En estos días, mientras intento dar forma a un cuento nuevo que no me termina de cuadrar -pero que debo domar tarde o temprano-, recibí la noticia de que una de las antologías en las cuales tuve la suerte de ser tenida en cuenta ya fue publicada y que por tanto espere mi ejemplar de cortesía en el correo. Me alegré mucho, pues realmente me sentí muy honrada de que uno de mis relatos mereciera ser seleccionado en una colección que tomó en cuenta muchos otros, y porque siempre alegra ver un libro en el que tus obras se vean impresas.
Al mismo tiempo, recibí noticias de otra antología en la que estoy participando con otros cinco autores de mi país -y de la cual podré dar más noticias- y que pronto verá la luz también. El cuento con el cual estoy luchando -casi a muerte- es precisamente para una tercera antología que un grupo de autores de Sedice está armando justo ahora.
¿Y todo para qué? Pues... las perspectivas comerciales de las colecciones de relatos, en particular si son de autores varios, no son alentadoras. Muchos nos han advertido que este tipo de producciones no suelen venderse bien, pues los compradores normalmente se identifican con un autor y un estilo y no con varios al mismo tiempo, en particular si entre los nombres desplegados están los de autores noveles o desconocidos. He sabido eso y los demás autores también son conscientes de ese hecho. Sin embargo, seguimos participando con nuestros trabajos para integrar selecciones y también seguimos emprendiendo proyectos en conjunto.
¿Por qué?
Yo supongo que nuestro instinto gregario, tan bien asentado en nuestra especie, nos impele a la reunión social y a los deseos de cooperación mutua. Nos agrada compartir espacio con otros como nosotros, que temen como nosotros, que sueñan como nosotros y que trabajan como nosotros en la misma pasión, en el mismo arte. Y si además los conocemos, nos alegra compartir ese espacio con un amigo.
Y con respecto a las antologías que nosotros mismos formamos -es decir, que no son el producto de la selección de un jurado, sino del esfuerzo conjunto de los mismos autores-, se añaden otras sensaciones. No ganaremos un centavo, pero ¡qué agradable es la experiencia! Si tomamos en cuenta que la profesión literaria suele ser una ocupación solitaria -eres tú con tu libro, o sea, tú contigo mismo-, no es de extrañar que aprovechemos esos preciosos momentos en que podemos compartir nuestra pasión con otros iguales a nosotros, quienes están tan ansiosos como nosotros de ser leídos, comentados y hasta criticados. Durante estos procesos los autores nos brindamos un apoyo especial: son colegas que te comprenden, que conocen bien las dudas y los temores por los cuales atraviesas a menudo, que se identifican con tus malos momentos creativos y que saben apreciar cuando has sido capaz de corregir con elegancia tu escrito y volverlo digno de ser puesto al acceso de los lectores.
Al final también, hay una retribución más personal. Puede que estés luchando aún por conseguir la atención de agentes o editoriales. Puede que tu novela todavía no esté lo suficientemente pulida o todavía no has conseguido llevarla al nivel que deseas. Pero verás tu nombre impreso en una producción literaria cuya calidad ya has probado y saboreado. Y si ya eres un veterano en las lides literarias, también te congratularás, pues querrás compartir esos instantes de amigabilidad con los otros autores, todos reunidos en un estupendo encuentro social. :)
4 comentarios:
Pues adelante con ese maravilloso proyecto y avisa cuando salga publicado.
¡Por supuesto! En realidad, me ha encantado participar en este tipo de aventuras. :)
Me gustaría conocerte Laura e intercambiar cosas juntos, creo que podríamos enriquecernos mucho con nuestras ideas.
Mi correo es arturokortazar@hotmail.com, escríbeme si quieres, puede ser una bonita experiencia conocernos...
Arturo kortazar Azpilikueta Martikorena
Hola, Arturo. Gracias por la invitación y por la visita :)
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