Ahora que me encuentro en medio de adentrarme en nuevos procesos creativos, mientras me enfrasco también en la obtención de ideas y me empapo en la "fuente de la inspiración", vuelvo a pensar en esos detalles que definen la vida de un escritor. Además de la famosa "página en blanco", que a todo autor le habrá pasado, está aquella faceta de recibir consejos no pedidos.
¿Por qué no te escribes un libro de X?, te pregunta algún amigo muy bien intencionado. O... ¿cuándo me vas a incluir en alguna de tus historias?, te propone otro más atrevido. Si te inclinas por géneros literarios no muy bien vistos por los círculos intelectuales (como sucede con mis favoritos -ciencia ficción, fantasía, por ejemplo-), no falta quien te diga ¿No deberías escribir un libro de verdad, con una historia más realista? ¿Algo más adecuado a un adulto?
Todos estos comentarios resultan siempre molestos. Pero no puedes enfadarte con quien te los hace, a menos que sepas que te son hechos con mala intención declarada. No suele ser así. Resultan casi siempre provenientes de personas que se interesan por ti y te desean bien. Entonces, sólo queda sonreír y cambiar de tema.
Es inútil a veces explicar que no se trata simplemente de escribir "un libro de X". Puede que te den una idea, pero tan sólo una idea. Si te describen una trama, con personajes y circunstancias incluidos, te será imposible desarrollarla. La única manera en que te vieras envuelto en una clase de tarea similar sería en dos casos: uno, que quieras ayudar a un amigo escritor que por alguna razón no puede terminar su trabajo; o dos, que hayas aceptado escribir un libro de franquicia (en cuyo caso, el mundo narrado y muchas de sus circunstancias ya están fijadas por el autor original y la editorial tan sólo desea explotarlo todo lo posible a nivel comercial). De otro modo, te mueves según tus propios derroteros, desmadejando tus ideas a tu propio ritmo.
En cuanto a la inclusión de personas reales en las historias de un libro, bueno... ¿qué se puede decir? ¡Ni pensarlo! Los personajes son entes imaginarios que deben y suelen estar bajo el control total del autor. Si se trata de un personaje público, pues tiene sus limitantes, pero también los tendrá el tipo de libro que esté desarrollando sobre dicho personaje (una biografía, o una novela histórica). Sin embargo, siempre dispondrá de un muy particular punto de vista sobre esa persona. Tratándose de alguien vivo y conocido del autor, imposible. Te limita de inmediato en todo sentido y te arriesgas a ofenderlo, siempre. No, no. Ni pensarlo. Lo mejor es decir, ah, tal vez, algún día. ¡Y dejarlo pasar!
Finalmente, ¿cómo explicar que no hay géneros "superiores" o "adultos" y géneros "inferiores"? ¿Cómo decir por enésima vez que la ciencia ficción no es una manera de hacer películas para adolescentes o que la fantasía se limita a los cuentos de hadas? Y de todas formas, ¿cómo explicar que la literatura infantil o la juvenil poseen entre sus títulos incontables joyas de la literatura universal, cuya calidad artística jamás depende del público para quien están destinadas? El eterno dilema... En este último caso, suelo explicar una vez más estas ideas. La literatura no se reduce a historias realistas que "analizan" la sociedad. Esas son tan sólo una pequeña parte de la gama variadísima de presentaciones literarias. Y cada escritor debe ser fiel a sí mismo. No debería intentar abordar géneros en los que no se siente cómodo o feliz, o que no representan su principal vía de expresión. Así que, forzar a alguien a renunciar a sus vías de expresión artística es impensable, especialmente, desde el punto de vista del artista mismo.
Y luego, claro está, cambio de tema, una vez más. :)
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