acuerdo para integrar nuestros cuentos en una antología.

Y así surgió ¡Jodido Lunes! Antología del Rechazo. Con críticas destructivas incorporadas en su contraportada. ¡Increíble! Me he sentido muy divertida, muy bien. Se ha revelado como una experiencia única.

¿La calidad de los relatos? Pues a mí me parece alta, pero yo soy sólo una de las cuentistas integrantes de la antología. Quienes los lean por aparte y los valoren, me dirán.
Dejo aquí la dirección de Lulu:
http://www.lulu.com/content/4378194
y la de Bubok:
http://www.bubok.com/libros/4424/jodido-lunes-antologia-del-rechazo,
para todos aquellos que quieran adquirir o descargar la antología. En ambos sitios la descarga es gratuita, en formato pdf.

Así que... ¡allí está!

P.D. No consideramos en ningún momento que el jurado se haya "equivocado". Sin duda los finalistas se lo merecieron. Fue una muestra de buen humor. :)

30 de septiembre de 2008

La muerte también es un tema

Sea que despierte fuertes emociones de terror o miedo, sea que se la vea como la gran salvadora, como el último descanso o la peor desgracia, la muerte es uno de esos grandes temas literarios que pocas veces falta en cualquier género literario. Desde los poetas hasta los ensayistas, desde los dramaturgos hasta los novelistas o cuentistas, la muerte siempre ha estado presente, como tema, como personaje, como recurso, como reflexión. Y pienso que lo seguirá estando, pues no por casualidad suele ocupar las preocupaciones y ansiedades de la especie humana desde siempre y por siempre.

Claro que hay géneros para los cuales el tema de la muerte resulta obvio. En la novela negra es uno de los temas centrales, desde que el crimen es parte sustancial del desarrollo de las historias. Otro género en que la muerte es moneda corriente es el terror: allí inclusive puede convertirse en personaje. Los dramas o las novelas de denuncia social suelen girar entorno a la muerte, ya no como un desafío ni como un personaje siniestro, sino como una cruel realidad. Y en la novela romántica (la del Romanticismo literario, no la novela rosa de los últimos años) la muerte es el final lógico, incluso necesario, de los protagonistas.

En otros géneros, la muerte puede ser también tema aunque no resulte obvio. En la fantasía y en la ciencia ficción suele aparecer como recurso secundario o consecuencia natural de cierto tipo de acciones, pero en algunas obras se vuelve tema central. En la novela histórica suele ser visto como parte de la realidad que se describe, pero también puede ser usado como tema conductor. Igual sucede con las novelas psicológicas o las filosóficas.

Sea como se utilice, el tema de la muerte posee un enorme potencial de combinación con otros grandes temas, como el amor o el Destino, con los cuales puede (y suele) combinarse muy bien. En los best-sellers resultan una alianza muy lucrativa, pues casi no habrá thriller o novela rosa en la que el amor no se vea mezclado con la muerte o el Destino ¡o ambos!

¿Inspiración? En todo sentido. ¡A escribir, llevados de la pasión que despierta la presencia de la Muerte! :)

25 de septiembre de 2008

Otra gran tema: el Destino

Repasando los temas que mueven la literatura a lo largo del tiempo, me fijé en uno ineludible: el Destino. Sí, así, en mayúscula, pues el Destino como fuerza avasalladora e incontenible se encuentra en la literatura desde sus albores. Y por consiguiente, todas las posibilidades que conlleva: cumplir con él, retarlo, demostrar que no existe, demostrar que sí, hacerlo trágico, hacerlo sublime, hacerlo cómico. Y etcétera, pues podría inventar muchas combinaciones posibles en las que el Destino jugaría siempre un papel esencial.

Supongo que es fácil identificar aquellas historias clásicas en las que el Destino juega un papel preponderante, como los poemas épicos o las leyendas medievales. Pero según recuerdo, el Romanticismo rescató este tema, separándolo del racionalismo clasicista, y tornándolo tan intensamente interesante, que ha influido muchas historias hasta hoy. En estos días eclécticos, en los que muchos pensamos de muchas formas alternativas, el tema del Destino se halla en novelas, cuentos, poemas, películas, obras teatrales, pinturas, esculturas, y hasta en los anuncios comerciales, dicho con total descaro: "¡Este es tu destino!" Es una idea poderosa, qué dudarlo, y suele construirse historias trepidantes entorno a ella.

El problema, claro está, estriba cuando la historia propiamente dicha se vuelve cliché. Cuando ya sabemos de qué va y cómo terminará, casi, casi, como si fuese cosa de "destino". No es culpa del tema, por supuesto, sino de la falta de imaginación del autor en ese caso y no creo que sea justo denigrar la posibilidad de usar esta idea universal sólo porque algunos escritores la han sobreutilizado de forma escandalosa.

No soy partidaria, en lo particular, del destino. No creo en la fatalidad ni creo que alguien en particular esté "señalado" para cumplir con algún gran propósito. Sin embargo, como idea literaria suele gustarme mucho, no sólo cuando se cumple sino también cuando se le reta. Por ejemplo, pienso en dos sagas fantásticas muy exitosas en nuestros días que se ajustan a este tema: por un lado, Harry Potter, y por el otro, El Señor de los Anillos. La historia del joven mago gira entorno al cumplimiento de un destino: el protagonista y su alter ego, Voldemort, se verán enfrentados inevitablemente y fruto de ese enfrentamiento será la muerte inaplazable e inevitable de uno de los dos. Es un destino que se cumplirá, haga lo que haga el joven o lo que haga el mortífago. Y de hecho, el enfrentamiento final sucede, en efecto, en el séptimo y último libro de la saga. Un destino se cumple, fatalmente, sin desviaciones.

En El Señor de los Anillos, en cambio, aunque Aragorn es el rey "destinado" a regresar a Gondor, lo es en la medida en que él asume este rol y en completa dependencia de los acontecimientos que cincelan su mundo. En estos acontecimientos, nadie cumple un destino que no haya elegido por sí mismo y que no modele conforme avanza. Frodo, por ejemplo, que en modo alguno podría ser un Elegido, decide cada uno de sus movimientos y lo hace en libertad, sin destinos prefijados, aunque pudiera parecer que sí, y la consecución de su misión es objeto del azar en muchos casos y del poder de sus propias decisiones, en otros. La historia se desarrolla a veces a contrapelo de destinos fijados, a veces sin destinos claros. El Destino, que podría mover a Aragorn en una dirección, se desvanece, y es sustituido por la capacidad de libre elección.

Otras sagas fantásticas modernas manipulan el papel del Destino: por ejemplo, aparece apenas dibujado en una que aún no se ha terminado, Canción de Hielo y Fuego. Una profecía (éstas son magníficas en historias con Destinos) señala la venida de un príncipe prometido. ¿Se cumplirá? El príncipe en cuestión, ¿surgirá con la conciencia de cumplir un destino? En otra, en cambio, La Rueda del Tiempo, el Destino está tan fijo como grabado en roca y el protagonista, Rand Al'Thor, es víctima de él.

¿Existe el Destino fuera de las historias fantásticas o de los poemas épicos? Pues sí, claro. En la literatura romántica es casi reiterado. Algunas veces aparece en los géneros sobre criminales y ocasionalmente en la ciencia ficción. Ni qué decir de los dramas sociales o de las novelas históricas. No siempre con ánimo de defender su noción, pero interesante, como fuerza que mueve la acción.

Añadimos, entonces, a nuestra lista de temas a considerar: el Destino.

15 de septiembre de 2008

Grandes temas: el amor de pareja

El otro día me entretuve mirando un correo que recibí con una presentación de Power Point. Traía varios afiches de películas famosas de entre los años de 1940 y 1970 con sus respectivos temas musicales. Tanto los temas como los afiches correspondían a películas que jamás llegué a ver en la gran pantalla, pues yo no existía para entonces, pero ciertamente tuve ocasión de ver a una que otra en las constantes repeticiones de los canales locales, años después. Un sólo tema unía a todas, tratado desde puntos de vista cómico o dramático: el amor de pareja. Y me dije: ¿qué ocurre con nosotros que somos tan reiterativos?

Luego, me dediqué a ver y escuchar videos musicales en YouTube. De nuevo, el tema principal era el amor de pareja, visto desde todos los ángulos posibles y rematé la noche mirando con nostalgia el tema principal de Titanic. Por supuesto, todo el mundo sabe de qué va el famoso largometraje. Sí, sí, sobre el hundimiento del transatlántico, yo sé. Pero, ¿qué hizo tan famosa a esta película en particular sobre tantas otras que trataron el hundimiento del Titanic? ¡Pues la historia de amor! ¡Otra vez! ¿Qué sería de Titanic sin Rose y Jack? Nada: una más, de muchas. ¿Habría generado los 3 mil millones de dólares en ingresos que hizo esta película y que no ha sido superado por ninguna otra? No lo creo. Y todo por saber usar uno de los Grandes Temas.

Creo que fue Borges quien lo dijo (si no fue él, que alguien me corrija): hay tres grandes historias en el mundo, todo lo demás son detalles. Una de esas grandes historias universales, repetida hasta la saciedad una y otra vez, en todos los géneros artísticos posibles, es el amor de pareja: un hombre y una mujer (y un hombre con otro hombre o una mujer con otra mujer, por supuesto, al fin y al cabo es lo mismo). Puede ser visto con ilusión, o con amargura, con sentido de lo cómico o de lo trágico, en medio de una aventura o en la paz de un hogar de clase media, a bordo de un barco del siglo XVII o de una nave espacial en el siglo XXII, entre un viejo y un joven, entre dos jóvenes, entre dos viejos, entre dos niños, entre dos fantasmas, etc., etc., etc. El caso es que se repite, una y otra vez, y otra y otra. Y no nos cansamos de escribir historias que envuelven un amor de pareja.

¿Vale la pena incluirlo en alguno de nuestros escritos? No creo que haya que siquiera considerarlo. Apuesto que la mayoría de los escritores, sino todos, habrán escrito alguna vez, aunque sea una única vez, una historia de amor. Y muchas veces habrán incluido alguna para agregar "sabor" a una historia que tal vez se esté volviendo anodina o demasiado fría. Y a veces lo que parecía ser accesorio se tornó en principal...

No digo que toda historia narrada deba llevar una historia de amor. No hay que olvidar que hay otros dos grandes temas, ¿eh? Lo que digo es que este tema en particular trae consigo una fuerza demoledora, avasalladora y, todo hay que decirlo, inmensamente exitosa. El lector se suele sentir atraído por él, identificado, envuelto, y hasta afectado. Y por tanto, devora las historias que lo tratan, en especial aquéllas que lo supieron contar...

Después de todo, y a pesar de vivir en una época de cinismos, el amor de pareja, inclusive desde su punto de vista romántico, sigue conquistando corazones, y bolsillos, alrededor del mundo...

30 de agosto de 2008

Escribir en otro idioma

Una de las características que distinguen a un escritor es su impecable (se supone) dominio de la lengua escrita. Es algo así como que no puedes ser carpintero si no sabes usar una sierra o un martillo. Tan simple como suena. La lengua escrita es el único campo y la única herramienta en la que se desempeña el escritor y no dominarla no es concebible (lo de la computadora o la máquina de escribir es irrelevante: igual puedes escribir con un buen lápiz).

Ahora bien, imaginemos que tienes un oficio decente en tu lengua materna. Estás en etapa de desarrollar más bien un estilo, darle una impronta personal a tus escritos, ahondar en tu propia propuesta literaria, esto es, en la belleza de la palabra escrita. Si te desempeñas con éxito en los rudimentos de la escritura (gramática, ortografía, sintaxis), puedes jugar con ellos para crear obras literarias, las cuales son, en suma, el gran juego de las palabras. ¿Qué ocurre, entonces, si deseas desarrollar tu literatura en otra lengua? Las razones pueden ser meramente personales (digamos que te gusta esa lengua en particular o has leído muchos autores cuya lengua materna es ésa que te atrae) o pueden ser más objetivas (descubres que podrías tener un mejor desempeño profesional si pudieras escribir en esa lengua, o te has mudado a otro país y resulta más lógico desempeñarte en su lengua, etc.). El caso es que darás un paso grande, y gordo: después de todo, tu dominio puede no estar a la altura, y quizá te digan "Ni lo intentes. ¿Quieres hacer el ridículo?"

Hace unos meses pensé que no debía de ser tan imposible. Sí, no tengo aún ningún desempeño avanzado en lengua extranjera como para escribir, mucho menos si es para hacerlo en literatura, pero ¿por qué ha de ser tan imposible?

Pensé en el inglés. Leo literatura en inglés con notable facilidad. No comprendo cada palabra (lo cual a veces no se da ni en español), pero se me hace fácil entender los contextos y situarme en el mundo narrado sin obstáculos. Comprendo otros textos no literarios en inglés, en particular noticias políticas o artículos sobre temas sociales. Los textos científicos son más complicados pero no imposibles. Etc. Entonces, me dije: "Inténtalo".

Y lo intenté. Fue endemoniadamente difícil, pero MUY divertido. Escribí un cuentito en inglés llamado The creature in the garbage, que me salió sólo Dios sabe cómo pero que se da a entender. Creo que quedé sudando. Pero me confirmó en la idea de que podría hacerlo. Tendría que empezar casi de cero: estudiar a fondo sobre la escritura inglesa, leer aún más textos escritos en dicho idioma, analizar los párrafos, acostumbrarme a diferentes estilos. Y practicar. Practicar mucho. Luego, ya veré cuándo puedo lanzar el "producto".

Descubrí hace poco que otros escritores hispanohablantes han emprendido aventuras similares. No sé si habrán tenido gran éxito, o no. El caso es que si se divirtieron tanto como yo y aprendieron tanto como yo estoy haciéndolo, habrá valido la pena. ;)

23 de agosto de 2008

Música inspiradora...

No sé si a otros escritores les pasará, pero en mi caso sucede con cierta frecuencia: escucho una pieza musical, normalmente de estilo clásico o tipo "canto gregoriano", y me entra una nostalgia difícil de explicar. Nunca he padecido un suceso trágico o devastador, al contrario, he tenido una vida agradable (¡afortunadamente! No me gustan los problemas, palabra) y sin embargo, me siento nostálgica. Al instante surgen en mi mente diversas imágenes, normalmente de tiempos idos, de batallas perdidas, de seres solitarios, de campos devastados o más bien cubiertos de nubes oscuras. Y pienso: ¿dónde estará la historia que cuente lo que esta melodía me evoca?

Por ejemplo, tengo el viejo disco de ERA (ése que sacaron hace como diez años) y cada vez que escucho "Ameno" me pregunto cómo podría contar esa historia. Pero, ¿cuál historia?, me preguntarán. Pues ésa, la que cuenta la canción. El problema es que no comprendo la letra (nunca me he molestado en buscarla) y lo que verdaderamente me llena o me sacude es la música y la entonación de las voces humanas con los instrumentos. Me da la impresión de servir de fondo para una historia triste, melancólica, de ambientación medieval o antigua.

Otro ejemplo lo tengo en otro viejo álbum: Storm, de Vanessa Mae. Casi todas las melodías de este disco son capaces de hacerme vagar en historias extrañas, pero la que se lleva las palmas es la última: The Blessed Spirits, que siempre, no sé por qué, me susurra los eventos de una larga marcha a lo largo de un llano árido, azotado por el viento y un ejército que ha perdido una batalla crucial. También me sugiere otras escenas, como la de un viejo habitante de los muelles de una orgullosa ciudad protegida por diques, el cual enfrenta la desolación de una batalla perdida de antemano contra el mar, cuando éste, embravecido e incontrastable, destruye uno a uno cada dique, en medio de la más terrible tormenta que la ciudad ha conocido a lo largo de su historia. El viejo lobo del mar, sin miedo y con arrogancia, lucha contra los elementos, dispuesto a salvaguardar su hogar o a morir en el intento. Por supuesto, ustedes se imaginarán el tipo de final que una pieza tan triste puede tener...

Melodías grandiosas, sugestivas, poderosas... ¿No sirven siempre de inspiración extraña? ¿Como si desafiaran mi incipiente pluma a escribir esa historia que pueda esculpir en palabras lo que la música ya describe con grandeza?...

Terminada la pieza, me sumerjo en la añoranza y me pregunto una vez más si algún día seré capaz de escribir esa historia...

18 de agosto de 2008

El tiempo

Hace unas semanas leí con interés la entrevista que le hicieron al conocido escritor de ciencia ficción y fantasía George R.R. Martin, el cual ha tenido un gran éxito con su última saga de fantasía (Canción de Hielo y Fuego). En una de las preguntas que le hacían, confesaba que le resultaba difícil conciliar las temporalidades de los personajes. Es decir, mientras en el capítulo X pasa Y a un personaje Juan de los Palotes, en el capítulo XI pasa Z a otro personaje Fulano de Tal, pero suponiendo que ambos están viviendo sus respectivas vivencias al mismo tiempo. Entonces, de pronto te das cuenta que en poco más de veinte páginas apenas ha transcurrido una hora o un día, mientras luego caes en otro capítulo que da cuenta de varias semanas o meses de agitada acción. Para el escritor ha pasado el tiempo, pero para los personajes no. O para el escritor no ha pasado el tiempo mientras que para los personajes sí. Y vienen los enredos, las incongruencias y los descalabros.

Leyendo lo que decía, no pude menos que darle la razón. ¡Cuántas tribulaciones no deja el manejo del tiempo dentro del mundo narrado! Recuerdo que en mis aventuras literarias pasadas en más de una ocasión hube de detenerme y releer cuanto había escrito, pues había perdido la noción del tiempo y cuando creía que ya debían haber pasado como tres semanas en realidad si acaso habían transcurrido dos días. ¡Menudo embrollo! De vuelta a reconsiderar los hechos, a ajustar las reacciones, a pensar en qué era verosímil que ocurriera en esos tres días, etc.

Justo en este momento en que me hallo a la altura del capítulo XX (o algo así) de mi nueva novela en gestación, acabo de tropezarme con este interesante punto: tenía la impresión de haber descrito acontecimientos sucedidos a lo largo de muchos días, cuando apenas se estaban concretando veinticuatro horas desde el inicio de las acciones hasta el punto en que me detuve. Y volví a sorprenderme, a mirar casi con desaliento que no puede ser de otro modo y que todo sucede en el momento en que debe suceder: Fulano no puede decir eso precisamente porque aún no puede saber lo que Sutano está haciendo: ¡ambos están en el mismo punto temporal!

¿Serviría un cronograma? Pienso que sí, si los acontecimientos son complejos y los cruces temporarles ajustados. No hay por qué ser orgulloso y pretender que todo puede estar en tu cabeza. Adelante: dibuja el croquis, apunta los hechos, las horas del día y de la noche y sé consecuente. ¡El resultado puede ser en verdad redondo! :)

31 de julio de 2008

Géneros muertos

Supongamos que ya nos decidimos, que tenemos una historia claramente perfilada en nuestra mente y que nos abocamos a narrarla como mejor podemos y queremos, concentrados en la secuencia apropiada de los hechos, en el diseño realista de los personajes, en la buena medición del tiempo, en el uso adecuado del lenguaje, en fin, nos dedicamos a la tarea monumental de escribir una obra literaria y de hacerlo bien. ¿Hemos decidido ya el género en el que nos hemos de desenvolver? Humm... tal vez no.

En realidad, no creo que sea esa una decisión muy consciente en la mayoría de los casos. Me explico: Primero surge la historia, estalla en la cabeza. Luego podemos decidir a qué género pertenecerá, según se vaya desarrollando. Si es que es importante, porque tal vez no lo sea. ¿Habremos de echarnos atrás si nos damos cuenta de que el género en el que nos desenvolvemos no es apropiado? Pero, ¿apropiado desde qué punto de vista? Uno es el punto de vista comercial, del que ya me he extendido largo y tendido (A propósito de temas anteriores, en que uno como escritor conscientemente se introducía en géneros populares para ganar dinero -aunque tal cosa nunca está garantizada-, quizá sí sea importante definir el género en el que desarrollaremos nuestra historia). Pero hay otros puntos de vista, estrictamente literarios. Pensaba en uno: es que dicen que hay géneros "muertos".

El término no viene de mi cabeza. Ni por un momento se me ha ocurrido pensar en géneros "muertos", aunque puedo suponer a qué se refiere. Siempre me figuré, al menos, que los géneros literarios que han fallecido serán aquellos que no tienen cabida dentro de nuestra sociedad, por su naturaleza misma. Pienso en los relatos épicos de dioses y otros seres actuando como si hubiesen vivido. O cierto tipo de poesía medievalista. Claro que si me da la ventolera de escribir poemas épicos, el género no estará taaaan muerto como se pensaba, pero no creo que sea yo quien los resucite.

Sin embargo, el otro día me tropecé con una discusión sobre si la ciencia ficción había muerto ya o no. ¿La ciencia ficción? Esto sí me sorprende. ¿No es un género literario muy acorde con nuestro tiempo y nuestra sociedad? ¿No vivimos rodeados de ciencia, peleados con ella, o en completa armonía con sus disciplinas? ¿No veneramos la ciencia -bueno, un poco menos que al comercio, claro-? ¿Cómo es posible entonces que un género que se inspira en ella y sirve a su vez de inspiración para ella haya muerto?

Luego miré mis relatos, la novela que escribo, las películas que se estrenan en el cine, desde las que son destinadas para públicos infantiles hasta aquellas que se encuadran en el terror también. Ciencia ficción. Se escribe, se lee, se mira, se escucha, hasta se juega -en videojuegos- ciencia ficción. No, no hay tal funeral. Está tan viva como nunca y sigue inspirando y maravillando. ¿Entonces...?

Tranquila, pues. Sigo adelante con mi historia. Total, que si yo, al menos, la estoy escribiendo y finalmente la culmino, no habrá muerte posible para el género en el cual se encuadra. ;)

19 de julio de 2008

Fronteras

Pensando a propósito de lo difícil que es vivir del arte, me preguntaba el otro día cuáles serían los límites que podría tener un autor desconocido para volverse conocido. Tal como he planteado en diversas ocasiones, no me parece en absoluto censurable que un autor literario quiera ser remunerado por sus escritos artísticos. En otras palabras, es perfectamente válido desde el punto de vista moral, que un escritor quiera que sus libros se vendan y solicite el pago de sus regalías como corresponda, en particular cuando ha firmado un contrato de edición con una editorial, empresa comercial como cualquier otra. De igual manera, los pintores venden sus cuadros, los músicos sus partituras, los cantantes las entradas a sus conciertos, etc. También he afirmado, y lo creo, que no hay ni debe haber tampoco imposiciones sobre los escritores, como expresé en la entrada anterior, acerca de los géneros a los que "debería" dedicarse, etc.

Ahora bien, superadas esas reflexiones, ¿dónde están los límites que nosotros mismos como escritores nos imponemos? De acuerdo. No venderé mis ideas a cambio de limosnas. Eso está clarísimo. Ni me volveré panfletario para congraciarme con un dictador, no hablamos de eso. Estoy pensando en nuestros entornos libremente comerciales, donde los autores suelen decidir sobre qué escriben y cómo lo hacen y las editoriales deciden cuáles aceptan y cuáles no (la mayoría). ¿Qué pasa cuando somos nosotros mismos los que caemos en la tentación de "probar suerte" con alguno de los géneros de moda, no porque nos gusten o nos llenen de ilusión, sino porque así pensamos que podremos tener más éxito? O peor aún, ¿qué pasa si se nos cruza por la cabeza dedicarnos a laborar en esos seudogéneros, productos comerciales, cuyas historias ya están prefabricadas, donde cada personaje tiene trazado su esquema y hasta podemos adivinar cuál será el final? Es decir, cuando decidimos que la única manera de salir adelante es escribir un "thriller" o una novela rosa.

Alguien puede decir que soy prejuiciosa. Pues no. He leído infinidad de novelas rosas (sí, lo confieso, lo he hecho, ¿quién no?) y sé por experiencia que una es exactamente igual a la otra, con algunas variantes argumentales cliché, pero con la misma sensiblería, el mismo lenguaje semi sensual o semi erótico, con las mismas metáforas, la misma chica hermosa y desolada, el mismo protagonista masculino fuerte, atractivo y absurdo, etc. Son esquemas, no se puede dudar. Y de los thrillers ni hablemos. Todos son más o menos cortados con el mismo molde. Si hasta algunos de los autores más clásicos han confesado que se les hace fácil escribirlos.

Entonces, allí tienes el dilema. Trabajas con esfuerzo denodado en tu historia, esa que amas y piensas con intensidad. Te documentas y elaboras. Piensas en los personajes, en las líneas argumentales, en los escenarios. Los reelaboras y los vuelves pensar. Y llegas a la conclusión de que por más que la adores, nadie te garantiza que el editor de turno la quiera comprar. ¡Vaya! ¿No sería más sencillo que escribiera un thriller o una novela rosa?

Humm... ¿es aconsejable? Si eres un decidido escritor de thrillers o novelas rosas y lo haces bien, pues, adelante, no hay problema. Pero si tus ansias literarias van más allá de los esquemas, ¿no te traicionas a ti mismo al abordar un camino que parece fácil? Vamos, tampoco es que estoy cazando estrellas con una cámara fotográfica, por favor, puedes pensar. Y es verdad. No se trata de que cambias de oficio. Es sólo que...

¿Y qué hay de las franquicias? Esas historias que se fabrican sobre mundos hechos por otros, imaginados por otros, mérito de otros. ¿No es un poco... trabajo de segunda? Todos recuerdan las historias de la Dragonlance como obra y creación de Margaret Weiss y Tracy Hickman, nunca se acuerdan de los autores que continuaron desarrollando la enorme franquicia originada en el universo creado por ellos. Por otro lado, también, si nadie te va a asociar a una franquicia y puedes hacer algo de capital con una de ellas, pues qué caray. Ya te darás a conocer cuando puedas publicar tus propias creaciones originales y te habrás impulsado...

No lo sé. ¿Estoy realmente en una frontera? Quizá no. Tal vez algún día, impulsada por la curiosidad, emprenda la tarea de probar con un thriller o una novela rosa y tal vez cambie mi forma de pensar al respecto de ellos o quizá me divierta, no lo sé. Entretanto, ¿hay fronteras así? Dejo la interrogante...

15 de julio de 2008

¿Y por qué no te escribes una novela de... ?

De entre la larga lista de consejos no pedidos que se le proporcionan a un autor novel (pues a los consagrados nadie los aconseja), incluyendo aquéllos de contar historias tomadas de la vida diaria inmediata del autor en cuestión, están los ineludibles de ¿Por qué no te escribes un cuento (muchos no están muy seguros de cuál es exactamente la diferencia entre cuento y novela) de...? Y pasan a formular el género de moda.

Sí, claro, los géneros literarios también se ponen de moda, como todo. Si la música, el cine, la ropa, los deportes y hasta los teléfonos se ponen de moda, ¿por qué no los géneros literarios? Hoy en día, por ejemplo, están de gran moda -entre los géneros narrativos- las novelas históricas y las novelas de "autoayuda". Entre las novelas históricas habrá que diferenciar aquéllas rigurosamente históricas de las que tan sólo toman un periodo en particular como pretexto para montar lo que llaman un "thriller" o novela de gran acción, suspenso y misterio combinados. La rigurosidad histórica entre estos últimos puede estar presente o no, eso dependerá del autor en cuestión. Pensemos en un Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet o en un El Código da Vinci de Dan Brown y sabrán a qué me refiero. El primero hace transcurrir la acción en el período histórico escogido. El segundo transcurre en el presente pero toda la trama, la intriga y las motivaciones de los personajes se basan en sucesos acaecidos en el pasado. Ambas pueden catalogarse como novelas de "acción".

En cuanto a las novelas de "autoayuda" sólo diré un nombre: Paulo Cohelo. Creo que ahora se entiende a qué me refiero.

El punto es, y con independencia de la calidad de las novelas que llenan los estantes de best sellers de la librería local (algunas serán excelentes obras literarias, y otras sólo pseudo-guiones cinematográficos convertidos en novelas), que cuando alguien conoce a un autor novel y desea que le vaya bien, nunca suele tardar mucho en recomendarle que escriba "algo" en el género de moda. Esto por cuanto se tiene la percepción de que un escritor es precisamente escritor porque escribe. Lo que escriba es irrelevante, lo importante es que eso es lo que mejor sabe hacer. Y supongo que es también una inconsciente transmisión del pensamiento moderno que identifica todo quehacer humano dentro del campo de las relaciones del mercado: dado que los libros se venden, habrá que hacer algo para volverlos atractivos, por tanto, si el mercado está pidiendo novelas históricas, por ejemplo, hay que darle novelas históricas. Así, nuestro amigo el autor novel dejará de ser desconocido y finalmente podrá vender una historia.

La respuesta, por supuesto, es predecible. La literatura es arte. Por supuesto que se puede vender, como se venden las otras obras artísticas, pero siempre hay una zona entre el deseo por vender y la inspiración artística donde las reglas del mercado tienen poco poder y donde un auténtico artista no puede hacer nada excepto rendirse a su arte. El consuelo es que a la postre, salvo excepciones (o pésimas decisiones financieras del sujeto en cuestión, lo cual es otra historia), el arte es premiado y aunque no parecía que llenara las "expectativas" comerciales del mercado, se acomoda en él y el artista sale triunfante.

Así que, invariablemente, cuando un autor novel recibe esta clase de consejos, los agradecerá con cortesía y no hará comentarios. La verdad es que sólo, en la intimidad de su relación con su historia, sabrá si puede o debe sumergirse en ese consejo...

(Este tema me plantea otras reflexiones, a las cuales me referiré en entradas posteriores)

9 de julio de 2008

Los libros más vendidos...

El otro día estuve curioseando entre las listas de los libros más vendidos del mes. No las encontré (al menos las del mes de junio) pero sí me topé con un agradable comentario a propósito de este tema y me trajo a la memoria varios pensamientos que he debatido en alguna ocasión con otros escritores, particularmente noveles o emergentes.

Uno de los pensamientos tiene relación con las emociones que tales listas provocan. Siempre hay un grupo de intelectuales (no todos lo son realmente) que las rechazan, calificando los libros que las componen de "literatura de segunda" y declarando que no hay buena literatura que guste a las "masas", por lo que nunca se la verá en las listas de los libros más vendidos. El argumento siempre me ha parecido cizañoso, tremendamente cargado de envidia y falaz, por añadidura. Envidia, porque la verdad es que a todos nos gusta la idea de ser aceptados, gustados, o al menos leídos. Si estás en una de esas listas, al menos la mayoría de los que compraron tus libros los habrán leído y posiblemente les habrá gustado. Eso es agradable para el amor propio y la moral del escritor. Envidia también porque integrar dicha lista equivale a ser remunerado por un trabajo que te apasiona. Todos sabemos lo difícil que es vivir del arte. Entonces, si logras vender tus libros al punto de aparecer en las listas de best-sellers, ¡lo lograste! ¡Puedes vivir de tu arte! (lo que implica no tener que involucrarte en trabajos laterales que no te gustan pero te dan de comer). Y falaz, porque muchos grandes libros de la literatura universal fueron a su vez grandes best-sellers en su tiempo, cuando aún no eran reconocidos por la crítica especializada como clásicos (incluyendo al famoso Don Quijote de la Mancha).

Otro pensamiento guarda relación con el aprecio social del trabajo artístico. Vamos a dejarnos de excusas: la verdad es que el oficio del poeta, del escritor, o como quiera llamársele, ha sido visto por las gentes "decentes" de Latinoamérica (y posiblemente en España) como no-trabajo. Eso, no-trabajo. ¿Eres escritor? Pues entonces no trabajas. Holgazaneas, pues los artistas son tradicionalmente "vagos". Ah, ¿eres redactor de un periódico? Entonces sí tienes un trabajo. Pero, ¿cuál es la diferencia? Una muy sencilla: en una recibes paga, en el otro no. Las cosas cambian cuando logras instituirte en figura, es decir, cuando tus libros se venden y se conocen con amplitud. En ese punto logras cierta respetabilidad y tu familia ya no te mira con desconfianza sino con admiración. Ah, ya sirves para "algo". Eres remunerado. Entonces no eras vago, eras artista incomprendido.

¡Qué injusticia! Es un prejuicio muy extendido, pero no deja de ser prejuicio y de ser injusto. El arte no surge del artista por "generación espontánea". Es el resultado de arduo trabajo -verdadero trabajo- y si al final se obtiene el éxito, suele ser bien merecido. Habrá sus excepciones, pero serán siempre excepciones que confirmen la regla.

El caso es que estar dentro de la lista de libros más vendidos te permite acabar de golpe y porrazo con el prejuicio social antes descrito, muy común entre tus familiares cercanos, y por ende te representa finalmente obtener algo del prestigio social que siempre poseen los trabajadores honestos y responsables.

¡Así es la vida!

4 de julio de 2008

Visiones 2008

¡Estoy de plácemes! Sé que no he estado muy puntual últimamente, pero es que he intentado mantenerme fiel al postulado "Si eres escritor, escribe" y no es precisamente una actividad que genere muchos espacios libres -en particular, si la combinas con tu trabajo habitual y tu familia-. Ahora tengo que hacer un alto y volver a llenarme de satisfacciones mil, pues he recibido una ESTUPENDA noticia: Mi relato (inédito) El último pozo fue seleccionado para integrar junto a otros catorce cuentos fantásticos la antología Visiones, que publica la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT). Según lo explica la propia Asociación:

"Desde 1992, la AEFCFT publica una antología de narrativa inédita. Los dos primeros volúmenes se llamaron Visiones Propias, para pasarse a partir del tercero a designarlos simplemente como Visiones más el año de su publicación. El antologista designado cada año tiene plena libertad para seleccionar a su gusto las obras a publicar. De esta manera se obtiene una selección singular, al tiempo que se dan a conocer los autores españoles y se fomenta la fantasía y la ciencia ficción."

Este año, la selección quedó bajo el encargo de los miembros de la Tertulia Valenciana, la cual dio noticia del fallo hoy mismo. Transcribo a continuación lo que dijeron:

"Una vez concluido el proceso, el Comité Seleccionador del Visiones 2008 ha decidido que los relatos integrantes del volumen sean (listados por orden alfabético de autor):

  1. Igual que refulgen las almas, de Elena Alonso Frayle
  2. La imposible mujer menguante, de Claudio Amodeo
  3. Hadas negras, de Fracisco Jesús Franco Díaz
  4. Oddvillage, de Ángel Guardiola Gómez
  5. Patricia y la caja IOOP, de Enric Herce Escarrà
  6. 357, de Jesús Jiménez Cáñada
  7. Topacio, de Graciela Lorenzo Tillard y Fabio Ferreras
  8. Hija de la gran musa, de Sergio Macías García
  9. El rastro perdido, de José María Pérez Hernández
  10. Sacrum Cosmica, de Daniel Pérez Navarro
  11. El último pozo, de Laura Quijano Vincenzi
  12. La Fundación, de Inmaculada Rumbau Talens
  13. En honor a Saram, de Andrés Torralba Ureña
  14. Ramas, de José Ramón Vázquez Peñas
  15. Tafiofobia, de José Ramón Vila Martínez

La portada será obra de Ricardo Adriansen Todos los autores deben haber recibido un mensaje anunciándoles el destino de su cuento. Si no es así es que algo ha fallado con la dirección de contacto proporcionada.

Quisiéramos reiterar nuestro agradecimiento a todos los autores participantes en la convocatoria. De los 242 relatos iniciales hemos tenido que escoger sólo 15, poco más del 6%, lo que da idea de la complejidad del proceso y de lo difícil de acceder a la selección final.

Esperamos que, en cuanto la tengáis en vuestras manos, disfrutéis de esta antología que consideramos de magnífico nivel, amén de un gran exponente de lo que puede dar de sí el cuento fantástico escrito en castellano.

El Comité Seleccionador del Visiones 2008"

Desde aquí extiendo mis felicitaciones a todos mis compañeros de selección, algunos de los cuales resultaron ser también compañeros de foros y otras contiendas (como al excelente Enric Hercé, al que he conocido como escritor en los dos TDL de Sedice.com y en sus interesantes artículos de portada) y decir que me siento doblemente honrada, pues con El último pozo serán dos los relatos que reciben el privilegio de ser publicados por una antología de la AEFCFT. (El otro fue Por siempre otro, en Fabricantes de Sueños 2008, como les comenté en la entrada anterior).

Así que... ¡Estoy de plácemes! :)

20 de junio de 2008

Fabricantes de Sueños 2008

En medio de tantas malas noticias que nos rodean -las de alcance mundial están negrísimas- y de las rutinas de la vida diaria, es bueno -es refrescante- recibir una buena noticia. Y esta semana, yo recibí una en particular reconfortante: mi relato Por siempre otro, que en algún momento pensé que no saldría de su hueco en la computadora, que luego repuntó para aparecer en NGC 3660 (¡enhorabuena!) y después se encargó de encabezar mi primera colección de relatos -cuya salida comenté semanas atrás-, repito, pues, mi Por siempre otro fue honrado con una selección prestigiosa en una no menos prestigiosa antología de relatos editados durante el año anterior, a cargo de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) y que se publica año a año: Fabricantes de Sueños.

Transcribo el comunicado de la AEFCFT:

Tal y como comentábamos hace unas semanas, terminó el proceso de selección de la Antología Fabricantes de Sueños 2008, editada por Pórtico: Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. Por ello, porque finalmente se está materializando este sueño, una vez más queremos volver a expresar nuestra gratitud por la confianza depositada en la mencionada antología (por extensión, también en el grupo seleccionador del año 2008: léase Carlos Alberto Gómez, Juan José Parera, Juan Manuel Santiago, Magnus Dagon, Miguel Ángel Puente y Pily B.).

Y sin más preámbulos, pasamos a haceros partícipes de los relatos (ordenados alfabéticamente), que compondrán la selección soñadora:

  1. - Aduya, de Sergio Parra (publicado dentro de la antología "Mensajes perdidos").
  2. - Blackout, de Jordi Armenol (publicado en la web de Libro Andrómeda).
  3. - Chalala, de David Mateo (publicado en MiasMa).
  4. - El comienzo de la partida, de J. E. Álamo (publicado por Grupo Editorial AJEC).
  5. - El hombre infalible, de Carlos Duarte Cano (publicado en Axxon).
  6. - El mazo, de José Mª Tamparillas (publicado en MiasMa).
  7. - Erundina salvadora, de Mª Concepción Regueiro (publicado por Alfa Eridiani).
  8. - Historia de Alexei, de Juan Antonio Fdez. Madrigal (publicado por Grupo Editorial AJEC).
  9. - La apertura Slagar, de Alfredo Álamo y Santiago Eximeno (publicado por NGC 3660).
  10. - La ciudad de los muertos, de Antonio J. Cebrián (publicado en Sinergia).
  11. - La mancha, de Laura Ponce (publicado en Aurora Bitzine).
  12. - La muerte interior, de Claudio Amodeo (publicado en Axxon).
  13. - Por siempre otro, de Laura Quijano (publicado en NGC 3660).
  14. - Procedimiento de rutina, de Ramón San Miguel Coca (publicado en El Sitio de Ciencia Ficción).
  15. - Servir al hombre, de Domingo Santos (publicado en Bem-Online).
  16. - Vlad, de José Ignacio Becerril (publicado en Ocio Joven).
  17. - Yamata-no-Orochi, de Sergio Mars (publicado en MiasMa).

Asimismo, hemos creido oportuno hacer mención de aquellos otros relatos y autores que se quedaron a las puertas de la selección. Ellos son:

  • - Anticuerpos, de Sergio Alejandro Amira (publicado en Alucinaciones.TXT).
  • - El mejor de los nombres, de Néstor Darío Figueias (publicado en NGC 3660).
  • - Nacimiento, de Raelana Sagan (publicado en Ocio Joven).
  • - Palabras robadas, de Manuel Mije (publicado en Aurora Bitzine).

Al resto de los colaboradores, gracias nuevamente por la confianza depositada en nuestro equipo y, sobre todo, por vuestras respuestas positivas tras la notificación definitiva. ¡Ese es el espíritu!

Y eso es todo por el momento,

Agradecidos saludos:

Los Seleccionadores de Sueños.

Pues no añado nada: Me siento honrada. :) Y esperamos tener ese tomo en nuestras manos para apreciar el resto de su contenido. :)

30 de mayo de 2008

Escribir por arte o por dinero

El otro día leí de nuevo la clásica discusión de si uno debería escribir sólo por amor al arte o si estaba bien, desde el punto de vista moral, esperar ser retribuido económicamente por dicha disciplina. Obviamente afecta a los escritores de literatura, pues lo único escrito que es arte es precisamente la literatura. Los demás, libros técnicos, de divulgación científica, de opinión política, etc., no pueden ser considerados dentro de este debate, pues es obvio que se trata actividades suplementarias a la actividad principal, cualquiera que sea (el desarrollo de una investigación, la aplicación de un plan de enseñanza, etc.). Son las obras literarias las que se enmarcan entre las artes y son las que podrían generar dicho debate.

Para mí no hay tal. Tú sigues una pasión. ¿Te gusta, te envuelve, te enriquece la escritura literaria? Adelante, pues. Desarróllala. ¿Vas a compartirla con otros? Bueno, hay dos maneras: escribiendo para divulgación gratuita (regalando, pues, lo que has hecho) o recurrir a la industria editorial. ¿Si cobro dejo de ser un artista y me convierto en un mercenario? ¡Vaya! ¿Y por qué? Si un médico socorre a un enfermo o a un herido, ¿es un mercenario por cobrarle después? Si un abogado salva a un hombre de dar con sus huesos en la cárcel, ¿es un mercenario después? Si un panadero, que posiblemente disfruta haciendo panes, pone sus panes a la venta, ¿es un mercenario? No creo que ninguno de tales supuestos puedan describirse como oficios mercenarios. Entonces, si un pintor pinta un cuadro magnífico y lo quiere vender, ¿quién lo califica de mercenario? Nadie. Y sin embargo, no deja de ser artista. Entonces, ¿por qué es obligatorio que un escritor de literatura se vea en la obligación "moral" de regalar libremente lo que tanto le ha costado -y que posiblemente ni siquiera ha sido gratuito, pues ha pagado por impresión, o por el papel, o qué sé yo- ?

Pienso que hay que saber separar la codicia del saludable reconocimiento remunerado de un oficio bien llevado. Una cosa es que un escritor dé rienda suelta a su vocación y escriba una obra que luego presente a una editorial, con la ilusión de verla difundida y leída por otros, a cambio de lo cual recibirá un reconocimiento remunerado (que esperamos sea justo); y otra muy diferente es que escriba lo que sea que le pidan sólo para ganar más dinero, sin importarle lo que esté haciendo en realidad. La segunda conducta, me parece, equivale a un comportamiento codicioso, no auténtico.

Así que, en lo que a mí respecta, basta de debates. Ningún artista condena su alma por intentar vivir decentemente de su pasión, llevada por él con autenticidad.

15 de mayo de 2008

Personajes planos vs. complejos

Mientras avanzo poco a poco en mis narraciones (que no es una, pues por alguna oscura razón uno logra embarcarse en muchas misiones), me detuve a considerar algunas observaciones que hace un escritor estadounidense sobre la escritura y diseño de los personajes, pues no es la primera vez que dicho tema me hace reflexionar.

En muchos foros de literatura, en particular aquellos que puedo considerar como más "serios", se menciona con frecuencia que los personajes "planos" se convierten en rémora para el avance de la lectura, porque no convencen, o porque no gustan, o porque aburren. También se utilizan los términos "esquemático", "tópico", "convencional" y otros. Muchas veces pensé: ¿qué puede ser esa característica horrorosa que convierte los personajes en figuras de cartón en vez de explotar llenos de vida en la mente del lector?

Después de mucho leer y considerar, parece que la falta de evolución es un defecto. Pero, me pregunté, ¿qué ocurre si es un personaje que no evoluciona? ¿Que se niega a cambiar? ¿Que se mantiene anclado en sus defectos, amarguras y desvelos? ¿O que es un ser lógico, que no ve razones para cambiar en ningún sentido y pocos son los hechos que podrían lograrlo? Después de todo, he conocido personas que a lo largo de años no han cambiado un ápice. Incluso, a veces han empeorado en sus peores defectos.

Pues el escritor de marras no otorgó demasiada importancia al factor "evolución". Más bien, tendió a considerar la verosimilitud del personaje como un aspecto más esencial en la confección que realiza el escritor. ¿Cómo podemos hacer verosímiles a nuestros personajes? Nuestro conferencista responde con una maravillosa lógica: tenemos que poder creer que existen. Que son reales. Que dadas ciertas circunstancias, podríamos toparnos con ellos y podríamos predecir cuál será su comportamiento después de haber leído tanto sobre ellos.

Verosimilitud, lo que nos llevaría a la profundidad. Un personaje verosímil no suele ser "plano". No puede. No es figura de cartón, es un ser vivo con vivencias, dolores y contradicciones. Con destellos de inteligencia y, ¿por qué no?, de estupidez también.

Es un desafío, pero debe ser asumido. :)

10 de mayo de 2008

El papel del escritor

Esta semana he estado reflexionando sobre la mejor manera de definir un personaje de ficción con carisma suficiente como para sostener una novela sobre sus hombros. Es decir, un protagonista, claro está. No es tarea fácil, pues muchas veces depende de la fuerza de dicho personaje la mitad del éxito de una historia, pues puede que estés contando un argumento interesante, lleno de sentido, pero si tu personaje se vuelve irritante o inverosímil, o pusilánime más allá del sentido del argumento, tu historia se va al traste en las primeras páginas.

Mientras reflexionaba sobre dicho punto y daba inicio a mi novela, me topé con un interesante escrito de una autora angloparlante llamada Robin Hobb, que hablaba sobre la trampa que representaba para un escritor dedicarse a esto que hago ahora, es decir, a bloguear. Y puede ser una trampa, desde el momento en que nos planteamos cuál ha de ser nuestro papel como escritores.

¿Cuál es la misión del escritor? Si hablamos de poetas, su misión será esculpir versos, transmitir emociones, sublimar reflexiones, calar hondo en las fibras sensibles de sus lectores al punto del éxtasis. La poesía me ha parecido siempre labor de pura emoción, pero con dominio frío del lenguaje, al punto que no se advierte que el trabajo ha sido metódico mientras se exaltan alegrías, penas y vidas.

Si hablamos de novelistas o cuentistas, la misión es otra: se trata de narrar historias. Develar página tras página, párrafo a párrafo, la vida secreta de una serie de personas y mundos ajenos a nosotros, en cuanto ficticios, pero que nos serán familiares en virtud del oficio del narrador. Si este oficio se revela insuficiente, la historia no habrá calado, la vida secreta no se habrá develado, su misión será inconclusa.

¿Y los ensayistas? ¿No es un papel de filosofadores, en parte, el que les compete? ¿No deben esbozar pensamientos enterosen párrafos de magnífica estructura?

En todos los casos, la labor de los escritores nos conmina a la permanencia. Nuestros escritos deberían ser hechos para perdurar, no para ser olvidados.

Y he aquí el quid de la cuestión planteada por Hobb: que los escritores podemos llenar nuestras bitácoras con nuestros pensamientos diarios, pero por sobre todo, debemos continuar con nuestra misión.

En cuanto a mí, recojo el guante. :) ¿Podré cumplir con la misión? Sólo el tiempo lo dirá.

6 de mayo de 2008

El arranque

Cualquiera hubiera podido decir que deberíamos comenzar por el "inicio". Que inicio y arranque puedan ser sinónimos, o tal vez no tanto, aunque el segundo da idea de necesitar más energía que el segundo, al final no importa. Lo que importa es saber por dónde comenzar.

He recordado inicios de libros que me han gustado y he llegado a pensar que muchos de ellos son geniales. Simplemente te ubican, sin necesidad de más palabras. Yo solía enfrascarme en largas explicaciones y a la larga hacían que la acción se demorara mucho en iniciar. O al menos la ubicación dentro del mundo narrado. Por tanto, ahora que me encuentro de frente a un nuevo proyecto, he vuelto a reflexionar sobre los inicios.

"On those cloudy days, Robert Neville was never sure when sunset came..." comienza I am Legend de Richard Matheson. De una vez, te encuentras al protagonista de frente. Y lo ubicas en un pasado de días nublados, que puede referirse estrictamente al clima o tal vez a algo más. "Lyra and her daemon moved through the darkening hall...", dice The Golden Compass de Philip Pullman (libro I de His Dark Materials), en la primera línea del libro. De nuevo te enfrentas al protagonista, te ubican en un espacio definido y te lanzan una interrogante: ¿qué diablos es un daemon?

¿Y qué puedo decir de The Hobbit de J.R.R Tolkien? "In the hole in the ground there lived a hobbit". Protagonista, modo de vida, ubicación. Todo en una simple línea. Y tienes que seguir leyendo.

El escritor, por su parte, una vez soltada aquella frase, se lanza a la acción. Muchas veces no puede parar (hasta tropezar con algún bloqueo, tal vez), otras veces será más pausado, pero habrá comenzado.

¿Cómo iniciar entonces una nueva historia? ¿En la paz, antes de los acontecimientos perturbadores? (Siempre hay acontecimientos perturbadores, o al menos, uno siempre los espera). ¿En medio de los acontecimientos perturbadores? ¿O una vez sentidas sus consecuencias?

Puedo quizá, comenzar así:

"Clara abrió los ojos aquella mañana y vio de pronto que su entorno se le antojaba diferente".

O algo por el estilo.

Me gusta así. :)

4 de mayo de 2008

Mercado potencial

En estos días leí dos artículos que me interesaron, por versar sobre hechos y situaciones que me afectan directamente. En uno de ellos se le hacía una interesante entrevista a un editor y en el otro se formulaba hipótesis acerca de la manera en que las pequeñas editoriales lograrían sobrevivir a pesar de los "peligros" que rodean al libro.

Con respecto al primer artículo (que mencionaba el hecho de que el mundo se ha hecho brutalmente competetivo, es decir, muchas opciones de entretenimiento y de transmisión de cultura le quitan lectores a los libros), en realidad no me sentí inquieta. No creo que un video juego o un televisor puedan realmente "quitar" lectores a los libros. Aquéllos que invierten horas jugando en una computadora no suelen leer de todas maneras. Si les quitas sus computadoras, encontrarán otros juegos en qué entretenerse, pero no volcarán sus miradas a un libro. Igual ocurre con los que adoran el cine o la televisión, o con aquéllos que disfrutan horas en un gimnasio o practicando algún deporte. Los libros, en ese sentido, siempre cuentan con un público.

¿Que los soportes tecnológicos -tipo Kindle- pueden desbaratar las editoriales? En absoluto. No se trata de alternativas al libro, sino de soportes tecnológicos distintos para los mismos contenidos. El Quijote en el Kindle o el Quijote en papel sigue siendo el Quijote. Y la gente no comprará el Kindle para jugar con él, sino para leer. Lo único en que se diferencia de los días de antaño es que si antes viajabas con dos o tres tomos impresos, ahora puedes viajar con varias decenas incluidas en el dichoso aparato sin que te represente más espacio o más peso.

No temo por la desaparición del libro. La información se obtiene en Internet, ciertamente, pero sólo de primera entrada. Cuando necesitas ahondar en ella, terminas por buscar libros de consulta o referencia, normalmente monografías o estudios. Y en cuanto a los demás, libros de literatura, ¡ah!, el material sigue reinando como hasta ahora. Lo único que ha desaparecido ha sido el estante destinado a las pesadas enciclopedias imposibles de actualizar, pues ahora son interectivas y se actualizan día a día en la red.

El artículo que sí me inquietó fue la entrevista con el editor. Es un editor del género fantástico (ciencia ficción, fantasía y terror). De acuerdo con lo dicho por él, al existir tantas editoriales la industria se ha vuelto más difícil y arriesgada que antes, por lo que, sabiendo que se disputan más o menos el mismo número de lectores en potencia que la única editorial de antaño, sólo se deciden por títulos que les garantizarán entradas monetarias importantes, que les permitan sobrevivir en el mercado. Esto es: poco espacio queda para el autor novel o desconocido. ¡Esas sí que son malas noticias! Pues si las editoriales grandes de por sí no publican a nuevos autores y si además de eso, las pequeñas ¡tampoco!, ¿qué haremos nosotros?

Poco, supongo. Cruzar los dedos no ayuda y lamentarse menos.

Pero no deja de ser inquietante.

2 de mayo de 2008

Los certámenes

¿No es de preguntarse por qué de pronto entre los planes de un escritor que se inicia debe contemplarse la necesidad de participar en cierto número de certámenes literarios? No creo que en el pasado la práctica de los concursos fuera tan extensa y variada como lo es ahora. Se dice, por ejemplo, que sólo en España se organizan unos 1500 concursos literarios al año, entre los organizados por editoriales, ayuntamientos, asociaciones, universidades, etc. ¿No es extraordinario? Pensando en mis planes para el 2008, no pude por menos que observar que ya estaba contemplando en mi "agenda" la necesidad de presentarme en algunos certámenes que me parecieron adecuados para mí, por su temática o por la extensión de los trabajos a presentar, o por la vía en que podían ser presentados.

¿Sirven de algo los concursos?, podría entonces preguntarme. Bueno, pues, claro que sí, me respondí en seguida. Te ordenan, te disciplinan y te obligan a depurar tu técnica. Eso es definitivo. Tienes que fijarte un plan de acuerdo con una extensión predeterminada y eso hace que aprendas a desarrollar la precisión del lenguaje, o la firme caracterización de los personajes, o la fortaleza de tus investigaciones previas. Si el concurso involucra las opiniones de los jurados, pues tanto mejor. Pues si no has sido exitoso, aprendes a saber exactamente por qué. No es fácil encontrar críticos honestos o ilustrados. A veces, algún buen amigo te hace el favor de leer alguno de tus relatos (no es probable que ocurra con una novela, pues son muuuy extensas), pero no siempre resulta útil, porque es posible que no quiera herir tus sentimientos diciéndote cuáles le parecen que son tus fallos (aunque le ruegues que sea lo más honesto que pueda), o no es aficionado a la literatura o al género al que te dedicas, por lo que no tiene suficientes referentes como para juzgar tu escrito, o simplemente todo le parece bien o todo le parece mal y no sabe decir por qué. En cambio, en un concurso que involucre la opinión del jurado, las críticas son desapasionadas y directas.

Ahora bien, la mayoría de los concursos literarios no involucra las opiniones de los jurados. Casi invariablemente reciben las obras a concurso, luego no dicen nada de nada sobre lo que está sucediendo, de pronto anuncian a los ganadores, porque esto y porque lo otro. Y destruyen las obras del resto de los participantes sin un mal comentario. Si te encuentras entre estos últimos, jamás supiste qué no hiciste bien. :(

Ese es un inconveniente.

Otro inconveniente es la dudosa honestidad del concurso en sí. Es de dominio público que algunos concursos grandes y famosos no son enteramente honestos. El ganador se conoce antes incluso de la convocatoria. ¡Vaya, pues! ¿De qué sirve entonces participar en algo así? Sin embargo, siempre queda la duda. ¿Será cierto? ¿O es leyenda urbana? ¿En cuáles casos sí y en cuáles no?

El tercer inconveniente es qué clase de jurado es elegido para juzgar las obras en certamen. Pues, puede que sea muy honesto, pero que hayan elegido como jurado a alguien que no es siquiera literato, ni sabe nada del género o de los géneros involucrados. Su opinión será entonces como la de otro cualquiera y posiblemente no sepa decirte por qué tu obra no "cuajó".

En fin. ¿Vale la pena emprender el camino de los concursos?

He pensado entonces que seleccionaré el certamen de acuerdo siguiendo ciertas reglas personales:

1. Que no me signifique una fuerte erogación de tiempo y dinero que no vaya a justificar el sacrificio. Por ejemplo, si el certamen me pide tres copias mecanografiadas por una sola cara y que deban ser enviadas en un plazo muy corto, y cada obra cuenta con unas 300 páginas, ¡madre mía! Mientras corrijo, mientras imprimo, mientras envío, y etc., ¡mejor envío la obra a tres editoriales!

2. Que convoque obras pertenecientes a temáticas o géneros en los que me sienta cómoda. ¡Nada hago con intentar ceñirme a un tema del que no sé nada o que no me interesa! Sería como traicionarme a mí misma como escritora y como artista. Escribes sobre lo que quieres expresar o sobre lo que disfrutas. Luego ves si se ajusta al certamen en cuestión.

3. Que no me desvíe de mis proyectos principales, especialmente si se trata de un certamen del que no sacaré mucho provecho. Por ejemplo, he participado dos años consecutivos en el certamen Tierra de Leyendas del portal Sedice.com porque, gane o no, me representa una riquísima experiencia de aprendizaje y disfrute. Leo muchos relatos, puedo juzgarlos, puedo compararlos con el mío, recibo las críticas de los demás que señalan mis errores y mis aciertos, en fin, es un certamen que vale la pena, pues disfruto, aprendo y me enriquezco. Otros certámenes que demandan mucho tiempo pero de los que no aprendo nada, prefiero dejarlos pasar.

4. Que pueda ofrecer un impulso a mi carrera, pues es prestigioso o implica la publicación de la obra, etc.

Mi última reflexión con respecto a los concursos: Nadie participa en un concurso que cree que va a perder. La verdad, si participamos es porque tenemos la convicción de que podemos ganar. Así, damos nuestro mayor esfuerzo, somos concienzudos y pacientes con nuestro trabajo. Si no ganamos, habremos realizado un gran trabajo y seguiremos realizándolo con mayor atención. Y si finalmente, nos favorecen los Hados, y resultamos ganadores, creo que sabremos saborear el éxito, sacarle provecho para nuestro enriquecimiento como escritor y para fortalecer nuestra moral. En esta medida, entonces, vale la pena participar en algunos de estos concursos...

30 de abril de 2008

Los consejos no pedidos...

Ahora que me encuentro en medio de adentrarme en nuevos procesos creativos, mientras me enfrasco también en la obtención de ideas y me empapo en la "fuente de la inspiración", vuelvo a pensar en esos detalles que definen la vida de un escritor. Además de la famosa "página en blanco", que a todo autor le habrá pasado, está aquella faceta de recibir consejos no pedidos.

¿Por qué no te escribes un libro de X?, te pregunta algún amigo muy bien intencionado. O... ¿cuándo me vas a incluir en alguna de tus historias?, te propone otro más atrevido. Si te inclinas por géneros literarios no muy bien vistos por los círculos intelectuales (como sucede con mis favoritos -ciencia ficción, fantasía, por ejemplo-), no falta quien te diga ¿No deberías escribir un libro de verdad, con una historia más realista? ¿Algo más adecuado a un adulto?

Todos estos comentarios resultan siempre molestos. Pero no puedes enfadarte con quien te los hace, a menos que sepas que te son hechos con mala intención declarada. No suele ser así. Resultan casi siempre provenientes de personas que se interesan por ti y te desean bien. Entonces, sólo queda sonreír y cambiar de tema.

Es inútil a veces explicar que no se trata simplemente de escribir "un libro de X". Puede que te den una idea, pero tan sólo una idea. Si te describen una trama, con personajes y circunstancias incluidos, te será imposible desarrollarla. La única manera en que te vieras envuelto en una clase de tarea similar sería en dos casos: uno, que quieras ayudar a un amigo escritor que por alguna razón no puede terminar su trabajo; o dos, que hayas aceptado escribir un libro de franquicia (en cuyo caso, el mundo narrado y muchas de sus circunstancias ya están fijadas por el autor original y la editorial tan sólo desea explotarlo todo lo posible a nivel comercial). De otro modo, te mueves según tus propios derroteros, desmadejando tus ideas a tu propio ritmo.

En cuanto a la inclusión de personas reales en las historias de un libro, bueno... ¿qué se puede decir? ¡Ni pensarlo! Los personajes son entes imaginarios que deben y suelen estar bajo el control total del autor. Si se trata de un personaje público, pues tiene sus limitantes, pero también los tendrá el tipo de libro que esté desarrollando sobre dicho personaje (una biografía, o una novela histórica). Sin embargo, siempre dispondrá de un muy particular punto de vista sobre esa persona. Tratándose de alguien vivo y conocido del autor, imposible. Te limita de inmediato en todo sentido y te arriesgas a ofenderlo, siempre. No, no. Ni pensarlo. Lo mejor es decir, ah, tal vez, algún día. ¡Y dejarlo pasar!

Finalmente, ¿cómo explicar que no hay géneros "superiores" o "adultos" y géneros "inferiores"? ¿Cómo decir por enésima vez que la ciencia ficción no es una manera de hacer películas para adolescentes o que la fantasía se limita a los cuentos de hadas? Y de todas formas, ¿cómo explicar que la literatura infantil o la juvenil poseen entre sus títulos incontables joyas de la literatura universal, cuya calidad artística jamás depende del público para quien están destinadas? El eterno dilema... En este último caso, suelo explicar una vez más estas ideas. La literatura no se reduce a historias realistas que "analizan" la sociedad. Esas son tan sólo una pequeña parte de la gama variadísima de presentaciones literarias. Y cada escritor debe ser fiel a sí mismo. No debería intentar abordar géneros en los que no se siente cómodo o feliz, o que no representan su principal vía de expresión. Así que, forzar a alguien a renunciar a sus vías de expresión artística es impensable, especialmente, desde el punto de vista del artista mismo.

Y luego, claro está, cambio de tema, una vez más. :)

29 de abril de 2008

La fuente de la inspiración

La pregunta. Cuando estás de frente a una pantalla en blanco, con un teclado listo para ser aporreado y sabiendo que te has propuesto escribir, no resulta nada cómodo sentirse abandonado por la inspiración. ¿De dónde la obtengo? ¿Cómo recupero el impulso? De nuevo: la pregunta. ¿Cuántos millones de escritores no habrán dicho lo mismo? ¿Cuántos no se habrán sentido inútiles, solos, casi desnudos tan sólo porque no acude a sus plumas, a sus máquinas de escribir o a sus teclados -los más modernos- el menor indicio de un desarrollo decente?

Supongo que todo se inicia con la "idea". Si la tienes, estás a mitad del camino. Si no la tienes, estás frito. Escribir por escribir no tiene mucho sentido, excepto si te has enfrascado en ejercicios de redacción, con el fin de mejorar la técnica, que nada tiene que ver con la "idea". Un escritor no es sólo "ideas", estamos de acuerdo. Tendrá la obligación moral de dominar el medio por el cual se expresa, en este caso la escritura, pero el medio estará vacío si no existe la idea que se busca expresar.

En general, todo artista, sea el medio que escoja para expresarse, es un ser cargado de "ideas". Serán distintas a las de los científicos o a las de los hombres y mujeres de negocios, claro está. Se trata de ideas artísticas. Y puede que un pintor, un fotógrafo o un músico tengan más o menos la misma idea, que al final lo que los definirá será el medio empleado y cómo lo empleen, o sea, la técnica. Pero cuando hablamos de inspiración no nos estamos referiendo a ésta última, que se supone ha de dominarse en un aceptable grado de buen desempeño. No. Estamos hablando de ideas. ¿De dónde se las obtiene?

Cuando se tiene una idea, el mundo explota de color. La idea trae aparejada la inspiración para transcribirla. Te dices: ¡genial! y atacas furiosamente el teclado. En el camino puedes tropezarte con escollos repentinos, pero al menos habrás arrancado. Después el tiempo decidirá si era una buena idea o si era fatal. El problema inicial es hallarla.

Para mí, que me gusta desarrollar historias (soy escritora con decidida inclinación por la narrativa), la fuente de inspiración -y por tanto, de ideas- es amplia y a veces sorpresiva. Puedo encontrarla en una canción, en una frase casual, en una fotografía, incluso en un programa de televisión. Puede nacer de un disgusto o también de una alegría. Y casi nunca la estoy buscando. Si lo hago de forma consciente, no la encuentro. Es como cuando necesitas recordar algo en particular y te esfuerzas intensamente para lograrlo, pero no lo consigues, y luego, cuando ya has olvidado la necesidad de recordarlo, te regresa a la memoria de forma espontánea. Igual me sucede con las ideas. Si me siento frente a la pantalla decidida a desarrollar una historia, no lo consigo. No se me ocurre nada. Es preciso dejarlo fluir... Olvido mi necesidad, me enfrasco en mis deberes cotidianos.

Y de pronto... ¡ahí está! He encontrado una vez más, la fuente de mi inspiración. :)

26 de abril de 2008

Planificando...

Bien, ahora que ya hemos dado cuenta de nuestros éxitos en el año transcurrido -pequeños, pero significativos-, toca planear para el futuro. En mi caso, el futuro que vislumbro será el inmediato, con un 2008 pendiente de actividades.

Fuera de las actividades propias del hogar y el trabajo, lo que parece excitante de emprender será: 1. La preparación de la tercera parte de A Través del Portal; 2. La revisión de un cuento que tengo entre manos para enviarlo a un concurso de fantasía; y 3. El inicio de mi nueva novela, que ya se atrasa, pero que no he olvidado.

A Través del Portal III ya está escrito. Lo hice hace 4 años, junto con los otros dos. Claro que Magia, primero, y Visiones, después, fueron expuestos a intensos trabajos de corrección y revisión que dieron como resultado textos considerablemente diferentes, no sólo en forma sino también en contenido. No piensa uno lo mismo en el 2004 que lo que pienso hoy en día y creo que en algo he mejorado mi escritura durante este tiempo. Por tanto, la labor de revisión que me espera no será escasa. Ya le eché una primera mirada: ¡700 páginas! ¿En qué momento escribí tanto? (Claro que hablamos de formato A-4, pero igual, puede resultar muy abultado como libro de 6 x 9) Será un año de acomodos y recortes. ;)

En cuanto al cuento, me propongo enviarlo al Domingo Santos, cuyo plazo de entrega finaliza en junio. Tengo tiempo para hacer del relato una narración decente, pienso. Si no lo apruebo, tendré que escribir otro, pero no creo que eso me signifique un sacrificio. Es sólo que le tenía cierto afecto a la historia que voy a revisar...

Y la nueva novela... ah, eso me tiene dando vueltas. Me entusiasma la idea. Hace tiempo que no emprendo una novela de ciencia ficción. ¿Lo haré bien? ¿Será un éxito? Lo ignoro. Pero lo intentaré. Por de pronto, sólo existe en mi mente.

Más planificiación que ésta, aún es imposible. Sin embargo, estoy segura de que surgirán más oportunidades conforme transcurra el año. :)

25 de abril de 2008

Actividad literaria del 2007

En realidad, considerando lo que fui capaz de lograr durante el año 2006 y comparándolo con el 2007, puedo afirmar que el año pasado fue un periodo inusitadamente productivo. Por un lado, estuve concentrada en varios procesos de creación, y por el otro, fui capaz de verme "publicada" como nunca antes.

Para inicios del 2007, participé en un concurso informal del portal Sedice.com llamado el I Concurso de Amores Extraños, que se organizó para el 14 de febrero. El relato se llamaba Tu madre ha muerto, y ha sido uno de esos pocos cuentos de ciencia ficción que me han salido bien aunque los haya escrito de un tirón. También era algo raro en su temática, pero considerando que se trataba de una historia de amor extraño, se entendía. ¡Obtuve el 2do. lugar!

Durante el 2007 obtuve el 3er. lugar de la sexta edición del concurso Tierra de Leyendas, del portal Sedice.com. Entre 76 relatos, no es poco decir. El relato fue El precio de la eternidad, de corte fantástico, que tuvo la suerte de salir publicado en el no. 59 de la revista en línea Aurora Bitzine. Allí lo catalogaron dentro del terror y le hicieron un par de ilustraciones muy sugestivas (de fantasmas terroríficos). Supongo que estaba bien hecha la clasificación, dado que el cuento trata del encuentro de un viejo juez con un fantasma, aunque en ningún momento pretendí darle una ambiente opresivo o terrorífico...

Durante el 2007 escribí también para participar en otros certámenes. Uno de esos relatos fue Por siempre otro. Lo envié al Premio Avalón 2007, pero no pasó la criba de los finalistas. Lo dejé estar por ahí y seguí escribiendo otras cosas. No recuerdo qué envié al I Certamen de Relato Corto de la AEN (Asociación de Escritores Noveles), pero tampoco superé los diez finalistas. Sin embargo, seguí con la revisión de A Través del Portal II y desarrollando otras ideas. Escribí otros relatos, que no llegué a enviar a concurso, y de pronto, en septiembre del 2007, Pily B., de NGC 3660, me solicitó una colaboración para el portal. Decidí enviarle Por siempre otro, con algunos arreglos, y afortunadamente, le gustó. Entonces fue publicado en el portal al mes siguiente. ¡Honor imprevisto! Estaba muy satisfecha.

Hacia el final del año, me atreví a enviar una carta literaria al concurso Cartas de Amor a Toledo, con el título No te olvido, pero tampoco tuve suerte. Para ese mismo periodo, envié otro relato al Concurso del Agua de la Expo Zaragoza 2008, cuyo plazo se cerraba en noviembre. Y comencé a trabajar en la novela El Bosque de los Susurros, que terminé por enviar al I Certamen Internacional de Novela de Qué Leer y Volkswagen. Ninguno tuvo éxito, lastimosamente.

Durante el mes de diciembre tuve, entretanto, una alegría: concreté un contrato de publicación electrónica, bajo la modalidad Mobipocket, con Leer-e y el 12 de ese mes vio la luz mi primera colección de relatos llamada Por siempre otro y otros relatos:
La colección incluye Por siempre otro, por supuesto, El precio de la eternidad y Tu madre ha muerto, además de otros cuatro relatos, de los cuales uno es bastante antiguo (El hombre secreto).

Y se presentó Tierra de Leyendas (TDL) VII. Con el ánimo dispuesto, mientras trabajaba en un relato para enviarlo a otro concurso, terminé dos pequeños relatos para el TDL. Ambos... descartados, pero por mí. Y se terminó el año.

¿Que si participé? Sí, claro, con un pequeño relato llamado Momento Crucial, escrito dos días antes del cierre del plazo, para variar. :) Me fue bien, pues de 72 relatos, obtuvo el lugar no. 13. No tan bueno como el año anterior, pero al menos estuve en la ronda final. Y me dio tiempo de enviar otro cuento al Premio Avalón 2008, cuyo plazo se cierra, por cierto, mañana sábado 26.
¿Qué más queda? Ah, bien. Este año participé en el II Certamen Internacional La Revelación, con relatos de tema mitológico. No quedé entre los ganadores, pero al menos estuvo bien considerado.

Todavía queda mucho 2008 por delante y mucha labor creativa por realizar. Habrá que ver cómo me va... :)

24 de abril de 2008

Abril ajetreado: Publicación de 2a. parte ¡al fin!

Pues escasamente puede decirse que celebré el Día del Libro con la reciente publicación de la segunda parte de A Través del Portal, pues casi lo único que hice en relación con dicho evento fue anunciarlo. En lo demás, me la he pasado sumergida en el trabajo (que no guarda relación con la literatura) de forma tan intensa que apenas he podido destinar tiempo a escribir.

¿Cuándo fue la última vez que escribí algo, aunque fuese sólo un pequeño relato? ¡Yo diría que meses! Sin embargo, me siento satisfecha. Haber logrado publicar la segunda parte de mi trilogía fue un logro del que me congratulo.

La primera parte de esta trilogía de corte fantástico se llama Magia:

Aquí inicia la aventura, cuando en el año 2420 dos humanos y un alienígena son forzados a cruzar una puerta dimensional de antigua manufactura como parte de una condena injusta, pero van a dar a una dimensión paralela, donde reina la magia y los seres que la utilizan, tanto de índole bondadosa como sombría.

La segunda parte, la nueva, se llama ahora Visiones:




En esta entrega, Miranda Serey, la joven humana que había traspuesto el Portal por decisión caprichosa de un dictador, ha regresado a su Lado, pero como cautiva de un oscuro ser mágico que intenta llegar hasta la Tierra con propósitos inconfesados. Entretanto, el primo de la joven y compañero de viaje, Jan Ryas, ha emprendido una feroz persecución para intentar rescatarla, en compañía de un Mago, Anton Nuzzer, el cual se ve sometido a la presión que esta dimensión ejerce sobre las criaturas mágicas.


Ahora, entonces, sólo me resta hacerme cargo de la tercera parte, pues de momento, mis dos entregas publicadas ¡quedan en manos de sus lectores! :)