30 de diciembre de 2009

Balance anual

Todo el mundo se ha dedicado esta semana a la entretenida tarea de fabricar listas: lo mejor del año en el cine, lo mejor del año en la literatura, en la música, en las artes plásticas, los peores eventos, los más recordados, los personajes más destacados -sea por buenas o malas razones-, etc. Es una especie de deporte y ¿por qué?, una satisfacción inevitable de la manía clasificadora y autocontemplativa de nuestra especie.

Dentro de este ambiente, ¿por qué no habría de hacer yo misma mi propia labor autocontemplativa? Después de todo, ya que me encuentro en el plan de alcanzar algún puesto entre el firmamento de escritores consagrados de las letras hispánicas, no estaría de más realizar la faena autocrítica al respecto. Y he aquí los resultados:

En cuanto a producción literaria... buee... Digamos que estuve poco prolífica. No fue uno de esos años en que logro terminar una novela nueva, o en que consigo alcanzar un buen número de relatos. Sin embargo, no diré que estoy insatisfecha.

Comencemos con los relatos. Fue más bien un años modesto: 12 relatos escritos durante este año, debidamente concluidos, y que yo considerara dignos de ser sometidos a la lectura ajena (escribí unos cinco más que no consiguieron semejante distinción y que no han sido eliminados sólo porque pueden servir de base a historias enteramente distintas). ¡Doce! De ellos, cuatro están aún presentados a un certamen literario, por lo que desconozco si podré considerarlos éxito o fracaso, otro más consiguió la distinción de finalista en el XXI Certamen Alberto Magno de Ciencia Ficción (Sueño Profundo) -lo cual es motivo de orgullo para mí, claro está-, y los demás... pues nada. Uno de ellos (que me gustó mucho) no logró hacerse un hueco en el Premio Domingo Santos 2009, y otro más apenas alcanzó el puesto no. 18 del Certamen Tierra de Leyendas VIII (Fantasías Controladas), por lo que no lo consignaremos como un verdadero triunfo. Fuera de los presentados a concursos, hay otro más que escribí expresamente para una antología creada por un grupo de autores de Sedice.com, la cual aún se encuentra en fase de producción. Este cuento, por tanto, es aún un éxito.

¿Novelas? Una de ciencia ficción, de corta extensión: 106 páginas, menos de treinta y seis mil palabras. Me sentí orgullosa de ella, pues abordé un tema poco familiar para mí, como es la estructura del cerebro, que al mismo tiempo me encanta y por el cual aprendí mucha información interesante durante mi proceso de documentación. La envié al Premio UPC 2009, pero no tuvo suerte. Ya consideraré otro destino para ella.

Aparte de dicha novela corta, inicié el viaje de una novela larga de ciencia ficción y fantasía que me está entusiasmando mucho, con la que he reunido una gran cantidad de documentación que aún debo escrutinizar exhaustivamente, y con la que de seguro pasaré ocupada el año próximo. Le tengo muchas esperanzas, pero aún está en pañales, así que no puedo considerarla como un "logro" del año 2009.

¿Revisiones? Realicé un dramático proceso de revisión de A Través del Portal volumen III, que será la tercera entrega y final de mi trilogía de fantasía, y que sólo lo dejó listo para un segundo e intensivo proceso revisionista, el cual acabo de iniciar justo esta semana. De manera que tampoco será un "logro" del 2009.

¿Publicaciones? Bueno, pues este rubro ha resultado ser uno de los más satisfactorios. Durante este año, si bien no publiqué la tercera parte de la trilogía mencionada, sí alcancé a ser incluida en sendas publicaciones en papel, tanto en España como en mi país, Costa Rica. En el primer caso, fue gracias a la inclusión de mi relato Por siempre otro en la antología Fabricantes de Sueños 2008 (AEFCFT), cuya publicación se dio en meses recientes. El segundo caso corresponde a la publicación de Posibles futuros: cuentos de ciencia ficción (EUNED), antología de seis relatos escritos por sendos autores costarricenses, incluyéndome. Este rubro alcanzó, pues, una alta cuota de satisfacción.

Con respecto a otras formas de escritura, debo añadir la creación de mi blog My own English adventure, que aunque no he logrado actualizar a menudo marca mi incursión en la escritura en otros idiomas, además de mi aporte a la lengua española en el blog Español, que confecciono en colaboración con el portal Orbislingua.com.

Este es mi año 2009. ¿Qué lograré alcanzar en el 2010? Lo ignoro, pero mis expectativas son altas y mantengo ilusiones de superar lo hecho hasta aquí y aún de acercarme más a mi objetivo de consagración como autora establecida. Ya veremos. ;)

Por ahora, sólo me resta añadir:

¡FELIZ AÑO NUEVO 2010!

26 de diciembre de 2009

Reflexiones entorno al público-objetivo (II)

Después de pasar una Navidad tranquila y disfrutar de la compañía de mi familia, seguí pensando en el tema que inicié hace una semana y pico sobre el público/objetivo. Y hoy me encontré con otro interesante artículo que atisbó tangencialmente en el tema, de manera particular pensando en una audiencia femenina.

Vamos a ver: ¿cuál es mi objetivo al escribir una historia? En primer lugar, tan simple como contarla. No es tarea tan fácil como pudiera pensarse: desde estructurar un argumento coherente hasta delimitar con cuidado quién es quién y por qué actúa como lo hace, llevando de por medio la tarea de documentarse en aquellos conocimientos que nos faltan pero nos son necesarios, la faena es monumental. ¿Que si es cansado? Sí, claro, pero es divertido. Bueno, al menos para nosotros los escritores, resulta muy satisfactorio dar forma a la historia que llevamos rumiando por algún tiempo y constatar que el final es legible.

En segundo lugar, ¡que alguien la lea! Son pocos los escritores apasionados por sus historias que las escriben sólo para sus propios ojos. La inmensa mayoría de nosotros aspiramos de forma secreta o pública a que nuestros escritos caigan en manos de los lectores. Y éstos serán, en última instancia, quienes nos provean del veredicto final: ¿lo hicimos bien o no?

Ahora bien, no todos los lectores son iguales. Ni todas las historias lo son. De ahí el problema de saber en qué clase de lector pensamos cuando narramos. Es nuestro "usuario" más importante. Si la historia no lo atrae, no lo seduce, estamos "fritos". Esta idea resulta tan obvia y es tan común que parece sorprendente el que algunos escritores le dediquen tantas reflexiones, pero es que a pesar de su obviedad, muchos escritores la ignoran. En cambio, en otros ámbitos de la actividad humana, se la tiene muy en cuenta: el lector se llama cliente o "usuario". Por ejemplo, pensemos en los productos de alta tecnología. Siempre se ha supuesto que las maquinitas son un gancho poderoso para el público masculino. ¿Quiénes compran computadoras, blackberries, IPods o Wii? Los hombres, claro. Ah, pero... un momento. De un tiempo para acá, la publicidad es global: cada producto viene con aditamentos diferenciados por sexo, desde el color hasta el tipo de programación. Así las cosas, si tenemos la clásica laptop gris o negra, también las hay fucsia, rosadas o verdes limón. Tenemos Nintendos DS en colores malva o rosa. Tenemos juegos programados para Wii para que las damas hagan sus ejercicios. Etc. No se han olvidado de los hombres. Lo que han hecho ha sido incluir a las mujeres dentro de un mercado donde antes nunca estuvieron.

Y es que nosotras hemos cambiado. Nos hemos convertido en sujetos independientes con capacidad de compra y con gustos definidos. En materia de literatura, si bien nos gustan (estadísticamente) las novelas románticas, también hemos ampliado nuestros intereses a toda suerte de literaturas, desde la novela histórica o la fantasía épica hasta la más dura ciencia ficción. Leemos de todo, pero no de igual manera que nuestros pares masculinos.

Y allí es cuando es interesante definir qué busca cada quién y para quiénes estamos escribiendo nuestra historia. Se ha dicho por ejemplo que las lectoras suelen privilegiar el argumento, las interacciones entre los personajes y los eventos por medio de los cuales éstos se mezclan, por encima de las ideas filosóficas o científicas que sirven de tesis. No es que no apreciemos las ideas, pero necesitamos un argumento interesante y unos personajes que nos atraigan para que nos decidamos a leer el libro. Alguien me dirá: ¿pero no busca eso cualquier lector, hombre o mujer? Bueno, quizá no. Se sabe que los hombres se interesan mucho por las tesis políticas o ideológicas, la descripción de aparatos o por el sexo explícito, mientras que las mujeres se interesan por los personajes y sus historias personales, sus avatares y conflictos y el erotismo. ¿Se pueden mezclar ambos intereses?

Pienso que sí. He ahí el arte. ¿Eres capaz de narrar una historia intersante, con personajes carismáticos mientras sostienes una idea o tesis o describes un mundo tecnológico novedoso o diseñas un personaje masculino capaz de inspirar a sus congéneres en el mundo real? Es un desafío, del que estoy segura cualquier escritor que logre superarlo se beneficiará con creces. ;)

23 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

No estoy segura, pero supongo que en estos días no tendré ocasión de pasarme por aquí, así que:

¡FELIZ NAVIDAD!

16 de diciembre de 2009

Reflexiones entorno al público-objetivo...

Hace unos días me entretuve en un interesante intercambio de razones entre varios escritores, editores, libreros y lectores de ciencia ficción, mayoritariamente británicos, originado en un mensaje cuyo título ostentaba: "¿Por qué la ciencia ficción está muriendo y la fantasía es el futuro?" El autor del mensaje, escritor británico de fantasía, exponía sus razones y a raíz de ellas recibió una larga lista de observaciones, tanto a favor como en contra de sus argumentos (si leen el mensaje, lean también los comentarios ¡son interesantísimos!), de tal manera que aún escribió una segunda entrega: "¿Por qué la ciencia ficción está muriendo?: El mensaje de seguimiento (En el que el autor se defiende)" y hasta una tercera "Después de la partida". (Igual: lean los comentarios, valen la pena).

No creo que la ciencia ficción esté muriendo ni mucho menos. Se ha pronosticado su muerte desde hace medio siglo cuando menos y aún parece rezumar vitalidad y prolongada permanencia, pero no es de eso de lo que pensaba charlar hoy, sino de algo que surgió en la mencionada discusión -intelectual- de arriba. El autor, Marc C. Newton, aducía entre sus razones que "es un hecho demostrado que las mujeres leen más que los hombres", y como se sabe que ellas no leen o no suelen leer ciencia ficción, y se inclinan por la fantasía cuando de géneros fantásticos se trata, es lógico ver cómo la primera se muere. La preocupación estaba entonces en por qué menos hombres están leyendo y si habría una posibilidad de revertir dicho proceso, o cómo podría la ciencia ficción atraer al público femenino.

No creo, y lo dije, que la ciencia ficción esté "muriendo", y menos por culpa de un público femenino ausente. Nunca requirió de ese público, lo que significa que nunca fue un factor, por tanto, que las mujeres leamos o no ciencia ficción no tiene por qué incidir en su desempeño comercial. Sin embargo, me puso a pensar por qué las mujeres, en efecto, leen poca ciencia ficción. ¿Porque la ciencia no es para nosotras? ¿Porque somos un público lector que requiere lecturas "fáciles" -como alguien por ahí se atrevió a sugerir- y la ciencia ficción -la literaria- no es definitivamente una lectura fácil? ¿Porque las historias de ciencia ficción están llenas de máquinas y nosotras preferimos las personas?

Pensar que la ciencia no "es" para las mujeres es un prejuicio misógino muy arraigado, pero erróneo. La ciencia puede ser desarrollada tanto por hombres como por mujeres, y cuando ellas disfrutan de las mismas oportunidades de acceso a la información y al financiamiento, suele haber un número equitativo de científicas con respecto a científicos. ¿En cuáles ciencias se desenvuelven mejor? Lo ignoro, y no creo que sirva mucho un estudio estadístico si no se toma en cuenta factores culturales (como por ejemplo, aquel prejuicio de que la antropología es una ciencia "femenina" mientras que la física es "masculina", lo cual es absurdo, pero puede influir a la hora en que una chica escoja sus estudios científicos).

¿Lectura "fácil"? Un momento, ¿acaso siguen pensando algunos que somos tontas y que necesitamos todo "masticado" para poder ingerirlo? Naturalmente, este argumento es ridículo. Las mujeres, como grupo, no "necesitamos" lecturas fáciles. Otra cosa es que una masa importante de lectores -hombres o mujeres- criados con la TV estén requiriendo en este momento de lecturas "fáciles" y que por ende se les haga difícil digerir las espesas obras de la ciencia ficción que suelen resultar tan desafiantes a nivel intelectual. Ese sí podría ser un factor. Sin embargo, es falso que la fantasía sea una literatura "fácil". Quien me diga que es porque la fantasía está llena de lecturitas masivas sin mucha sustancia es porque ignora que todos los géneros, sin distinción, cuentan entre sus títulos con una larga lista de títulos "fáciles". La fantasía dispone de una amplia variedad de obras, ricas en ideas y en desarrollo estético, que no pueden ser consideradas "fáciles". Sí es admisible que como entrada, es más sencillo adaptarse a la idea de un mago que a la idea de un desarrollo teórico de la física cuántica como base para una historia, no porque la historia del mago carezca de profundidad, sino porque resulta una figura harto conocida en la historia de la literatura (y la cultura) universal, mientras que la física cuántica dispone de un desarrollo histórico muy reciente y reservado a pocos estudiosos, relativamente.

Considerando estos pensamientos, no creo que las mujeres lean más o menos ciencia ficción por esas razones, sino más bien por la última: el tipo de historia a la que se enfrentan. Aquí caemos entorno a un asunto importante para nosotros los escritores, escribamos en el género que escribamos: ¿cuál es nuestro público-meta y cómo se comporta? ¿Estamos conscientes que podemos transgredir los gustos de un público específico o podemos más bien atraer otros públicos por la manera en que desarrollamos nuestras historias? No resulta ser un pensamiento tan banal. Ya no hablemos de ciencia ficción, sino de literatura en general: ¿por qué los hombres leen más de un tipo de historias que de otro? ¿Por qué las mujeres hacen lo mismo? Si ellas son el principal rubro lector y nos interesara atraerlo, ¿qué deberíamos escribir? o mejor: ¿cómo? ¿Deberíamos dedicarnos sólo a ciertos géneros si queremos atraer ciertos públicos?

Descartando el público infantil, ¿qué puedo considerar para mi libro?

Lo continuaré la próxima vez. ;)

9 de diciembre de 2009

Revistas y un certificado inesperado

En este mes de diciembre nos vimos sorprendidos por la aparición de dos publicaciones periódicas que están mostrando vitalidad y que pueden perfectamente perdurar mucho tiempo, en especial si mantienen tan buena calidad y si nosotros, los lectores, les somos fieles :) Me refiero a dos revistas cuyos números de nov-dic acaban de salir en la red y están listas para ser descargadas y leídas por todos nosotros.

La primera que descargué yo misma es el número 2 de Imaginarios (si hacen click en el nombre, podrán descargarla directamente), una revista interesantísima, destinada a un amplio público lector especialmente interesado en la literatura fantástica y también en otros segmentos del fantástico como son los juegos y el cine y la televisión. Este nuevo número viene con una sugestiva portada de ambiente helénico, muy elegante y a tono con algunos artículos incluidos, y con secciones de gran interés que estoy segura muchos pueden disfrutar. En particular, leí un artículo muy interesante relacionado con el tratamiento del sexo en la literatura fantástica y también otro sobre Homero y la Ilíada, obra del escritor Javier Negrete. También hay una muestra de numerosos títulos que han salido o están por salir en el mercado editorial del fantástico. ¡No se la pierdan!

La segunda es Ágora, papeles de arte gramático (si hacen click en el nombre, podrán descargarla directamente), en su número de diciembre. Esta publicación también sale en papel, pero en un interés por llegar a más lectores, está disponible para su descarga en formato pdf. Incluye entrevistas, artículos de variada temática, reseñas de libros, colección poética, relatos y todo un abanico de presentaciones ligadas a la literatura. Sé que ha tenido un notable éxito por el número de descargas logradas a solo días de su publicación, lo que me alegra, porque confiere energía adicional para que siga publicándose y dando a conocer viejos y nuevos valores de la literatura de nuestros días. Yo ya me la descargué y estoy comenzando a leer algunos de sus artículos. Tampoco se la pierdan. ;)

Finalmente, y ya como nota de puro autobombo, me llevé una sorpresa muy agradable. Hace un par de días recibí por correo el comunicado oficial del jurado de la organización del XXI Certamen Alberto Magno de Ciencia Ficción en el que se acredita que mi relato Sueño profundo resultó finalista. Junto con el comunicado venía un certificado original. Mírenlo aquí:


¿No es estupendo? La vida está llena de sorpresas. ¡Y ésta resultó muy agradable! :)

5 de diciembre de 2009

Otra alegría: Posibles futuros

¡Pues estoy de plácemes otra vez! El 3 de diciembre pasado, en un acto solemne (muy agradable, de verdad) la editorial de la Universidad Estatal a Distancia, o sea, la EUNED, entregó oficialmente los títulos que publica este año. Entre una larga lista de obras de variada naturaleza, desde textos universitarios, hasta colecciones de obras literarias para adultos y para niños, se encontraba una colección de cuentos de ciencia ficción de la que soy partícipe, la única del género que se presentó, por cierto. Se llama Posibles futuros: Cuentos de ciencia ficción y está compuesta por seis cuentos, escritos por seis autores costarricenses, ¡en cuenta yo!

Resulta que hace unos dos años, dos autores (Iván Molina y Antonio Chamu) y yo nos encontramos en una agradable tertulia para charlar sobre la ciencia ficción en general y sobre el estado de dicho género en particular en Costa Rica. Los lectores que participaron en la tertulia con nosotros no tenían idea de qué era exactamente la ciencia ficción (la confundían con "cosas de magos") y, por supuesto, no suponían que en mi pequeño país hubiera gente que la escribiera. En realidad, no hay muchos autores en dicho género, pero los hay. Y de eso se trató la tertulia.

A raíz de tal evento, Iván, Antonio y yo discutimos la posibilidad de organizar una colección de cuentos entre nosotros, lo que llevó al primero a contactar a otros autores que él conocía y que nos pusiéramos a escribir a principios del año siguiente -la tertulia fue en diciembre-. Los otros autores fueron Laura Casasa -quien hacía su primera incursión en la ciencia ficción-, David Díaz -ídem- y Jessica Clark -que ya había publicado la primera parte de una serie de ciencia ficción llamada Telémaco-. Gracias a las maravillas de la internet y el correo electrónico, nos fue fácil enviarnos los cuentos, leerlos, revisarlos, comentarlos, hasta tenerlos completos. Luego, el profesor de Estudios Hispánicos Juan C. Toledano, del Lewis & Clark College de Oregon, leyó los cuentos y tuvo la gentileza de escribir para la colección una presentación magnífica. El resultado fue presentado a las editoriales nacionales, de las cuales, la EUNED (la mayor de Centroamérica, por cierto) nos dio el visto bueno.

¡Y aquí estamos! Los seis cuentos tratan realidades especulativas desde perspectivas diferentes: desde una sugestiva mirada hacia los viajes en el tiempo con un estilo costumbrista, como es el cuento de David Díaz (La tropa), hasta una mirada a un futuro distante y extraño, como son los cuentos de Laura Casasa (Los túneles de la memoria) y de Antonio Chamu (La onceava generación), desde el distanciamiento social de una Costa Rica del siglo XXII con respecto al XX del cuento de Iván Molina (Sputnik) hasta las consecuencias posibles del cambio climático que exploramos Jessica Clark (Frente frío) y yo (Flor del crepúsculo). Es decir, para gustos variados.

Encantada de la vida, puedo anunciarles a todos los ticos que pueden encontrar este libro en las principales librerías del país, en cuenta las de la propia universidad, a partir de la próxima semana. ;) (Y quienes me leen desde fuera de Costa Rica pueden contactar a la editorial o a mí y nos arreglamos para hacérselos llegar ¡por supuesto!)

24 de noviembre de 2009

A través de los ojos de un lector

He oído decir infinidad de veces que sólo los escritores novatos escriben lo que a ellos les gustaría leer, o, en una variante, que como no encuentran la historia que tanto ansían, la escriben. En cambio, el escritor veterano, profesional, ya conocedor, no se para en cuestiones tan superficiales y escribe entonces lo que lleva en el "alma", las palabras que transitan dentro y que debe dejar salir para no explotar. Puede que sea motivado por algún ideal, por una vivencia o porque la presión del editor no le permite explayarse. No importa. El asunto es que ya no se pone los anteojos del lector, pues eso, para él, quedó atrás...

El otro día, cuando daba término a un nuevo libro que me fascinó, me pregunté de pronto por qué sería tan de "novato" escribir lo que uno quiere leer. ¿Acaso cuando nos vestimos los ropajes de la escritura creativa profesional dejamos de ser lectores? ¿Ya no volvemos a ver los libros que alguna vez fueron nuestra delicia? Yo lo dudo. Al menos en mi caso, mi afición lectora sigue intacta. Que no tenga tanto tiempo como cuando era una chica adolescente o una niña, pues eso es otra historia. Lógicamente en la edad adulta todos tenemos múltiples obligaciones y preocupaciones varias, desde el día a día hasta los proyectos de familia o personales. Pero siempre que tengo un hueco de tiempo, lo lleno con alguna lectura de mi interés.

Y descubrí que sigo siendo la misma lectora de siempre. Algunos libros son verdaderos deleites magníficos para mí. Los tomo y no quiero soltarlos. Cualquier minuto es bueno para leer aunque sea un párrafo (como cuando espero a que cargue mi computadora, la cual, por cierto se toma un tiempo laaargo) y cuando lo termino siento un vacío que necesita algunos días para refrescarse, sin que ello signifique que olvide mi nuevo amor.

Otros libros, en cambio, son amistades ocasionales. Si son agradables o interesantes, los leeré completos, por supuesto, pero sin la pasión devoradora de mis "amantes". No tengo tanta ansia ni tanta prisa, aunque les dé el finiquito igual, y aún cuando sepa que son buenos libros, que están bien escritos y/o que cumplen todos los requisitos de una verdadera obra literaria.

¡Qué caray! Entre lector y libro también hay "química". Y me puse a pensar entonces: ¿por qué es así? ¿Por qué leo este libro con tanta devoción y este otro con cordial interés? ¿Por qué uno se posiciona en mi corazón y el otro sólo en mi cabeza? ¿Tengo una explicación racional? ¿Debería tenerla? En realidad sí, pues soy escritora también y una de mis aspiraciones es lograr, precisamente, que otros lectores, como yo, se "enamoren" de mi obra.

Vuelvo entonces al punto de partida: ¿no será que apreciar el gusto lector no es una característica tan novata como nos han pretendido hacer ver? Cuando un escritor "deja salir" las palabras que lleva "dentro", a lo mejor en realidad está escribiendo la historia que después de todo le apetece leer él mismo. Ni más ni menos. Sin misterio ni complicaciones, el escritor veterano al igual que el novato están plasmando en el papel una historia de la que ya previamente se habrán enamorado, ¿no?

Bueno, no siempre es así, creo. Tengo la impresión de que a veces, llevados de las presiones de la vida diaria o de las expectativas creadas, algunas veces no escribimos la historia que a nosotros nos gusta o nos apasiona y nos inclinamos por historias más "profundas" pero que nos son tan ajenas como esos libros "amigos" que no "amantes" que ocupan algún lugar en nuestra estantería. Y no veo que sea necesario...

Si me he enamorado de una nueva historia, si un personaje me ha hecho palpitar de emoción mientras pasaba las páginas del libro donde está inserto, significa que sigo siendo tan lectora como otro cualquiera y que mis necesidades de lector acaban de ser satisfechas por la obra de algún autor que supo plasmarlas en el papel. Entonces, cuando asuma de nuevo mi rol de autor, haré exactamente lo mismo a la inversa: plasmaré en el papel la historia que me logre apasionar igual, que me haga soñar igual, que me haga vibrar igual. Si consigue enamorarme a mí... sí, conquistará también el corazón de cualquier otro lector. De seguro ;)

16 de noviembre de 2009

Una alegría

Escribes un relato. Lo revisas. Tienes tus dudas, tal vez le cambias un giro, quizá el final completo. O tal vez no le cambias nada, pero igual has estrechado tus lazos afectivos con él. Finalmente, revisas las bases del certamen que te llamó la atención y ves si tu relato se ajusta. Si se ajusta bien, lo preparas, redactas tu plica y lo envías. Y cruzas los dedos, porque en los certámenes literarios de todo puede pasar. Es una apuesta emotiva, porque el relato es más que un informe o un examen. Es el resultado de tu esfuerzo creativo, que quizá te ha tomado tiempo y a veces, algunos sacrificios.

Así me sucedió este año. Fruto de una lluvia de ideas que tuve hacia mediados de año para desembarazarme del peligro de la parálisis creativa, escribí Sueño Profundo, relato de ciencia ficción, cuya acción transcurre en un futuro más o menos lejano, cuando una telépata venida a menos debe intentar recuperar sus habilidades para despertar a un importante científico de un coma, provocado por una explosión misteriosa. El relato me tomó tiempo, pues debí documentarme sobre las teorías de la conciencia como fenómeno biológico y la relación que guardaban con las teorías cuánticas, las mismas que se usan en la elaboración hipotética de las computadoras cuánticas, que deberían sustituir nuestros sistemas actuales. Es un tema espeso, en especial si no tienes bases para comprenderlo, aunque intensamente interesante, debo decir. Al final, luego de revisiones exhaustivas, di por concluido el cuento y lo envié nada menos que al XXI Certamen Alberto Magno de Ciencia Ficción, que auspicia la Universidad del País Vasco.

No gané. ¡Pero quedé finalista!

He aquí la noticia que me alegró el día: (también aquí y aquí)


"La Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV anunció durante la ceremonia Alberto Magno 2009, celebrada ayer, el fallo del XXI certamen literario Alberto Magno de Ciencia Ficción. El gandor del Primer Premio, dotado con una cuantía de 3.500 euros, ha sido el escritor de origen cubano Vladimir Hernández Pacín, residente en Barcelona, por la obra "Tocando las puertas del cielo".

Vladimir Hernández Pacín nació el 21 de noviembre de 1966 en La Habana, Cuba, donde cursó estudios de Ingeniería Metalúrgica y de Física. Comenzó a escribir en los años 80 bajo el pseudónimo de Blade. En el año 2000 fue finalista del premio UPC y en 2006 obtuvo el Segundo Premio Alberto Magno por "La Apuesta Faustiana". En los últimos años ha escrito numerosos relatos y novelas del género de Ciencia Ficción.

Por su parte, el Segundo Premio Alberto Magno, dotado con 1.500 euros, ha correspondido a Óscar Beltrán de Otálora Martínez de Antoñana (Vitoria-Gasteiz) por el relato "El gran viajero", mientas que la categoría Premio UPV/EHU ha quedado desierta. Óscar B. de Otálora es periodista de la sección de Política de El Correo, y disfruta haciendo magia y escibiendo ficción en sus ratos libres.

El jurado del premio, compuesto por profesores de diferentes áreas de la Facultad de Ciencia y Tecnología han declarado finalistas los relatos "Espacio, tiempo y casualidad", cuyo autor es Luis Alejandro Vinatea Arana (Florianópolis, Brasil), "La costilla de Dios", escrito por Miguel Santander García (Valladolid) y "Sueño profundo", cuya autora es Laura Quijano Vicenzi (San José, Costa Rica). En esta convocatoria se han presentado un total de 52 relatos, todos escritos en castellano, remitidos desde Argentina, Cuba, Venezuela, Brasil, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Israel, Nicaragua, Uruguay y otros 33 procedentes de diversos puntos de España.

La festividad de Alberto Magno, patrón de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU ha sido el día elegido para dar a conocer el falllo del Premio Literario Alberto Magno de Ciencia Ficción, el más antiguo de los certámenes nacionales dedicados a este género, y uno de los premios con mayor dotación económica. La Ceremonia ha estado presidida por el Rector de la Universidad del País Vasco, Iñaki Goirizelaia, y Esther Domínguez, Decana de la Facultad de Ciencia y Tecnología.

En el evento celebrado hoy se entregaron los Diplomas a un total de 323 alumnos del Curso 2008-2009, egresados de las nueve titulaciones científico-tecnológicas que se imparten en la Facultad de Ciencia y Tecnología. Los nuevos científicos y tecnólogos vendrán a cubrir en buena parte la demanda de especialistas en el campo de la I+D+i por parte de la comunidad empresarial, investigadora y docente del País Vasco."


El resaltado y el color fueron cosa mía, por supuesto. ¿No es estupendo? Mi Sueño Profundo entre los cinco mejores de entre 52 relatos. ¡Me siento, hoy, muy bien! Honrada, por la estatura del certamen y del jurado, y complacida, de haber gustado.

Un día para estar contenta. :)

P.D. Por cierto, no conozco a los autores que ganaron ni los que quedaron finalistas, pero desde aquí les extiendo mis felicitaciones. ¡Enhorabuena!

12 de noviembre de 2009

El placer de una buena lectura... ¿electrónica?

No recuerdo quién dijo que todo escritor es ante todo un buen lector. Quizá los teóricos de la creación literaria, que por mucho tiempo debatieron el origen de nuestra inspiración: si de la realidad o de las letras mismas. No sé si ellos llegaron a alguna conclusión conciliatoria (no lo recuerdo), pero en mis impresiones (humildes y personales, que conste) pienso que ambos caminos son complementarios y retroalimentarios. Como la educación de una persona, donde herencia y ambiente juegan siempre papeles alternativos y complementarios, en la formación del escritor se hallan los estímulos directos de la realidad y por supuesto, el tipo y cantidad de lecturas que haya realizado a lo largo de su vida. Creo firmemente que todos podemos definirnos a través de nuestras lecturas -o a través de nuestras no/lecturas- y que si hemos de escribir por todos los años de nuestra vida, seguiremos leyendo también hasta el final.

Leer, en mi caso, es parte del estímulo real. He leído desde que tengo memoria (aprendí cuando tenía unos cinco años y como mi memoria no es precisa más atrás de esa edad, por eso la lectura me acompaña desde entonces). No he parado nunca ni creo que tal cosa suceda, por la simple razón de que leer para mí es parte de mi descanso, de mi reflexión, de mi encuentro personal, de mi paz y hasta de mis equilibrios. Si me quitan mis libros me hundo en la tristeza. Tan simple como eso. Necesito leer, aunque sea un poco, todos los días. Si no tengo un libro, pues qué caray, un periódico, una revista y hasta un catálogo puede funcionar como sucedáneo muy temporal, pero al final encontraré un libro que me asista.

Esta característica me hace una lectora flexible. Como mi vida se ha vuelto complicada de un tiempo para acá (familia -incluidos tres niños-, trabajo -no relacionado con la literatura-, y deberes domésticos), tengo que leer cuando puedo y muchas veces, cuando puedo es en la fila del banco, en el autobús, o durante los minutos que tarda mi computador en cargar. No descarto los pocos momentos en que puedo sentarme a leer un buen libro sentada en un sillón con una bebida agradable en la paz de mi hogar, pero son tan escasos que a veces sólo puedo soñar con ellos. Esta situación impone algunas consideraciones a la hora de elegir el tomo a leer:

1. Si voy al banco, debo escoger un formato sencillo, chiquito, de bolsillo. Un librote de pasta dura es imposible de cargar dentro del bolso y pesa lo suyo en una larga fila en el banco.
2. Si voy a incluirlo en algún viaje menor, debo considerar otros tomos adicionales, por lo que el tamaño y maniobrabilidad son destacables.
3. Si cuento con todas las comodidades, el libro puede ser lo grande que quiera. No hay problema.

¿Y qué tal el libro electrónico? Pues se supone que sería el máximo exponente de la flexibilidad, dependiendo del soporte. En uno de esos lectores electrónicos modernos con pantalla "amigable" y con carga de varias horas, sería genial. Aún son algo costosos y no pueden conseguirse en todo lugar, pero pronto habrán invadido hasta el último rincón del planeta. Tienes la ventaja adicional de que no llevas sólo un libro dentro del lector, sino muchísimos más y del tamaño que quieras, con lo que las consideraciones de comodidad y etc. pasan de lejos y finalmente eres un lector moderno con tus amados libros al alcance de un click. ¡Guau!

¿Y el placer? Bueno... se supone que el placer está en la lectura misma. ¿Pero y ese aroma particular del papel, esa facilidad que supone no tener que cargar la batería, no tener que prender o apagar nada, no temer perderlo pues su precio es relativamente bajo en comparación? ¿Esa íntima conexión con lo antiguo? (En estos días, los libros son los últimos vestigios de una antigua tecnología que se ha resistido duramente al paso del tiempo).

La tecnología avanza y abarata los costos de muchos placeres. La generación que está creciendo está acostumbrada a lo digital, como parte de su vida e incluso de su cuerpo, y para ella un lector electrónico será tan habitual como ya lo es un celular, un IPod o un computador portátil. Y como siempre habrá una porción lectora en nuestra sociedad, dicha porción se alejará con el tiempo del libro impreso en papel y tenderá a la tecnología que le es más familiar.

¿Qué pasará entonces con nuestros libros amados de papel? Bueh... supongo que se perderán, tarde o temprano. De hecho, las editoriales que saben adaptarse y las librerías que no quieran cerrar, ya deberían estar montando sus secciones de ventas de libros electrónicos y de aparatos soporte para leerlos, antes de que la marea las arrastre hacia la desaparición (muchas editoriales ya están agresivamente entrando en ese mercado, por fortuna). Pronto habrá interesantes sitios de lectura en cada librería, lo auguro, y no creo que nadie piense ahora que esa imagen es sólo ciencia ficción.

De momento, sin embargo, aunque noto en auge el mercado del libro electrónico y la venta de los lectores, el libro de papel tiene todavía su amplio margen de acción, en especial entre nosotros, los menos jóvenes, quienes aún poseyendo un aparatitito estupendo con miles de libros insertos, no podemos resistirnos al viejo tomo encuadernado con sus páginas tangibles que nos espera en el rincón preferido de la casa. Nuestro instante perfecto de lectura... nuestro instante de placer. :)

P.D. Ojo: ya viene Google Editions y la librería virtual para el año 2010, como una especie e ITunes de los libros, con participación de editoriales y distribuidoras. ¡La cosa está que arde!

31 de octubre de 2009

Frustraciones...

Supongo que en alguna ocasión anterior habré mencionado el tema, pero no puedo evitar recaer en él, tal vez movida por la reiterada costumbre que posee un escritor de enfrentar ciertas frustraciones habituales e inevitables, que por más que desee sobrellevar con estoicismo o incluso serenidad, no lo logra. No me refiero a la clásica página en blanco o a la terrorífica sensación de que las ideas se han muerto en tu cabeza, que ya no encuentras historias o palabras para encuadrar tus emociones en versos sublimes. No. Me refiero a una situación mucho más prosaica, pero no menos enervante: el desestímulo exterior.

Leí el otro día el blog de otro autor, ya publicado, incluso famoso, que se quejaba del terrible prejuicio que enfrentaba al sentir odio por su trabajo de forma ocasional. Es decir, él, como todo el mundo, a veces siente que detesta su trabajo. Que ya está obstinado de esa novela, o de ese capítulo, o incluso de ese párrafo. Que desearía lanzar el libro por la ventana y quedarse tan contento. Pero enfrenta el desdén social que le dice: No puedes, no debes, renegar del trabajo de tus sueños, de un trabajo tan sencillo como es escribir. ¿Sencillo?, reclama él. ¿Quién dijo que escribir libros es sencillo? Ah, pero si un médico se queja, todo el mundo lo comprende. El escritor no tiene que hacer nada, sólo sentarse a que la Musa le susurre las palabras adecuadas y él escriba su obra maestra y ya. Y si no termina el dichoso libro no es porque sea difícil o porque él no encuentra las palabras. Es porque está de vago.

Lo comprendo. Enfrenta la ignorancia social, muy extendida, que cree que escribir es un pasatiempo, aunque se gane dinero con él.

Mi situación es similar en ciertos aspectos. No soy famosa (¡nada que ver!) y mis publicaciones pueden considerarse aún modestas (en especial en comparación con los tirajes de mi autor en cuestión, ¡madre mía!), pero el descrédito es el mismo. He estado sentada frente al computador, revisando, leyendo, escribiendo, volviendo a revisar, volviendo a leer, volviendo a escribir, en los ratos libres de los cuales puedo disponer (que no son muchos) y me levanto, cansada, a veces frustrada porque no he encontrado el término adecuado, porque no me satisface el final de un relato o porque un capítulo me ha quedado insulso o por lo que sea, y alguien de mi familia o algún amigo o colega me mira y me dice: Pero ¿de qué estás cansada? ¡Si no has estado haciendo nada!

¡Nada! Ah, es que escribir es como sentarse a ver televisión. Es divertido, por tanto, es inocuo. Pues claro que es divertido, la mayor parte del tiempo, si no, no sería tan obcecada en querer llevarlo a cabo. Es mi pasión y mi gusto, como lo es del autor mencionado al principio. ¡Pero como que nada, nada, no! Y sí es cansado. Y sí tiene sus momentos tediosos, o inquietantes, o desesperantes, muy en particular, cuando estamos revisando.

No estás haciendo nada. No puedes quejarte. ¡Es tan sencillo escribir! ¿Qué puede significar contar que un fulano salió de su casa una mañana, se encontró con un ladrón en el parque y luego murió en el hospital? ¿No es una historia simple, por ejemplo? Es que yo sí que trabajo. Y mucho. Pero tú, ¡tú no haces nada!

Frustración total. :(

21 de octubre de 2009

Fabricantes de Sueños 2008: listo para leer

La semana pasada recibí una noticia alentadora y esta semana tuve en mis manos el contenido de dicha noticia: ya se publicó el Fabricantes de Sueños 2008 de la AEFCFT, una de las publicaciones que he esperado con ansia. Esta colección, centrada en los relatos más sobresalientes publicados durante el 2007, incluye mi pequeño Por siempre otro, relato que vio la luz por primera vez en NG 366o y que tuvo la dicha de ser considerado con méritos suficientes para formar parte de esta antología. Recuerdo que lo convertí en el título de mi colección de cuentos Por siempre otro y otros relatos (Leer-E, 2007), y ahora me complace muchísimo poder leerlo en papel (tradicional que es una...).

La antología está compuesta de 17 relatos de 18 autores diferentes, incluyendo el mío, y promete horas de entretenimiento auténtico. Recién recibido, aún no he tenido la oportunidad de leerlos, pero muchos tienen títulos muy sugestivos.

A continuación transcribo la nota que aparece en la contraportada, pues creo que ella resume mejor que yo lo que un lector puede esperar de esta antología:

"Tienes entre tus manos el Gran Sueño: el de aquellos autores del fantástico que pudieron verse publicados durante el año 2007. Fabricantes de Sueños es un contenedor repleto de la creatividad más variopinta: deslumbrantemente futurista, pesadillesca u oscura, pero también mágica y cargada de luz. Y es que se dan cita en su interior la ciencia-ficción, la fantasía y el terror.
Diecisiete han sido los relatos seleccionados. Dieciocho sus autores: Sergio Parra, Santiago Eximeno y Alfredo Alemán, Jordi Armengol, David Mateo, Antonio J. Cebrián, J.E. Álamo, José María Tamparillas, María Concepción Regueiro, Juan Antonio Fernández Madrigal, Carlos Duarte, Laura Ponce, Claudio Amodeo, Laura Quijano, Ramón San Miguel, Domingo Santos, José Ignacio Becerril y Sergio Mars.
Este libro es un resumen inmejorable de las principales tendencias del género fantástico español, auspiciado por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror."

¡Qué delicia tenerlo en las manos! :)

16 de octubre de 2009

Nostalgias de un inicio...

Leyendo una entrada muy interesante sobre la longitud de las obras narrativas en Rescepto Indablog, me puse a pensar cuál era mi relación íntima con la escritura -si era con el cuento o con la novela-, lo cual me llevó a un viaje nostálgico hacia el pasado que resultó ser muy agradable. Hacia mis inicios... Y me hizo descubrir que mis primeros amores estaban con algo parecido a un "comic" o historietas, derivadas de una representación teatral espontánea.

Parece enredado. No lo es, pues se desarrolló a lo largo del tiempo, pero bien mirado debo reconocer que sí tuve una "iniciación" enredada.

Era una lectora compulsiva, y sigo siéndolo. Eso es un hecho. Todo cuento, novela o ensayo que pasara por la reducida biblioteca de mi casa cayó en mis manos en algún momeno de mi infancia o adolescencia, sin remedio. En los felices tiempos en que tenía cinco añitos y ya había conquistado los fascinantes territorios de la lectura recreativa, me abocaba a las famosas colecciones de cuentos clásicos con ilustraciones. Éstas eran muy agradables y las disfrutaba, y nunca me distrajeron del disfrute de la lectura en sí misma. Blanca Nieves, La Cenicienta, La Bella Durmiente, Caperucita Roja se unieron a Los Tres Cerditos, El Flautista de Hamelin, Rapunzel y otros muchos típicos cuentos con animales que hablaban, brujas malvadas, hermosas princesas y campesinos ingeniosos. Más tarde continuaría mi camino por los libros sin ilustraciones, pero en ese tiempo estos primeros libros ilustrados fueron mi delicia.

¿Influyeron en mi escritura temprana? No. Lo hicieron en mis dibujos, claro, pues dibujaba "princesas" para todo (las cuales eran todas, sospechosamente, niñas). Así pasé mi infancia hasta llegar a la edad más madura de los 10 años.

Ah, es que una a los 10 años es una chica grande. Jugaba con dos amigas de contarnos historias. Pero no lo hacíamos a la luz del fuego (¡mi madre jamás lo habría permitido!) ni eran simplemente narradas. No. En cada relato hacíamos las veces de juglares, sin saberlo, representando a cada personaje, haciendo sus movimientos, sus enfrentamientos y sus aventuras. Éstas eran bastante sentimentales, pues las fabricábamos basándonos en nuestros grupos musicales de moda y nuestros primeros "ídolos" juveniles (creo que fue Parchís- ¿los recuerdan?). El despliegue teatral fue estupendo, pasábamos horas enteras en ese juego y aún yo lo continuaba en mi casa con mi pobre hermanita (tres años menor que yo), quien debió sufrir mis propias nuevas aventuras. Con ella la historia era diferente, pues a mi hermana los ídolos juveniles le tenían sin cuidado (con siete años no les ves la gracia), así que recurrí al bagaje de cuentos clásicos y comencé a narrarle historias de aventuras de chicos y chicas enfrentados a toda clase de situaciones naturales y sobrenaturales. Era tan divertido que decidí estamparlas en el papel y así nacieron mis primeras historietas, con personajes dibujados que hablaban por medio de viñetas.

¡Qué tiempos aquéllos! Realmente crear era puro placer sin mayores objetivos. Los relatos nacían y morían con espontaneidad alegre y yo fraguaba aventura tras aventura en pequeños cuadernos de treinta hojas que se acababan muy rápido. Después de un tiempo, los dibujos comenzaron a estorbarme. Cada vez más escribía diálogos de un tirón y sólo hacía un dibujo para ilustrarlos. Y fue en ese tiempo cuando conocí a Hans Christian Andersen y sus maravillosos cuentos en versión íntegra sin ilustraciones. También, fue la época de leer las aventuras de internados y chicos exploradores de Enid Blyton y las de Puck. Tenían ilustraciones, muy pocas, pero eran auténticas novelitas infantiles.

Con Andersen y las autoras juveniles, terminé por desechar las ilustraciones e inicié mi carrera hacia el relato. Me dije: "No es tan difícil" (recuerden que tenía sólo unos 11 años para entonces), "sólo tengo que contar que Fulano fue a tal lado, que se encontró con Sutano y que le dijo X". Copié el formato de diálogo, con los guiones y los verbos "exclamar", "inquirir" y otros, cuyos oscuros significados descubrí en el diccionario (era muy importante) y me lancé (¡vaya valentía!) a escribir mi primera novela. Sí, novela. Larga y todo. En serie, como las de Enid Blyton. Se llamaba Colegiales (¿notan la influencia?). Creo que llegué a acabar dos de los cinco tomos previstos (tenía mucho optimismo) durante los primeros años de secundaria.

Nunca vio la luz, por supuesto, ni la verá. Es un pasaje de mi vida, leído sólo por mi hermana (mi víctima natural) y mi mejor amiga de la secundaria. Ya se perdió físicamente y apenas tengo memoria de algunas de las aventuras que inventé. ¡Pero cómo permanece en mi corazón, con cuánto cariño! Me evoca el enorme placer que era escribir, simplemente escribir, contar lo que lleva tu cabeza en el interior y dejarlo salir. No había preocupaciones de revisión técnica, de publicaciones o mercado editorial. Eso es cosa de adultos. En aquel entonces, la literatura era mi juego y mi ensoñación, vivida intensamente como sólo los niños saben vivir lo bueno que tiene la vida... :)

9 de octubre de 2009

Colecciones de relatos de V.V.A.A.

En estos días, mientras intento dar forma a un cuento nuevo que no me termina de cuadrar -pero que debo domar tarde o temprano-, recibí la noticia de que una de las antologías en las cuales tuve la suerte de ser tenida en cuenta ya fue publicada y que por tanto espere mi ejemplar de cortesía en el correo. Me alegré mucho, pues realmente me sentí muy honrada de que uno de mis relatos mereciera ser seleccionado en una colección que tomó en cuenta muchos otros, y porque siempre alegra ver un libro en el que tus obras se vean impresas.

Al mismo tiempo, recibí noticias de otra antología en la que estoy participando con otros cinco autores de mi país -y de la cual podré dar más noticias- y que pronto verá la luz también. El cuento con el cual estoy luchando -casi a muerte- es precisamente para una tercera antología que un grupo de autores de Sedice está armando justo ahora.

¿Y todo para qué? Pues... las perspectivas comerciales de las colecciones de relatos, en particular si son de autores varios, no son alentadoras. Muchos nos han advertido que este tipo de producciones no suelen venderse bien, pues los compradores normalmente se identifican con un autor y un estilo y no con varios al mismo tiempo, en particular si entre los nombres desplegados están los de autores noveles o desconocidos. He sabido eso y los demás autores también son conscientes de ese hecho. Sin embargo, seguimos participando con nuestros trabajos para integrar selecciones y también seguimos emprendiendo proyectos en conjunto.

¿Por qué?

Yo supongo que nuestro instinto gregario, tan bien asentado en nuestra especie, nos impele a la reunión social y a los deseos de cooperación mutua. Nos agrada compartir espacio con otros como nosotros, que temen como nosotros, que sueñan como nosotros y que trabajan como nosotros en la misma pasión, en el mismo arte. Y si además los conocemos, nos alegra compartir ese espacio con un amigo.

Y con respecto a las antologías que nosotros mismos formamos -es decir, que no son el producto de la selección de un jurado, sino del esfuerzo conjunto de los mismos autores-, se añaden otras sensaciones. No ganaremos un centavo, pero ¡qué agradable es la experiencia! Si tomamos en cuenta que la profesión literaria suele ser una ocupación solitaria -eres tú con tu libro, o sea, tú contigo mismo-, no es de extrañar que aprovechemos esos preciosos momentos en que podemos compartir nuestra pasión con otros iguales a nosotros, quienes están tan ansiosos como nosotros de ser leídos, comentados y hasta criticados. Durante estos procesos los autores nos brindamos un apoyo especial: son colegas que te comprenden, que conocen bien las dudas y los temores por los cuales atraviesas a menudo, que se identifican con tus malos momentos creativos y que saben apreciar cuando has sido capaz de corregir con elegancia tu escrito y volverlo digno de ser puesto al acceso de los lectores.

Al final también, hay una retribución más personal. Puede que estés luchando aún por conseguir la atención de agentes o editoriales. Puede que tu novela todavía no esté lo suficientemente pulida o todavía no has conseguido llevarla al nivel que deseas. Pero verás tu nombre impreso en una producción literaria cuya calidad ya has probado y saboreado. Y si ya eres un veterano en las lides literarias, también te congratularás, pues querrás compartir esos instantes de amigabilidad con los otros autores, todos reunidos en un estupendo encuentro social. :)

27 de septiembre de 2009

Enfocar nuestras energías

El otro día leí una entrevista muy interesante que hizo Teo Palacios al escritor Leonardo Ropero en su blog Fantástica Literatura. De entre lo que Ropero narró sobre sus experiencias, era notable la reafirmación del trabajo duro, de la persistencia en la consecución de nuestros sueños (en este caso la escritura profesional) y el cuidado que se debe tener con los originales que mostramos a agentes o editores. Lo dicho no era nuevo -aunque siempre es bueno recordarlo-, pero lo que dijo después me agradó mucho y me hizo pensar: "[...]centrar nuestros esfuerzos en la publicación, en lugar de en el hecho de escribir, puede acabar siendo contraproducente."

Prácticamente todo escritor novel se angustia por el difícil proceso de la publicación. Empezando porque no se tienen atestados, un curriculum, que pueda impresionar a un editor. Éstos, por otro lado pertenecen a una "especie" minoritaria, muy influida por su deseo de éxito comercial -lógico, pues si no la editorial se cae- y rodeados de una cantidad enorme de ansiosos autores en espera de una oportunidad. Dado el caso, es natural que los escritores noveles deseen consejos e informes sobre cómo publicar, se depriman con los rechazos y reciban constantes recomendaciones de no ceder en su empeño.

Pero entre todos los artículos que aconsejan "cómo publicar", nadie se refiere al disfrute de la escritura. Naturalmente, comienzan con el consejo principal: Termina tu libro. Hazlo bien. Luego, se concentran en los pasos para encontrar un agente adecuado o un editor y todo lo que conlleva este proceso. Queda atrás la hechura del libro en pro de la angustia de la comercialización.

No tiene nada de malo desear verse publicado, por supuesto. Es lo lógico, si queremos hacer de la escritura nuestra meta profesional. Sin embargo, pienso que la observación de Ropero es oportuna. ¿De qué sirven tantos consejos, tantos esfuerzos y tantas estrategias si hemos olvidado el disfrute de nuestro arte y nos abocamos a intentar satisfacer lo que nosotros creemos ha de satisfacer a los reyes de la industria o incluso al lector? ¿No estamos perdiendo el enfoque?

En un documental muy interesante que vi sobre la historia de Pixar, pude darme cuenta de que no es nuevo que el novato se deje influir por los demás al punto de perder el enfoque. Cuando Disney había aceptado distribuir la primera película que Pixar habría de producir, solicitó una historia con determinadas características. Varios de sus ejecutivos y algunos de miembros del personal principal de Pixar destilaron entonces sus ideas de cómo debía ser la primera película animada para captar la atención del público y recuperar la inversión -ingente- que supondría. John Lasseter, por entonces el animador y director del proyecto en ciernes, escuchó todo de todos y confeccionó un primer esbozo de la historia, con la grabación de los personajes y demás. Presentó su proyecto a Disney y... fue un fracaso. Roy Disney declaró entonces que aquella película sería un desastre, a nadie gustó, y el gran emporio detuvo el proyecto. Lasseter no sabía qué había ocurrido, pero un buen amigo suyo le dijo:"Te has concentrado tanto intentando complacer a los demás, que olvidaste lo que tú querías". Y no pudo hacerle mejor observación. Lasseter desechó lo que había confeccionado y se dedicó a trabajar en la historia que él había imaginado, como él la deseaba y como él la disfrutaba. El resultado fue uno de los mayores éxitos en la historia del cine (Toy Story) y el inicio de un camino sembrado de éxitos.

Pienso, entonces, que es con esa clase de anécdotas con las cuales la observación de Ropero resulta atinada. Disfrutar primero, vivir la historia como uno la desea, la proyecta, la imagina, y concluirla. No preocuparse de momento de si podré publicarla o no, o si le gustará al editor o no. Primero ha de gustarme a mí, convencerme a mí, hacerme feliz a mí (aunque sea una historia triste, ojo). Luego, cuando ya la he terminado, regreso a ella para revisar, pulir, revisar de nuevo, acabar con elegancia. Que quede un original digno de ser leído por cualquiera, sin que haya manchas odiosas, como las faltas ortográficas o gramaticales, y sin que haya cortes abruptos o inverosimilitudes.

Al concluir el proceso de revisión habrá llegado, sí, el momento de preocuparse por el destino ulterior de nuestro tesoro. Pero tendremos la satisfacción de que lo habremos disfrutado en serio y con pasión. Seremos artistas y seremos, por tanto, escritores. ;)

18 de septiembre de 2009

Nuevas estrategias publicitarias: "Booktrailers"

Hace unos años, un escritor novel español anunció muy contento que iba a ver su primera novela publicada. Recuerdo que se trataba de una novela de fantasía y la editorial en cuestión era también bastante nueva. No se dedicaba exclusivamente a la fantasía, pero sí estaba más que dispuesta a tentar su suerte con escritores noveles. Lo que más llamó mi atención en aquella oportunidad fue su peculiar línea de promoción: creaba prólogos en video, como si lo anunciado fuese una película y no un libro.

Como no volví a escuchar ni del libro ni de la editorial, pensé que había sido un intento fallido, aunque interesante, de probar nuevos cauces publicitarios, aprovechando Internet, y me olvidé de él. Sin embargo, no consideré que posiblemente el libro no fue más exitoso por otros muchos factores.

Ahora, las editoriales más viejas y asentadas están lanzándose por la vía del llamado "booktrailer" o prólogos (en video) de libros, para lanzar una de las novedades del momento, El Nombre del Viento de Patrick Rothfuss. Y a ellas sí les está dando enormes resultados. No lo tratan como su única vía de promoción, sino como un refuerzo más a una intensa campaña publicitaria con la cual buscan posicionar rápidamente en los primeros lugares su propio producto. Tan intenso y original ha resultado el experimento que ha llamado la atención de muchos, incluso del propio autor, sorprendido por la iniciativa, pues en su propio país (Estados Unidos) es desconocido.

Una de las editoriales lanzó la versión en castellano:




La otra lo hizo en portugués: (la cual, por cierto, me parece aún mejor que la previa)





El impacto resulta evidente. Por supuesto, no significa que estos anuncios hayan sustituido al resto de técnicas de las campañas de marketing, como enviar algunos ejemplares a lectores registrados previo al lanzamiento para provocar reseñas tempraneras, o inundar los mejores puestos de las librerías con posters y otras decoraciones, etc. Pero resulta tan agradable y original, que no puede pasar inadvertido.

¿Y por qué no? En un mundo dominado por la Red de Redes, donde cada día es más importante frecuentar sitios de intercambio social y donde un sitio como youtube.com es moneda corriente en cantidad apreciable de usuarios, la publicidad habrá de amoldarse y adaptarse. Todo nos entra por los ojos (y por los oídos). Si además de diseñar una atractiva portada, asegurarse de obtener buenas críticas y reseñas, logramos darle "movimiento" al libro, estaremos captando un enorme caudal de mercado que tal vez pasaría de lejos. Y no porque el video sea mejor que la palabra escrita ni porque piense que el libro desaparecerá ahogado por los videos, no, no. Sino porque pienso que el video (el movimiento, la música, una voz que habla, que engatusa) pueden reforzar nuestro interés por las historias narradas, hacernos ir a la librería, sentirnos identificados por ese libro en particular. Si se fijan, tanto en uno como en otro video, el libro es protagonista, el centro de la atención. No hay confusión posible, nadie pensaría que se trata de una película o un videojuego. Y así, ha llamado la atención.

¿Cuáles otras adaptaciones más nos irán rodeando? Sabemos del libro electrónico, de las nuevas blogonovelas y ahora tenemos los booktrailers. ¿No es fascinante cómo nuestro mundo literario logra adaptarse al siglo XXI?

12 de septiembre de 2009

Tiempo de escritura... ¿cuánto es importante?

Estuve leyendo el otro día diferentes opiniones sobre El Nombre del Viento, obra de fantasía de un autor nuevo en el mundo literario fantástico, Patrick Rothfuss, quien hasta hace poco (unos dos años) era un perfecto desconocido, pero que hoy en día domina las estanterías de no pocos países. No he leído la novela -aunque me gustaría mucho hacerlo-, pero la mayoría de las opiniones de quienes sí la han leído es la de que es una obra notable, ejecutada con maestría, que no da a entender en ningún momento de que se trata de la primera obra del autor. De hecho, la sorpresa es palplable cuando los lectores se enteran de este último hecho.

Luego, ocurre algo que me ha llamado la atención siempre: alguien dice que Rothfuss pasó unos catorce años desde que la concibió hasta que le dio su última forma, concretamente unos siete desde que presentó el primer borrador a una agencia. Es decir, todo el mundo parece explicarse la maestría del autor porque pasó mucho tiempo trabajando la novela. Y se destaca el punto del tiempo. Supongo entonces que si Rothfuss sólo hubiera destinado un año o dos a escribirla, o le negarían su carácter de "sobresaliente" o lo considerarían fuera de serie, porque "no es posible escribir algo tan bueno en tan poco tiempo".

Y yo me pregunto: ¿eso es así? ¿Es indispensable quedar atorado en una obra al menos unos cuatro o cinco años para rendir un fruto excelente? ¿Un escritor que da forma a su historia en un año -para una novela- o menos de un año -para una novela corta- es un mal escritor? Si no dedicas la próxima década de tu vida a escribir una historia, ¿jamás será tu máxima obra?

La maestría ciertamente sólo se alcanza con el tiempo. Ni siquiera los genios son capaces de dominar un arte sin la constante práctica a lo largo del tiempo y creo que en eso todos podemos estar de acuerdo. Nadie producirá una obra maestra de la noche a la mañana, ni puede esperar que su historia no presente lagunas y errores varios. De hecho, es indispensable revisar el producto antes de presentarlo. Siempre. Es una regla de oro. Sin embargo, ¿cuándo es posible darlo por terminado? ¿Podemos considerarnos satisfechos al término del año o es imprescindible dejarlo engavetado el siguiente lustro? Parece que el público cree que la segunda opción es también una regla de oro.

Viendo los tiempos de publicación de los tomos de Canción de Hielo y Fuego, por ejemplo, no dejó de llamarme la atención que los tres primeros fueron lanzados al mercado en lapsos aproximados de año y medio o dos años. Juego de Tronos vio la luz por primera vez en agosto de 1996. Su continuación, Choque de Reyes, fue publicado en noviembre de 1998 y la tercera parte, Tormenta de Espadas, en agosto del 2000. Los tres libros son magníficas narraciones de una historia continua, muy bien ejecutados, con buenos ritmos constantes, gran diseño de personajes, y otros puntos sobresalientes que explican el éxito de la saga. Y es notable que el autor no necesitara diez años entre volumen y volumen. (Si alguien alega que ya la había pensado desde hacía muchos años -lo cual no nos consta- no le resta fuerza al argumento). Sin embargo, debieron pasar cinco años antes de ver salir Festín de Cuervos, el cuarto volumen de la historia, por diversas incidencias durante su escritura. Cinco años. Eso debería signfiicar, según la opinión popular esbozada párrafos atrás, que este cuarto volumen sería la obra cumbre de la saga. Pero no es así. De hecho, es la más débil, la menos convincente, la más criticable. ¿Favoreció al autor una extensión en el tiempo o más bien operó en su contra? Parecería que fue esto último.

No creo, entonces, que sea muy preciso afirmar que un autor necesita muchos años para producir buenas obras. Si nos remontamos a la literatura clásica, podemos advertir que si bien algunos produjeron algunas cuantas obras a lo largo de su vida (Cervantes produjo una sola gran obra maestra, Don Quijote, y otras obras menores -por comparación-), otros fueron destacables no sólo por su enorme productividad sino también por su gran calidad. Por ejemplo, Lope de Vega no necesitó dedicar diez años a cada obra de teatro o a cada poemario para revolucionar el teatro del Siglo de Oro.

Tengo la impresión, entonces, de que el tiempo dedicado a cada obra es relativo. Depende de ti, de tu velocidad de escritura, de tu ritmo de revisiones, de tu capacidad para desarrollar. No hay una regla universal según la cual un escritor debe encerrarse por varios años para producir cada una de sus obras. Es lógico pensar que le tomará más tiempo aquellas que sean más largas y más complejas y menos tiempo las que sean más simples y más cortas. Pero la razonabilidad de ese tiempo, dependerá de cada uno...

Y lo más importante, al menos para el escritor novel, será pensar que no es necesario preocuparse por cuánto tiempo le dedique sino cómo está desarrollando esa historia... ;)

4 de septiembre de 2009

Perspectiva de editores

Hace unos días, vio la luz la revista digital "Imaginarios", producto del esfuerzo y colaboración de diferentes personalidades y promovido por la Red de Universidades Lectoras y las Asociaciones Fénix de Fantasía Épica. Le eché una mirada y me pareció muy completa y muy interesante, especialmente para aquellos que nos inclinamos por los géneros fantásticos, tanto desde el punto de vista del lector como del escritor, y también para todos los que inclinan por los juegos de rol, los video juegos de temática fantásticas, el cine fantástico, los comics y los animé. Se charla sobre autores, sobre técnicas de juego, sobre novedades televisivas o cinematográficas, sobre novedades editoriales, y muchas otras reflexiones.

A mí, en lo particular, y por razones obvias, el artículo que más atrapó mi atención en el primer intento fue la entrevista que realizaron a varios editores de empresas editoriales que publican de forma regular o especializada obras de fantasía y ciencia ficción. Se incluyó una declaración general del departamento de prensa de La Factoría de Ideas y una entrevista pormenorizada a los editores de Grupo Edebé, Timun Mas y Minotauro, Equipo Sirius, Grupo Ajec y Grupo SM.

Las respuestas en general resultaban algo predecibles (ninguno habría de negar que quisiera publicar autores de habla hispana, por ejemplo), pero siempre es aconsejable no olvidar algunos de los aspectos que mencionaron, que muchas veces olvidamos en nuestras ansias por ver nuestras obras publicadas. También resultó interesante comprobar el número de originales que reciben al mes (algunos reciben unos 5 o 6, mientras otros reciben más de 10, y los más grandes, entre 50 y 60) y ciertos prodecimientos que efectúan para diseñar portadas (las editoriales más pequeñas consultan a los autores, las más grandes confían sólo en su departamento de diseño respectivo).

Entre los aspectos que ellos exigen en las obras presentadas -que deberían ser verdades de perogrullo, pero no suelen ser necesariamente la norma- destaca la corrección formal. Sí, la corrección formal. Pensemos en ortografía, en buena estructuración gramatical, riqueza razonable de vocabulario, buena presentación de los textos. Todos, requisitos obvios pero muchas veces no tenidos en cuenta con propiedad. Es así que los editores terminan por desechar lo que habría resultado ser una buena historia sólo porque el autor no tomó los cuidados necesarios en su redacción y en su presentación formal. Y si alguien dice que no debería tener importancia, pienso que sí la tiene: en el momento en que comienzas a encontrar excesivas faltas en la ortografía, o las estructuras gramaticales están mal formuladas, te sales de la historia, no la aprecias, no la ves. Así de grave es el problema.

Otro aspecto que ellos valoran tiene que ver directamente con el fondo: la historia debe contener elementos envolventes que atrapen al lector, que lo interesen. No es necesario innovar por innovar, declaran estos editores. Lo importante es que la historia sea capaz de atraer al lector y envolverlo, con argumentos originales, o con personajes carismáticos, o con un tratamiento innovador de un tema común, o con un estilo especial. O con todo junto. Y no es poco pedir: de entre los cientos de originales que reciben al año, publicarán sólo un pequeño porcentaje. La competencia es dura y lo es más cuando salen al mercado y luchan por un espacio en las librerías. Ellos saben que sus productos deben poder ganar muchas competencias. (Por cierto, me llamó la atención en el apartado de Timun Mas/Minotauro el dato de que la ciencia ficción suele aportar argumentos más innovadores que la fantasía. A tener en cuenta...)

Algunos prefieren recibir una sinopsis de la obra, junto con una presentación formal, además del original. Se dan una idea cabal de la obra antes de comenzar a leerla formalmente. Incluso es posible que con sólo leer la sinopsis decidan que no responde a sus intereses del momento (no lo dijeron, eso lo deduje yo, pues me pareció obvio). Entonces, pienso, es importante redactar una buena sinopsis, que invite a leer la obra, no a rechazarla a priori, consejo que me doy a mí misma ante las circunstancias.

Me agradó saber que la mayoría acepta originales por envío electrónico. En realidad, imprimir un original y enviarlo una vez puede resultar pesado, pero cuando estás enviando varios originales a diferentes editoriales, se torna caro y cansado. Ahora, con la existencia de los lectores electrónicos, muchos de estos editores se limitan a leer los originales en estos aparatos y listo. Se ahorran espacio (pues tienen menos origianles impresos acumulándose), tiempo (pues no tienen que imprimir) y papel, claro. Sólo Edebé se inclina por el original impreso, según recuerdo. Este dato es especialmente alentador para quienes vivimos fuera de la Península Ibérica o lejos de los principales centros editoriales de América Latina -como México o Argentina, por ejemplo- (A mí me queda lejos todo). Y nos lleva al siguiente tema: su apertura al libro digital. Todos estos editores se declararon listos para el mercado digital. Algunos ya tienen colecciones de libros digitalizados para este formato, otros están en el proceso. Supongo que es un tema al que nosotros los escritores debemos acostumbrarnos y adaptarnos.

Todos aseguraron confiar en su instinto para seleccionar las obras, pero sabemos que cuentan con lectores editoriales que elaboran informes de lectura. Es un hecho que nos regresa al cuidado con que hemos escrito nuestra obra, en fondo y forma, que supongo es el aspecto más reiterado e importante de todos. Sin embargo, no negaron que influyan sus intereses de mercado, sus líneas editoriales específicas y otros aspectos relacionados con el negocio y no con el arte litearario. En este aspecto, sólo juega en nuestra favor nuestra calidad y la suerte. Sí, la suerte: presentarse en el momento oportuno. ¿Cómo saber si es el momento oportuno? No creo que sea posible realmente, en particular porque uno no escribe su obra para un momento del mercado, sino porque así se le ocurrió (es diferente si eres un escritor por encargo, pero no hablamos de eso aquí). Si resulta que mi historia versa sobre un tema que le interesa mucho a la editorial en ese momento, puede que juege a mi favor y predisponga a los lectores y al editor hacia la publicación. Si al contrario, no entro de los cálculos de mercadeo, mi obra tiene que ser espectacular para ser tenida en cuenta.

Y volvemos a lo mismo: originalidad y enganche. Si es el momento oportuno o no, ya se verá, pero en cuanto a nuestro trabajo en particular, sólo nos cabe la excelencia. Y el trabajo duro.

No hay salida. ;)

28 de agosto de 2009

Escribir "simple" o escribir "complicado"

En estos días que estuve vagando un poco por los foros literarios que suelo frecuentar, me encontré en Sedice una encuesta: el proponente quería saber cuántos de nosotros preferíamos autores "simples", cuántos autores "complicados", cuántos leíamos de ambos tipos y cuántos, pues, no leían. "Simple" y "complicado" se refería al estilo, no al fondo de las obras. Por ejemplo, para él "simple" es decir "Fulano salió de la nave", mientras que complicado es referirse al mismo hecho con muchas más palabras: "Fulano, de frente a su destino, entre una pisada y otra, contempló la salida, sintió en lo profundo de su alma el recuerdo de tantos infortunios, y pisó la nueva tierra con un suspiro de desaliento..." O algo similar. En otras palabras, se preguntaba si sus compañeros preferían autores que desarrollaran un estilo directo o si eran más populares los que se inclinaban por un estilo alambicado, enrevesado incluso. Hablaba de la ciencia ficción, pero supongo que la pregunta se puede aplicar a toda clase de literatura.

No creo que haberme planteado conscientemente si deseo que mi estilo sea directo o si preferiría desarrollar un estilo más rebuscado. Sin embargo, creo que podría ser un punto de reflexión para uno como autor, pues no deja de ser el estilo lo que determina uno de nuestros mayores puntos de identificación.

Las historias se desean originales. En eso estoy clara. Pero en un mundo poblado por casi siete mil millones de almas, con una historia civilizada de unos cinco mil años, con tantos millones de libros escritos y escribiéndose, ¿cómo se puede ser original? Ya sabemos que la mayor parte de las "grandes" historias son en realidad, bastante pocas. Las estructuras tienden a repetirse. Ciertos arquetipos lo son precisamente por su reiteración. Y hasta los desenlaces son finitos: o termina mal, o termina bien, o termina abierto. Con este panorama, la originalidad es un rasgo prácticamente imposible de ser alcanzado.

Por eso, pienso, es tan importante el estilo. Muchas veces, la originalidad de una historia no estriba exactamente en el argumento en sí, o en el planteamiento de los personajes, o en el final que le des. En realidad, en una gran cantidad de casos lo que identificará a un autor entre todos los demás será su manera de contar esa historia. En otras palabras, su estilo.

Vuelvo a la pregunta original: ¿cómo es preferible un estilo? Dependerá de épocas, modas, corrientes filosóficas, ¿formación cultural del autor? No será lo mismo que yo sea una persona formada en ciencias o tecnologías que en arte o filosofía. Mi estilo tenderá a ser más directo en el primer caso que en el segundo, por ejemplo. Pero aún los más metafísicos pueden ser directos, y los más técnicos pueden ser alambicados.

La encuesta en cuestión arrojó un resultado la mar de interesante: por una abrumadora mayoría, la opción "ambos tipos de autores son considerados" prevaleció sobre las otras. No importó, a priori, si un autor tiene un estilo directo o floreado. Lo que importó fue la experiencia personal de cada lector con el autor en cuestión. Y que su estilo fuera capaz de envolver al lector en su historia.

En otras palabras, no importa si posees un estilo directo o si prefieres formas más rebuscadas: tu historia debe calar hondo. He de decidirme, claro está, por un estilo. Nacerá en el transcurso del tiempo. Tal vez la Laura de hoy no escribirá como la Laura del mañana, pero su estilo deberá ser inteligible, funcional para sus historias -sea directo o no- y deberá saber transmitir una identidad.

Supongo que sólo así, podré ser original... ¿no?

21 de agosto de 2009

Problemas para revisar tu propia obra

Hace un tiempo, The Red Room, un sitio de reunión de escritores (mayoritariamente norteamericanos), lanzó una pregunta para el tópico de la semana, que sería contestada por cada escritor que lo deseara en su blog dentro del sitio. La pregunta se refería a los "malos pasos" dados por ellos en la publicación de su primer libro, y que ellos querrían corregir si pudieran regresar en el tiempo. De entre una serie de entradas muy agradables (muchos contestaron), me llamó la atención una que se refería a la dificultad de hallar un buen lector corrector, ajeno a la editorial o al agente.

La entrada me llamó la atención por la sencilla razón de que yo me he hecho esa pregunta muchas veces, dado que resulta titánico extrapolarte de tu propia obra para revisarla con verdadera objetividad.

Obviamente, no pienso en ningún momento en buscar a alguien que me sustituya en mi proceso de revisión. Creo que ese momento de relectura es imprescindible para los autores mismos. Cuando escribo un texto no tengo la disposición mental igual que cuando lo leo. Son instantes distintos, con sus propios procesos mentales. Mientras escribo estoy cumpliendo con los dictados de mi mente que suele ir más deprisa y por delante que mis pobres dedos, los cuales apenas dan abasto con la idea completa. Mientras escribo, estoy inmersa en el acto creativo, dando forma a las palabras, intentando plasmar en el papel lo que he imaginado y he "visto" con mi mente.

Al leer, es diferente. El texto ya está ahí, se ha separado de mis ansias creativas, y puedo entonces enfrentarme al resultado como un todo. Por eso es tan importante dejar pasar el tiempo entre la escritura y la lectura, para que el texto se asiente -frente a mis ojos- como una experiencia independiente de mi instante de creación. Si he dejado pasar los días o las semanas, y leo un texto que he escrito con la frialdad y la calma que me ha proporcionado ese periodo de "descanso", seré capaz de advertir los errores y las incongruencias, las faltas de coherencia y hasta los vacíos. Ya no soy "el escritor", sino "el lector".

Sin embargo, he notado que aunque mis revisiones son más frías que mis momentos creativos, jamás se comparan con la lectura de alguien completamente ajeno al texto. Ese lector que se enfrenta al texto sin conocerlo de antemano, que lo lee sin prejuicios, sin deseos de corregir sino sólo de disfrutar, es el mejor juez, el más implacable y el más objetivo. Lo he visto. Muchas veces he revisado un texto, lo he vuelto a revisar, lo he corregido y pulido. Y luego he tenido la suerte de que alguien más lo lea y ¡encuentra errores que jamás advertí antes! ¿Qué es?, me pregunto, ¿será que lo conozco tanto que más que leer, adivino?

Y entonces llego a preguntarme cómo conseguir un lector corrector para mis obras, que no sea la editorial ni el agente (quienes deberían recibir un texto final ya pulido). Cuando se trata de una historia corta, puede ser fácil. Pero cuando se trata de una novela, ¡madre mía! No puede ser tampoco cualquiera, ni en historias cortas ni en largas. Lo ideal sería alguien a quien le guste leer, que ha leído muchos libros similares (novelas, cuentos, poemarios, etc.) y que por tanto, ha tenido la oportunidad de formarse un criterio como lector. Y si es aficionado al género que has escogido, todavía mejor (aunque tal vez no fanático, pues tiene sus inconvenientes).

¿Dónde hallarlo? Es difícil. Algunos escritores cuentan con sus parejas, otros con algunos familiares y los más con amigos. No es muy amplio el panorama. Pero es lo que hay. Un lector profesional puede ser costoso (aunque si no queda remedio y confías en él, supongo que valdría considerarlo), y suelen trabajar para las editoriales, pero te gana en objetividad. A veces los familiares desean ser tan asertivos que olvidan el necesarísimo punto de la imparcialidad. O a veces no le prestan atención o no le conceden la debida importancia. Pero no todos los escritores (yo diría que la mayoría) se encuentran en posición de pagar dicho servicio.

Así que, así está la situación. Si se tiene la dicha de encontrar un lector corrector antes de iniciar el proceso con un agente o una editorial, las posibilidades de que el escrito resulte bien pulido aumentan, y aumentarán también las posibilidades de que sea aceptado y colocado. Casi como una cuestión "estadística", lo que convierte su búsqueda en un paso al que deberíamos prestar mucha atención...

14 de agosto de 2009

Un rincón propio

No recuerdo bien cómo llegué allí, pero me causó una muy agradable sensación econtrarme con www.whereiwrite.org, un sitio especial abierto por un fotógrafo profesional acostumbrado a fotografiar ambientes y subculturas y que deseaba encerrar en imágenes un mundo que le era hasta entonces desconocido: el íntimo refugio de un grupo de escritores.

En su explicación, el fotógrafo, Kyle Cassidy, narra que su iniciativa se originó en una visita casual a la casa de un escritor. Se sintió impresionado cuando puso pie en su estudio, porque pensó que estaba invadiendo un universo distinto, al cual era ajeno, pero que de inmediato le hizo sentir emociones nuevas. ¿Así era el rincón propio de un escritor? Tuvo la impresión de que había abierto el cráneo del escritor y podía ver las palancas de la genialidad, de la creatividad misma. Como un nido, pero hecho de libros. Ansioso, quiso fotografiarlo, pues pensaba que aquel lugar no sólo estaba cargado de significados, sino que también debía ser visto. Sin embargo, no pudo impedir que el escritor en cuestión quisiera ordenarlo "un poco" primero. Aún así, dicho incidente lo impulsó a buscar reflejar los espacios íntimos de otros autores.

De su peculiar peregrinaje, surgió una compilación de imágenes que reunió en un libro. Algunas de ellas las colocó a la vista pública en el sitio que yo encontré y donde hallé veinte autores norteamericanos del género fantástico -cultivan tanto la ciencia ficción como la fantasía pura y tal vez el terror-, algunos con largas décadas de experiencia, otros con menos años. Las imágenes son todas, pues, variopintas, como variados son las personas en sí mismas, aunque yo creería que guardan algunas semejanzas naturales.

El escritor es un artista solitario. Aún más que un pintor o un escultor, que pueden entrar en contacto con sus modelos, o que un músico que podría exponer su arte ante un público, el escritor se refugia en un rincón y su único compañero es el escrito que surge de sus dedos. El medio tecnológico es indiferente: puede ser un lápiz y un papel, puede ser una máquina de escribir, puede ser una computadora. La relación íntima es la misma, es el autor con su palabra y todo lo demás queda aislado. Entonces, su entorno natural tiende a ser pequeño, como un refugio, y sus compañeros más habituales no serán humanos: algunos se harán acompañar de sus mascotas (gatos o perros), casi todos se hacen acompañar de libros...

Libros. El compañero natural del escritor. Palabras y palabras, dándole vueltas, construyendo un entorno donde la imaginación vuela sin cortapisas. ¿Quién decía que el autor puede cambiar el mundo desde la oscuridad de su refugio? Pues, yo diría que si no lo cambia al menos puede enamorarlo, invitarlo a viajar a mundos alternativos, sean en la realidad, en el pasado, o en el futuro, sean en la fantasía o en los sueños...

Para mí fue emotivo. Y real. Pues los escritores no son seres extraños. Viven y sueñan como cualquiera y también encuentran abrigo en sus íntimos rincones, muchos de ellos atestados de cosas, pero todos hechos para hacerles sentirse cómodos en la soledad de su imaginación y en compañía de sus historias o poemas. Un rincón propio, lleno de significados, como bien observó nuestro fotógrafo en cuestión.

P.D. Me gustó mucho el rincón de Gregory Frost y el de Margaret Weiss. Casi pude mirarme en ellos :)

5 de agosto de 2009

Concurso de relatos Lykaon

Cristina Roswell está organizando junto con la escritora Cristina Puig un concurso de relatos cortos de temática fantástica muy interesante. Aquí les copio una parte de las bases:
(si hacen click en la imagen, ésta se ampliará)



Si desean consultar las bases ampliadas, hagan click en http://www.megaupload.com/?d=E16Z1R24 o consulten el blog de Cristina :) ¡Buena suerte!

31 de julio de 2009

Terminando julio...

Este mes ha resultado inmensamente divertido y ocupado para mí, desde el punto de vista literario. Luego de terminar mi novela corta, que me tomó unos tres meses escribir, me había quedado sin fuelle para continuar. Tenía muy presente aún los entuertos de la novela, las dificultades que me presentó y las consideraciones que tuve al respecto de ciertos puntos de su argumento, como para pensar bien en nuevas tramas o historias.

Entonces realicé mi experimental "lluvia de ideas" y el resultado fue una lista de propuestas argumentales que decidí acometer con diferentes perspectivas. Aunque tengo una novela en marcha -una historia larga-, quería plantearme desafíos y me lancé decidida a la temporada de certámenes de relatos, con el fin de explotar mi "lluvia de ideas", sacar adelante los relatos y lograr enviarlos a los certámenes que escogiera.

¡Me quedé de una pieza cuando revisé las listas de concursos literarios! Son decenas y decenas las que aparecen publicadas en la internet (no imagino el número de aquellos concursos que sólo se organizan a niveles más locales), la mayoría en España, aunque muchos también en diferentes sitios de Latinoamérica. Hay para todos los gustos y colores: desde certámenes poéticos y concursos de microrrelatos (de 100 palabras, incluso de 50) hasta concursos de novela y ensayo. Los hay para todos los géneros y en todos los estilos.

Me incliné entonces por seleccionar algunos concursos de relatos para los que podía tener la posibilidad de acabar un relato o dos. Y comencé a desarrollar mis propuestas argumentales. Hoy tengo en un registro personal lo siguiente: envié cuatro relatos a concursos, tengo otros cuatro relatos terminados en espera de ser revisados y uno en marcha. No está mal, si consideramos que a inicios de julio tenía la mente en blanco.

Todo esto no significa que garabateé unas cuantas líneas, le puse nombres a un par de personajes y los cerré con "FIN" así tan contenta. No. Lo más agradable de esta experiencia es que realmente lo he disfrutado, como antes, cuando tenía todo el tiempo del mundo para escribir y lo hacía por el sólo placer de inventar historias y divertirme con ellas. Este julio ha sido un mes productivo, divertido y especial. Cada historia fue escrita con interés, revisada a conciencia y calificada en consecuencia. No quería desperdiciar mi tiempo con historias a medias ni ganas de participar en un certamen solo por hacerlo. Así pues, me siento satisfecha.

Al día de hoy, sólo uno de los relatos que inicié está en marcha. No los comencé todos al mismo tiempo. He descubierto que semejante práctica, para mí, es poco recomendable. Preferí iniciar uno y terminarlo. Y sólo cuando estaba acabado, podía iniciar el siguiente. Había que tomar en cuenta la revisión, que no se debe hacer inmediatamente después de acabado, sino al cabo de los días cuando has obtenido perspectiva. De esta manera te vuelves lector frío y logras advertir las deficiencias que en el calor de la escritura se te habían pasado por alto. Por eso, creo, estuve en condiciones de enviar los cuatro relatos que están en concurso en este momento. Son cuentos chiquitos, de 1745 palabras poco más o menos, en donde cada una de ellas adquiere aún más peso por la estrechez del espacio.

Mañana inicio un nuevo mes, con proyectos claros y trabajo entre manos. Espero que sea tan productivo y satisfactorio como éste que termina. :)

28 de julio de 2009

Nuevos premios de la comunidad "blogger"

Una estupenda manera de terminar julio es quizá exhibiendo tres nuevos premios otorgados a este blog de parte de un miembro de la comunidad blogger, como es otro blogger que estrenando blog nuevo se decidió a engalanarnos con su amistad y reconocimiento. Me refiero a Cristina, que ahora ha abierto su corazón de escritora en su nuevo blog Mi realidad fantástica (el antiguo Luz de Luna también estaba muy bonito, que conste).

He aquí los premios que nos otorgó (¡muchas gracias!):


Este blog tem glamour
Sus reglas consisten en responder lo siguiente:
-Una manía: Jugar con mi pelo cuando pienso.
-Pecado capital: En algún momento de mi vida... la pereza. Pero creo que aprendí a combatirlo cuando tuve hijos ;)
-Mejor olor del mundo: el aroma de un bebé
-Si el dinero no fuera un problema: no creo que existiera
-Recuerdos de la infancia: caminando con mi papá hacia el jardín de niños y charlando sobre el nuevo bebé de la casa (mi hermano)
-Habilidades como ama de casa: no sé, espero tener alguna (dicen mis hijos que preparo buenas comidas)
-Lo que menos te gusta hacer en casa: lavar platos
-Una frase: Pura vida.
-Paseo para el alma: la lectura de un libro hermoso en la soledad de tu lugar favorito
-Paseo para el cuerpo: caminar bajo los árboles, en una tarde soleada.


Premio Princess
Reglas:
1.Agradecer a quien te lo obsequio: Pues, muchas gracias, Cristina
2.Decir un autor que te encante: Hay muchos. Isaac Asimov es uno de los principales.
3.Tu libro favorito: Igual, no suelo tener "favoritos", pero mencionaré uno que he leído infinidad de veces, Fundación (en realidad es serie compilada de forma tradicional en tres libros).
4.Algo que te entusiasme: Ver una buena película en compañía de mi gente (mi esposo, mis hijos y la perra).
5. Algo que odies: La injusticia
6.Obsequiar a 7 blogs este premio diciendo el por qué: Pues aquí enlisto los blogs. Para esta ocasión se lo daré solo a chicas, pues no creo apropiado (será que soy conservadora) otorgar un premio llamado "Princesa" a un blog masculino (por eso lo he reducido a cinco de los que más visito):

Proyecto de Escritora: Siempre activo, siempre interesante, siempre inspirador. :)
Antonia Romero: Uno de los primeros blogs que alguna vez visité, me inspiró a tener uno propio y a verter pensamientos entorno a mi oficio deseado (la escritura creativa profesional).
Los manuscritos del caos: Este es un blog reflexivo, interesante, que no sólo aborda los temas relacionados directamente con el acto de escribir, pero que le son significativos.
Silencio lo demás: Me encantan las entradas, muchas veces divertidas, de Care Santos. Sólo desearía haber leído alguno de sus libros. :)
Mi realidad fantástica: Sí, ya sé que lo tienes, pero igual me ha gustado como has reiniciado tu vida blogger. Me gusta también el nuevo look. :)

Finalmente, la buena Cristina nos engalanó con el precioso Premio Amistad:

Este no parece tener reglas, así que lo pondremos aquí como un agradable recuerdo amigable y desinteresado. :)

¡Saludos!