Este personaje reviste de un especial interés para mí, por una razón obvia: compartimos el sexo. No, no el género, que no soy parte de la gramática, sino el sexo, ya que ella y yo pertenecemos al mismo. Y no he visto que las "chicas" de las historias tradicionales o no tan tradicionales hayan sido muy bien tratadas. Casi ninguna es la protagonista -a excepción de las novelas románticas- y casi todas arrastran una serie de prejuicios muy bien asentados en las mentes lectoras.
Empecemos con la "chica" clásica. Suele ser la heroína de la narración, entendiéndose "heroína" como la compañera del héroe, no como una "héroe" femenina. Es comparable a las definiciones -tan abundantes- en el diccionario de "panadera", "molinera", "alcaldesa", etc., que siempre incluían "esposa del panadero", "esposa del molinero", "esposa del alcalde", y demás. Es decir, la mujer es en función del hombre a quien acompaña. En este caso, la "heroína" no es la que salva el día, sino la pareja del héroe. No suele ser la esposa, pues las esposas han sido tradicionalmente muy degradadas en la literatura -de hecho, son virtualmente inexistentes, a menos que sean infieles-, sino la Dulcinea, la chica soñada, la mujer trofeo a alcanzar. La princesa, pues. Esa es la "chica" tradicional.
Siendo un personaje tan secundario, tan funcional para el héroe, no suele ser muy complejo ni interesante. Suele ser joven -¡por supuesto!-, hermosa, discreta -¡casi no habla!- y delicada. Llora fácilmente, pero puede ser muy digna. Casi siempre es lo suficientemente idiota como para necesitar que la rescaten. A veces el héroe lo logra. A veces no. Da igual. Su figura es más simbólica que real, de todas formas.
La "chica" moderna ha sufrido, sin embargo, algunos cambios en la literatura de hoy. Aunque sigue siendo ostensiblemente inferior en importancia al "héroe", suele tener más personalidad. Es comprensible, pues una gran parte del público lector son mujeres y las de hoy tenemos expectativas más altas de nosotras mismas que las de antaño. Una mujer que gime todo el tiempo y aguarda a ser rescatada ya no es atractiva para nosotras (puede cansarnos de verdad) y sospecho que tampoco lo es para los hombres modernos, más acostumbrados a mujeres aguerridas, que pasan a la acción y que no esperan el rescate sin luchar. Entonces, vemos que las "chicas" de las nuevas narraciones corren, escapan, disparan, lanzan granadas, lanzan hechizos portentosos, descubren materiales increíbles, penetran los códigos secretos de computadores enemigos, se arrojan desde aviones en vuelo, etc. Es decir, hacen todo aquello que antes estaba reservado a los héroes masculinos. Sin embargo, al final, lo suelen hacer detrás del héroe. Éste es quien está encargado de pensar, la mayor parte del tiempo.
Y entonces, allí tenemos: la chica sigue siendo la chica. No es la heroína, no es la protagonista. Es la chica. Por más que corra, vuele o dispare, seguirá dependiendo del héroe en todo momento para sobrevivir en la historia... (-Claro que exceptué las novelas románticas, pero no tiene mérito, pues tradicionalmente se ha supuesto que en el campo del amor es en donde las mujeres mejor se desempeñan. Así que, si en las novelas románticas siguen siendo las protagonistas es porque siempre lo han sido-). Mención aparte merecen las novelas más crudas o realistas, en donde hombres y mujeres comparten dramas tremendos sin distingos. Sin embargo, aunque en este caso los personajes femeninos no suelen estar tan enmarcados dentro de lo cliché, sigue habiendo una preponderancia agobiante del protagonista masculino.
¿Todo está perdido para la auténtica heroína? No, claro. En el horizonte han aparecido nuevas narraciones -no románticas- en las que las mujeres dejan de ser "la chica" y se convierten en auténticos motores de la acción y el desarrollo del argumento. Tal vez, entonces, con mayor abundancia de este tipo de historias, podamos conocer nuevos personajes, más complejos, más interesantes, que sin caer en el drama real o en el romántico clásico, nos permita identificarnos con un personaje femenino desprovisto de prejuicios.
8 comentarios:
Fantástica entrada, y muy útil para mi, pues en mi próxima novela, la protagonista es femenina. Tendré muy en cuenta lo que nos dices a la hora de crear el personaje.
Besos
En la novela que estoy escribiendo ahora (terminando), la protagonista principal es una mujer, joven, que lucha en toda la novela por hacer valer sus derechos en todas las situaciones en que se ve envuelta. Todo eso ocurre en el mundo medieval, un mundo de hombres, en el que además, luchará contra la moral y la religión establecida.
Ha tenido que lidiar tanto como con hombres avanzados que siguen su mismo camino, como por hombres que la consideran eso: una mujer. Sólo una mujer.
Y en el mundo medieval, la mujer era poco más que un animal, pues hay fuentes que consideraban que no tenía alma!
La he leido escuchando 42 de coldplay y se ha convertido en una mezcla perfecta!!
Saludos, paz
Teo, me parece genial que tengas una protagonista mujer. No es muy usual entre los autores masculinos. ;)
Martikka, es interesante lo que dices sobre el Medioevo y las mujeres. No es de extrañar que fuese durante esa época ignorante que surgieran las leyendas sobre las brujas, las cuales, como se ha demostrado después, solían ser mujeres sabias, con gran independencia de criterio y de acción y con muchos conocimientos prácticos relacionados con hierbas y plantas medicinales y venenosas. Si suponían que las mujeres eran poco más que animales descerebrados, ¡tenían que parecerles forzosamente que las "brujas" tenían pactos demoníacos para poder saber todo lo que sabían! Tu novela ha de ser muy interesante...
Javier, gracias por tus palabras. :)
Ken Follet utiliza mucho a este tipo de personajes principales para sus novelas.
En la mayoría, por no decir en casi todas, tiene a chicas donde la acción es controlada por ellas.
Me gustan mucho a mí este tipo de personajes femeninos.
Saludos.
Voy por la mitad de "Los Pilares de la Tierra". Es la única novela de Follet que conozco. Convengo contigo que Ellen y Aliena son mujeres "fuertes". Un poco esquemáticas, pero bastante "protagónicas", hasta el momento. :)
Hola
Me he encontrado muchas reflexiones sobre los sexos de los protagonistas y, en esto, debo ser el "bicho raro". Lo digo porque cuando escribía, y en las poquitas cosas que estoy sacando ahora, lo del sexo de los personajes es, para mí, algo parecido a los nombres de los mismos: algo que tienen que tener, pero que me da exactamente igual.
El 95% de lo que escribo quedaría igual si el protagonista, en vez de un hombre, fuera una mujer, y viceversa. El sexo, normalmente, lo decido cuando me invento la historia y no tengo ninguna motivación especial para elegirlo. Hay muy pocas ocasiones en que pienso que quedaría "más bonito" si el protagonista es una chica, y otros donde el punto de vista debe ser el de un hombre o seré incapaz de continuar (cuando un personaje está enamorado de otro: o me pongo desde el punto de vista de un hombre heterosexual o no podría seguir, pero como es muy extraño que escriba de esas cosas...).
Siempre he creído que las mujeres y los hombres sentimos y pensamos de la misma forma, que las diferencias, salvo en ciertos órganos que unos tenemos y otros no, son muy leves, así que para protagonizar un relato me vale cualquier sexo. Lo que me importa de verdad es su carácter. Las excepciones son pocas. Tener protagonistas femeninos me sirve para "alejarme" de la historia, esto es, si quiero mostrar vivencias con las que me identifique demasiado, entonces suelo elegir protagonistas femeninos.
En cuanto a eso de la "chica" que cuentas, dos cosas. A mí tampoco me gustan ese tipo de personajes femeninos tan débiles que dependen para todo de un héroe, aunque tienen su sentido y su gracia. Una cosa que gusta a muchos lectores es sentirse identificados, ya sea con su propio yo o con el "yo" que quisieran tener. Una historia con un personaje masculino fuerte y valiente que rescata a una chica bella y delicada es, algo así, como el sueño de tantos y tantos que tenemos una vida insulsa y nos falta fuerza y valor para casi todo... incluso, para decirle a una desconocida que es guapa. Un héroe así, al que la "chica" respeta y admira porque la ha rescatado, o le ha salvado la vida, es parecido a lo que muchísimos aspiraríamos. De ahí que sea un lugar tan común.
La otra cosa es que me hace gracia lo que comentas del cambio de hábitos. En una cosa inacabada de hace muchos años, los dos personajes principales son un hombre y una mujer, y hasta las tres cuartas partes de la narración, el que lleva las riendas es el hombre; sucede algo y es ella la que pasa a hacer con él lo que quiere. Era una "crítica", con algo de cariño, a esas historias en que aparece la "chica" de la que hablas. Porque la mujer debería haber desempeñado el papel de "la chica", pero tiene demasiada personalidad como para eso, y acaba "liberándose", después de haberse resistido continuamente a que el protagonista haga con ella lo que desee. O sea, que en eso, voy a la moda :-D.
Un saludo.
Juan.
Juan, es verdad que solemos buscar en los personajes de los libros figuras con las que tal vez podríamos identificarnos. Y entiendo tu observación sobre el "héroe" maravilloso, que puede ser una aspiración secreta de la mayoría de los hombres. El problema es que la chica a la que ese héroe rescata es una tonta con la que ninguna lectora de hoy suele identificarse, más bien, molestarse. Yo pienso que lo ideal es entonces encontrar el equilibrio: como tampoco nos gustaría a nosotros las mujeres hombres débiles y poco confiables, ¿por qué no crear un sabio balance entre un hombre fuerte y una protagonista femenina que no sea tonta ni débil ni asustadiza? Un balance, para que los lectores masculinos sigan encontrando ese paradigma que les gusta en los héroes, y para que las lectoras encontremos modelos femeninos dignos de ser tomados en cuenta y que nos hagan sentir bien. :)
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