6 de febrero de 2009

¿Influye mi edad, mi ocupación...?

Me refiero al diseño de los personajes. Sí, todavía estoy desmenuzando los personajes literarios. Es que me parece que constituyen uno de los problemas más recurrentes en nuestra elaboración de historias verosímiles e interesantes.

Regresando al punto, me preguntaba el otro día si nos dejamos influir por nuestra edad, nuestro sexo o nuestra profesión a la hora de diseñar a nuestros personajes principales. Tal vez en un número interesante de casos así sea. Y tal vez sea lógico.

En estos días estoy leyendo -muy poco a poco, porque el tiempo ya no me sobra como en los dorados días de mis años universitarios- un best seller de un autor típico: The Broker, de John Grisham. Me lo regaló mi hermano en Navidad y estoy con él desde entonces. No conozco en general la obra de Grisham. Tan sólo recuerdo que vi alguna vez, en el cine, la adaptación de The Firm (con Tom Cruise) y no me pareció la gran cosa. Hasta el momento, el nuevo libro tampoco me lo parece, pero al menos está entretenido. Sin embargo, no iban por ese camino mis reflexiones, sino sobre el personaje principal: Joel Backman. Él es el broker del título, y aunque la palabra "broker" se refiere normalmente a los corredores de bolsa, podríamos decir que en este caso sería más bien un "jugador" de alto nivel. Backman es abogado. Igual que Grisham. Y si mal no recuerdo, el personaje principal de The Firm también lo era. De hecho, los villanos también. ¿Será que Grisham sólo escribe sobre abogados? Tengo la impresión de que uno de sus personajes principales en A Time to Kill también es abogado. No la he leído pero vi los prólogos de la adaptación cinematográfica (tampoco vi la película). El punto es que Grisham vuelve una y otra vez con abogados.

Me paré a pensar y me dije: ¿tengo la misma tendencia? ¿Mis protagonistas suelen ser mujeres, en sus treintas, con vocación literaria? Cuando me puse a repasar mi historial, me di cuenta de que no. Había variedad. Y sentí alivio. Luego me pregunté si era legítimo sentir "alivio". ¿Tan malo es ser reiterativo con los protagonistas? Pues yo diría que no es muy imaginativo, aunque si las historias que uno traza se ajustan a ese tipo de protagonista, sería necesario. Después de todo, si estoy escribiendo sobre una drama familiar, será más natural adoptar el punto de vista que mejor uno conoce. Por ejemplo, si soy mujer joven, mi mejor conocimiento sería el de una mujer joven. Por otro lado, ¿no estoy siendo demasiado cómoda? ¿Es una muestra de falta de imaginación o de excesivo comfort? ¿Es preciso ajustarse a realidades conocidas para poder andar sobre seguro?

Tiendo a pensar que se trata de un movimiento cómodo. No hay desafío ni gran esfuerzo de imaginación. Ponerse en los zapatos del otro es una acción que requiere trabajo, estudio, fuerte reflexión. Para mí es más sencillo diseñar un protagonista afín a mi edad, mi sexo o mi ocupación que alguien ajeno a mi realidad. Los abogados son fáciles para John Grisham. No es de extrañar que pueda publicar un libro cada año o cada dos años.

¿Proponerse un desafío? Tal vez. Si lo requiere. No caer presa del facilismo ni del conformismo. Ser innovador, al menos para con uno mismo. Lo que no significa que deba siempre negarme la posibilidad de dibujar en el papel una semblanza de una realidad que conozco bien...

Reflejar realidades familiares... o ajenas. Dejo el reto planteado.

6 comentarios:

Martikka dijo...

Bueno... no soy un alquimista, no soy una curandera, no soy un astrólogo, no soy pagana, ni musulmana, ni soy una criada, ni soy un sabio ni un asesino ni tantos otros personajes que he creado... Pero a la vez sí debo serlo, pues cada uno de mis personajes a veces pueden tener algún rasgo mío, pero no siempre.

Los actores viven otras vidas a través de las interpretaciones de sus personajes. Los escritores también vivimos otras vidas "creando" a los personajes.

¡Un saludo!

Laura dijo...

Supongo que es inevitable dejar algo de uno mismo en cada personaje que crea, aún en los que parecen más ajenos. Pero también es natural. Sin embargo, cuando tu "yo" prevalece de forma evidente y reiterada sobre tus personajes, creo que es cuando comienza a darse el fenómeno Grisham: ¡todos sus protagónicos son abogados! Algo así...
Me gusta tu paralelismo con los actores. En el fondo, el escritor creativo, tanto el poeta como el narrador, es en el fondo un director de escena y un actor al mismo tiempo. Dirige los eventos, dicta los sentimientos y los expone al mundo a través de muchos rostros...
¡Saludos también a ti!

Rafa's dijo...

El repetir personalidad en los personajes de los cuales se escriben es muy típico en algunos escritores.
Yo tengo la mala costumbre de que cuando descubro a un escritor que me gusta me pongo a leer toda su biografía, siento la necesidad de conocer más sobre dicha persona, y me leo del tirón toda o parte de sus obras.
Por ejemplo, me di cuenta que Julio Verne no usó personajes femeninos entre sus personajes principales, de hecho casi ni siquiera los usaba ni como secundarios. También me dí cuenta, aunque no tiene importancia, que usó personajes en todas sus obras de múltiples nacionalidades, pero nunca usó a un español, aunque también es verdad que a penas me leí la mitad de sus 65 o 66 libros que escribió. Saqué la conclusión de su persona que fué algo machista, entre otras cosas.
Por otra parte, tenemos a Amanda Quick, de la cual también me he leído la mitad de sus obras, o casi, que el personaje femenino principal que usa tiene la misma personalidad,o por lo menos eso me parece a mí. Esta escritora ha estado escribiendo lo mismo año tras año, libro tras libro, pero en distintos escenarios.
También Dan Brown se repite algo en sus 3 obras que he leído de él: Angeles y demonios, el código Da Vinci y la conspiración.
Para terminar lo haré con Ken Follet, con el que estoy ahora mismo y creo que solo me falta un libro por leer aparte del que tengo a medias. Este escritor me gusta algo más de todo lo que he leído hasta el momento (sin contar a George Martin), y tengo obsesión por terminar toda su obra. Me he dado cuenta que Ken Follet siempre pone a un personaje femenino a la que le gusta ir sin bragas debajo del vestido, falda, túnica o cosas similares. No es que sea malo, sólo es una apreciación que me ha llamado la atención.

Laura dijo...

En realidad, tengo la impresión de que hablamos de fenómenos distintos, Ragofer. No me refería a la manía que tienen algunos autores por repetir el mismo personaje en todas sus historias, así sean estas muy diferentes entre sí. Más bien me refería a esos autores que suelen poner siempre algo de ellos mismos (o muchos de ellos mismos)en sus personajes protagónicos. Como si no pudieran pensar en una realidad distinta. Que si soy escritora de misterio, mi personaje principal siempre será una escritora de misterio. Que si tengo un negocio, mis historias girarán siempre entorno a los negocios. Como si mi imaginación no pudiera dar para más de lo que ya conozco... A eso me refería.
En cuanto a los autores que les gusta repetir el mismo personaje historia tras historia, por supuesto que los hay. Suelen ser los autores de oficio, que están acostumbrados a sacar una novela rentable por año y saben que la chica sin bragas o el detective de sonrisa retorcida siempre gusta al público...
De paso, ¡bienvenido, Ragofer!

estoy_viva dijo...

Tengo una gran imaginacion asi que intento transmitirlo en lo que escribo aunque reconozco que me faltan años de considerarme una escritora, mas bien soy una aprendiz de escritora, mis relatos, poemas, son siempre segun mi estado de animo, algunos imaginarios otros mezcla de algo que he vivido o vivo.
Muy bonito tu blog, volvere para ir aprendiendo de una profesora en el arte de escribir.
Con cariño
Mari

Laura dijo...

En algún artículo leí que los escritores solemos ser muy tímidos a la hora de confesarnos escritores, a diferencia de otras ocupaciones. La articulista, entonces, recomendaba que nunca dijéramos "quiero ser escritor", sino que, teniendo ya en nuestro haber poemas, novelas o cuentos escritos, dijéramos sin temor:"soy escritor". Era un artículo muy interesante. Y muy simpático.
No digas que eres aprendiz, si ya has atravesado las aguas de la escritura en medio de poemas y narraciones. :)
Por cierto, gracias por lo de "profesora", es un gran halago. No pretendo enseñar a escribir, sin embargo. Yo creo que cada uno de nosotros somos nuestros primeros profesores con nosotros mismos en este díficil arte. :)
¡Bienvenida!