16 de mayo de 2010

(Per)Versiones Literarias

Bueno, pues tengo buenas noticias. ¡Ya está próximo el lanzamiento de la primera antología de (Per)Versiones Literarias! ¿Que qué es esto? Pues una iniciativa de lo más amena que comenzó como una reunión informal de colegas escritores y culminó en un proyecto de más largo plazo. Todo comenzó el año pasado cuando en el portal Sedice.com un grupo de escritores, algunos más veteranos que otros, se reunieron (virtualmente) para montar una colección de relatos en una antología. La idea era escribir, pasársela bien y leer relatos originales en conjunto con los propios. No serían relatos a la libre sino que tendrían un propósito o temática común para darle cohesión a la antología y sentido a la diversión. Entonces se pensó en escribir nuevas versiones de los cuentos populares, versiones que girararían en clave de ciencia ficción, fantasía, de terror o de sentido realista que presentara el cuento tradicional bajo una nueva luz. Así, el clásico cuento de Ricitos de Oro, por ejemplo, contaría el encuentro de la niña protagonista con osos zombies, por ejemplo. O en el cuento de La Cenicienta, ésta no sería tan inocente y dulce como en el cuento original, o el Lobo tendría intenciones más prosaicas con Caperucita, etc.

Hecho el planteamiento, nos lanzamos a escribir. ¡Y el resultado fue estupendo! No sólo nos divertimos en el proceso sino que fuimos capaces de leer excelentes historias de nuestros colegas. Dado semejante buen resultado, ¿por qué no lanzarlo en papel para el disfrute de muchos otros que quieran deleitarse con nuestro trabajo? ¡Y así nace (Per) Versiones Literarias!
(Per)Versiones Literarias se encuentra ahora en su propio blog, en su página de Facebook y muy pronto, en junio de este año, pondrá a la venta el primer fruto de un trabajo concienzudo y apasionado de sus escritores: (Per) Versiones: -Cuentos Populares-, cuya ficha pongo a continuación:


Fecha de lanzamiento: Junio 2010
Número de Páginas: 240
Portada: Jonathan Cheuken
Prólogo: José Antonio Cotrina
Precio: 11,38 €

Los cuentos existen desde siempre. Desde algún momento impreciso de la historia del hombre, cuando éste comprendió que, además de poder hablar de lo que existía también se podía de lo que no lo hacía.
Y que era más divertido.
En esta antología los autores revisitan los cuentos clásicos, cada uno a su manera y dándoles nuevas visiones. Porque en cada cuento se ocultan otros muchos que dependen de la imaginación de sus lectores.
Cuentos tenebrosos unos y llenos de humor otros. Cuentos que harían sonrojar al más avezado. Cuentos de las más variadas clases y estirpes que puedan imaginarse.
En este volumen recopilamos algunos de esos cuentos, tomados de los clásicos y reinventados para la ocasión.
Esperemos que disfruten de ellos.

Este volumen de (Per)Versiones lo componen un total de 26 relatos:

El Viaje de Gulliver al Planeta Liliput (Jorge Asteguieta Reguero)
Creciendo en Nunca Jamás (Moisés Cabello)
El Placer de Comer (Ignacio Cid Hermoso)
Goldilocks y los Osos Montañeses y Zombies (Susana Eevee)
Chufo o Chota (Aintzane Egiluz Romero)
Hasta las Cenizas (Héctor Gómez Herrero)
La Túnica del Profeta (Alejandro Guardiola)
Pulgarcito (Eugeni Guillem Darné)
Shazam (Julio Igualador)
La Tirana de Oz (Antonio J. Llatas López)
El Asesinato de Abuelita (Laura López Alfranca)
Alicia en el País de las Pesadillas (Sergio Macías García)
El Gigante Dormido (Mario Manzano Vázquez)
La Cigarra y la Hormiga (Josep Martin Brown)
Tres Cerdos (Ricardo Montesinos)
Blanche al Desnudo (Ana Morán)
La Reina de las Nieves (Diana Muñiz)
Noche de Castigo en Hamelín (Manuel Osuna)
De lo que le conteçió a un mancebo que casó con una muger muy fuerte y muy brava (Juan Carlos Pereletegui)
El Patito Feo (José María Pérez Hernández)
Desvestiándose (Virginia Pérez Puente)
La Dama del Bosque (David Prieto)
Eterna Ensoñación (Laura Quijano Vincenzi)
Playback para una Sirena (Leonardo Ropero)
El Sótano (Juan José Tena)
Huan sin Miedo (Alex V. Vegas)

Apenas tenga el enlace a su página de compra, lo pondré aquí. Luego de este (Per)Versiones: -Cuentos Populares-, tendremos (Per)Versiones Históricas -que está en su fase intermedia- y un tercer (Per)Versiones que busca "perversionar" los grandes clásicos de la literatura universal en clave de terror.

¡Hay relatos para rato! :)

12 de mayo de 2010

Sobre la verosimilitud

En estos meses he estado siguiendo una telenovela de vampiros. Sí, ya sé que suena trillado, y lo es, pues incluye el romance vampiro-humana tan de moda hoy en día (nunca es al revés: vampira-humano, porque las mujeres somos muy malas, por supuesto), amén de las truculencias características de la telenovela latinoamericana típica (sin lo cual no sería lo mismo, por cierto). Ambientada en el año 1880 supo salirse un poco del esquema urbano de las novelas y series televisivas tipo Crepúsculo o True Blood, pero en general puede decirse que es el mismo planteamiento esperable en la fantasía urbana/romance paranormal.

Ahora bien, no se crean que estaba disfrutando de un placer culpable sin más. En realidad, salvados los tópicos, la historia estaba muy bien planteada, los personajes bien diseñados, el desarrollo apasionante. En otras palabras, aunque se juegue con lo típico si se hace bien se puede obtener una buena historia. Y así fue hasta... bueno, hasta hace un mes, más o menos, cuando todo comenzó a trastabillar. Los personajes comenzaron a comportarse de manera ridícula, la historia se enredó en sí misma, los acontecimientos no fueron coherentes y ahora me encuentro siguiendo una historia que me irrita, con la cual siento que pierdo mi tiempo, pero a la que he dedicado tantos meses que también me molesta no saber cómo va a terminar, aunque mucho tema que lo haga de forma totalmente insatisfactoria.

¿Qué pasó?

Yo lo llamo con una palabra: inverosímil. Sí, la historia se desconectó de mí como espectadora, porque se volvió no-creíble. ¿Que es de vampiros, y por tanto irreal? ¡Báh! Eso es irrelevante. En todo texto narrativo, sea visual como en la TV o el cine, o sea literario, la suspensión de la incredulidad es uno de los elementos fundamentales para poder establecer la conexión lector/expectador - texto. Si no te crees la historia, no la sigues. Y punto. No hay giro ni justificación ni misterio.

Y es que este requisito de lo "verosímil" se aplica en todo trabajo ficticio, aunque sea basado en hechos reales. Es un prejuicio muy extendido de que los géneros fantásticos, como son fantásticos, pueden ser inverosímiles, porque al ser "irreales" es imposible que puedas "creer" lo que sus historias nos narran. Bueno, pues esto se llama confundir la realidad con la verosimilitud. La realidad es lo que te toca y lo que vives. Está en tu entorno, en los chismes del barrio, en las historias que cuenta la gente sobre sí misma en las oficinas o en los bares, en las tragedias grandes y pequeñas que se viven a diario en nuestras ciudades y campos. Puedes leer esa realidad en los diarios o escucharla en los noticieros, con sus variantes, pues habrán pasado por el filtro de los narradores (periodistas o locutores) que habrán interpretado los hechos reales que narran. Sin embargo, aún considerando que puede haber combinación de opiniones personales con hechos reales, estamos en contacto con realidad.

La verosimilitud, en cambio, es un pacto que se establece entre un lector y el texto ficticio que lee (o el espectador y la película o teleserie ficticia que ve). ¿En qué consiste en el pacto? Pues en la aceptación de parte del primero de que creerá la historia ficticia como si fuese cierta. Sabe que es ficticia. Sabe que no es real. Sabe que no existen esos personajes, que son producto de la imaginación del autor -aunque estén representando a personas reales-. Sabe que lo que dijeron o pensaron en realidad lo imaginó el autor. Sabe, pues, que no está frente a la realidad. Sin embargo, actuará, sentirá y pensará como si fuera real. En otras palabras, suspenderá su incredulidad natural y entrará en el mundo ficticio aceptando sus reglas del juego.

Pero este pacto no viene dado por el lector solamente. La historia tiene la responsabilidad de ratificarlo. Yo puedo, como lector, tener toda la intención de creerme la historia de una mujer que es asesinada por su marido en su lecho prendido en llamas. Pero si lo que estoy leyendo comienza a parecerme absurdo, incoherente y no me lo creo, lo siento, el pacto se habrá roto. El texto carga con la responsabilidad de ser convincente, de poder reforzar y justificar ese "pacto". Es decir, debe ser verosímil.

Una historia realista tiene la mitad del camino ganado. Como se maneja en ambientes reales, con personajes muy similares a los que encontramos todos los días en el autobús o en la oficina, el pacto de verosimilitud se da con más naturalidad y rapidez que en las historias fantásticas. Sin embargo, es sólo la mitad del camino. No puedes creerte que porque escribes una historia realista no tienes la obligación de seguir siendo verosímil: la coherencia y el desarrollo lógico de los acontecimientos deben acompañar a la primera impresión de verosimilitud.

Si esto es así con el género realista, con mayor razón se debe tener cuidado en el género fantástico. ¿Se creen que porque aparecen vampiros o dragones, o robots humanoidoes o alienígenas en una historia, aquel tiene la excusa de salvarse del pacto? Pues no. Alguien dijo en algún foro que la ciencia ficción, por ejemplo, carga con la enorme responsabilidad de ser verosímil, precisamente porque juega con la ciencia, una de las más ostensibles e imparciales realidades que nos rodean. En realidad, no creo que la ciencia ficción deba ser verosímil porque trabaje con especulaciones científicas. Pienso que debe ser verosímil porque construye narraciones ficticias que se basan en el pacto antes mencionado. Es decir, es literatura y como tal debe cumplir las mismas reglas que el realismo, la novela histórica y otros.

Pues bien, en ese mismo foro alguien dijo "Si la historia no es verosímil, ya no es ciencia ficción, es fantasía", contribuyendo a una de las falacias más absurdas que habré encontrado. Aún con mayor razón que el realismo, y precisamente porque no trabaja en ambientes similares a los reales, la fantasía debe ser verosímil. Debes poder creerte que ese mundo fantástico que te narran es real, que Gandalf vive y respira, que Frodo llevó el Anillo a Mordor y que el vampiro Lestat fue quien inició a Louis y no otro. Debes poder establecer el pacto, porque si no lo haces, no te lees el libro. Y lo mismo ocurre con el cine y la TV. Por más fantasía que sea, si no te crees el cuento no ves la serie. La obligación de verosimilitud pesa como una piedra inmensa sobre cada historia ficticia, fantástica o realista, que desfile frente a nuestros ojos, so pena de ser olvidada o denostada.

Y esa carga de responsabilidad la lleva el texto. Siempre.

¡Qué pena que el guionista y el director de mi telenovela de vampiros no hayan sido conscientes de su deber! Echaron a perder lo que hubiera sido una bonita historia por el ansia de aumentar los ratings y de introducir tantas escenas tremebundas sin ton ni son, que eliminaron la verosimilitud y cortaron mi pacto con la historia.

Una debacle total.

1 de mayo de 2010

¿El mismo territorio... siempre?

Hoy, como buen 1ro. de mayo que es, había decidido no trabajar. En nada. Pero creo que semejante privilegio no alcanza para todos y al final, me he encontrado cumpliendo con mis rutinarios deberes domésticos y paseándome por Internet en busca de algún artículo interesante, sobre algún tema que la TV no supo brindarme.

Y me encontré con una frase que me hizo pensar en algo que ya he pensado antes. Se trataba de un comentario de Arturo Pérez-Reverte a la pregunta "¿cómo derrotar la página en blanco?", la cual había sido lanzada a varios escritores consagrados con el fin de brindar consejos a los noveles. El artículo, muy interesante por cierto, se titula precisamente La derrota de la página en blanco y apareció en El País el 17 de abril pasado. El comentario al que me refiero rezaba así:

"Con el tiempo, los escritores vamos cambiando y no es la misma novela la que escribes con 20 que la que escribes con 40, o con 60, porque tu corazón cambia con el tiempo, pero creo que todo escritor coherente debe pisar siempre el mismo territorio e ir desarrollándolo con los años. El lector siempre debe reconocer tu territorio. Desconfío del autor que cambia de territorio o que no lo deja claro en sus libros."

El mismo territorio... ¿A qué se refiere? Confieso que muchas veces me he hecho una pregunta que ya resulta reiterada, pero frente a la cual no hay -supongo- una respuesta sin equívocos: ¿Debe un escritor permanecer fiel a un género literario, a un mundo narrado, a una historia, incluso a un personaje a lo largo de su vida profesional? O, por el contrario, ¿debe buscar nuevos horizontes siempre, en otros géneros, otras historias y, por supuesto, otros personajes, como imperativo para no perder su frescura artística? ¿Es dañino volver una y otra vez al mismo mundo o, por el contrario, es ser "coherente"?

No sé a cuál "territorio" se refiere Pérez-Reverte, pero puedo trazar algunos supuestos:

- Supongamos que se refiere a un estilo y una forma de escribir. No creo que haya mayor duda al respecto. En realidad, alcanzar un "sello personal" puede ser tarea díficil y no siempre clara para un artista, cualquiera que sea su arte, pero pienso que por la inercia misma del tiempo que llevas escribiendo, terminas por desarrollar alguno. Ahora bien, ¿has desarrollado un estilo... o has caído en una fórmula? Esto es importante. No es lo mismo tener un estilo "fluido", o "alambicado", o "dinámico", etc., a escribir siempre de la misma manera cualquier historia que se atraviese. Creo que en este caso, el "territorio" será el estilo, no la fórmula que alguien se habrá prefabricado para vender a lo seguro. Cuando pienso en esto suelo pensar en los músicos-compositores. ¿Fulano tiene un estilo... o es que escribe siempre la misma canción? Es de pensar.

-Supongamos que se refiere al género literario. Pienso que es muy posible mantenerse dentro del ámbito de un mismo género toda tu vida, pues los géneros son amplios y cobijan una multiplicidad de historias y escenarios que pueden enriquecer tu vida. Si, por ejemplo, te desenvuelves de manera exitosa en el género histórico y allí comienzas a generar tus triunfos, es confortable y "coherente" que sigas haciéndolo después. Tus lectores sabrán a qué se enfrentarán cada vez que se encuentren con algún título escrito por ti y se podrá decir que eres "coherente" con un trabajo profesional que depuras día a día... Sin embargo, pienso en las veces en que algunos autores se salieron de "su" género habitual y se atrevieron con otros distintos y triunfaron también. O incluso les fue mejor (el caso de Ken Follet y Los Pilares de la Tierra es interesante y llamativo). ¿Será un acto traicionero para con los lectores, para consigo mismo, para con su "coherencia"? No estoy segura de que así sea. Y no debería ser una restricción inflexible, pues no puedes estar seguro si estarás abriendo tu horizonte artístico más que tracionando tu coherencia.

-Supongamos que se refiere a la misma historia, al mismo mundo narrado, al mismo personaje. Aquí hay tela que cortar. Muchos escritores califican de "poco original" a un colega que se dedica a escribir novelas ambientadas en el mismo escenario, o utilizando el transfondo de una misma historia, o bien, siempre con el mismo personaje central. Y es posible que tengan razón en algunos casos: quizá el escritor que dio con un personaje carismático o con un mundo especial no quiera abandonarlos porque allí se siente seguro. Pero también, pienso, no tiene por qué ser falta de originalidad o imaginación. Hay mundos narrados que dan pie para muchas historias entrelazadas, tan imaginativas u originales como la primera. Después de todo, si te has tomado años desarrollando un mundo narrado coherente, ¿por qué no tendrías derecho a usarlo cuantas veces quieras? Y en cuanto a un personaje carismático... bueno, no son artículos que compras en un almacén, vamos. A veces uno sólo de estos puede garantizarte la independencia económica y tu lugar en las letras.

Sin embargo, no es una obligación. No veo por qué habría de considerarse "incoherente" a un escritor que decide abandonar un personaje famoso por inventar algo totalmente nuevo. No es falta de coherencia. Es necesidad artística, pienso, pues el mismo personaje o la misma historia puede llegar a cansarte al punto del hastío y cuando te das cuenta puedes estar escribiendo más por inercia que por pasión.

¿Cuál habrá sido el punto de vista de Pérez-Reverte? Lo ignoro. Sin embargo, teniendo estas consideraciones, no estoy segura de darle la razón. Desenvolverse en un territorio -el que sea- y sentirse seguro en él es legítimo, y está bien. Nadie debería criticarte por ello. Pero si quieres abandonarlo, o dejarlo por un tiempo, y volar lejos... tampoco debería ser motivo de censura. El arte es libertad y la literatura es arte.

Al final, pienso que es mejor ser coherente consigo mismo y saber escribir aquello para lo que estamos preparados. Aunque hayamos dejado atrás algún territorio seguro.