En estos días leí dos artículos que me interesaron, por versar sobre hechos y situaciones que me afectan directamente. En uno de ellos se le hacía una interesante entrevista a un editor y en el otro se formulaba hipótesis acerca de la manera en que las pequeñas editoriales lograrían sobrevivir a pesar de los "peligros" que rodean al libro.
Con respecto al primer artículo (que mencionaba el hecho de que el mundo se ha hecho brutalmente competetivo, es decir, muchas opciones de entretenimiento y de transmisión de cultura le quitan lectores a los libros), en realidad no me sentí inquieta. No creo que un video juego o un televisor puedan realmente "quitar" lectores a los libros. Aquéllos que invierten horas jugando en una computadora no suelen leer de todas maneras. Si les quitas sus computadoras, encontrarán otros juegos en qué entretenerse, pero no volcarán sus miradas a un libro. Igual ocurre con los que adoran el cine o la televisión, o con aquéllos que disfrutan horas en un gimnasio o practicando algún deporte. Los libros, en ese sentido, siempre cuentan con un público.
¿Que los soportes tecnológicos -tipo Kindle- pueden desbaratar las editoriales? En absoluto. No se trata de alternativas al libro, sino de soportes tecnológicos distintos para los mismos contenidos. El Quijote en el Kindle o el Quijote en papel sigue siendo el Quijote. Y la gente no comprará el Kindle para jugar con él, sino para leer. Lo único en que se diferencia de los días de antaño es que si antes viajabas con dos o tres tomos impresos, ahora puedes viajar con varias decenas incluidas en el dichoso aparato sin que te represente más espacio o más peso.
No temo por la desaparición del libro. La información se obtiene en Internet, ciertamente, pero sólo de primera entrada. Cuando necesitas ahondar en ella, terminas por buscar libros de consulta o referencia, normalmente monografías o estudios. Y en cuanto a los demás, libros de literatura, ¡ah!, el material sigue reinando como hasta ahora. Lo único que ha desaparecido ha sido el estante destinado a las pesadas enciclopedias imposibles de actualizar, pues ahora son interectivas y se actualizan día a día en la red.
El artículo que sí me inquietó fue la entrevista con el editor. Es un editor del género fantástico (ciencia ficción, fantasía y terror). De acuerdo con lo dicho por él, al existir tantas editoriales la industria se ha vuelto más difícil y arriesgada que antes, por lo que, sabiendo que se disputan más o menos el mismo número de lectores en potencia que la única editorial de antaño, sólo se deciden por títulos que les garantizarán entradas monetarias importantes, que les permitan sobrevivir en el mercado. Esto es: poco espacio queda para el autor novel o desconocido. ¡Esas sí que son malas noticias! Pues si las editoriales grandes de por sí no publican a nuevos autores y si además de eso, las pequeñas ¡tampoco!, ¿qué haremos nosotros?
Poco, supongo. Cruzar los dedos no ayuda y lamentarse menos.
Pero no deja de ser inquietante.
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