6 de agosto de 2012

Desde que las excusas se inventaron...

Durante estos días en que las Olimpiadas de Londres siguen su curso, algunas consideraciones me han asaltado al mismo tiempo. Tienen que ver con los deportistas, con los países y sí, con los escritores también. Suena un poco raro, pues en primera instancia un deportista y un escritor tienen poco que ver, pero en realidad, desde que cada uno se dedica a actividades que requieren una dosis inmensa de paciencia, otra de esfuerzo e interés personal y una cantidad considerable de voluntad, sí que tienen mucho que ver.

¿Por dónde iban mis consideraciones?

Algunos datos. EE.UU. y China, como de costumbre, lideran el medallero con el mayor número de medallas de oro por nación, con respecto al resto de las naciones. Luego van Rusia, UK, Francia, Alemania y por el estilo. Por supuesto, hay países menos potentes o claramente pequeños o de escasos recursos que también están ganando medallas. Va en cuenta algunos latinoamericanos, como el caso de Colombia, que no es un país pobre pero tampoco es una potencia, o países de África, cuyo historial social, económico y político es complicado. Y vienen deportistas de otros países, muchos hispanoamericanos, algunos de mi país, a participar y a lograr nada. Y se retiran con algunos argumentos como: "mejoré mi marca personal", "hice lo que pude", "con tan poco apoyo que recibo, estoy logrando mucho", "si recibiera más apoyo, los resultados serían espectaculares", etc. Todos argumentos que he compartido por años, pero que ahora me suenan a excusa.

¿Por qué?

Porque si el hijo de un vendedor de lotería que fue asesinado por los paramilitares pudo ganar la medalla de oro en ciclismo de ruta; o si los jamaiquinos, residentes de un país de población reducida y problemas económicos usuales en muchos países del continente, están dominando las pruebas de velocidad en la pista; o si las etíopes, procedentes de un país pobre y con graves problemas logran imponerse y ganar medallas, ¿cuál es la excusa de deportistas que viven en un país tranquilo como el nuestro? ¿Falta de apoyo? Pues... ¿y quién les dijo que esos medallistas olímpicos siempre contaron con apoyo? ¿Falta de recursos? ¡Por favor! ¿Sobran acaso los recursos para el deporte en países pequeños o pobres?

Sí, me suena a excusa. "Es que no recibo el apoyo financiero de mi gobierno". Es una excusa, y enmascara una realidad aún más profunda. Algunos de estos deportistas que no hicieron un buen papel en Londres, han obtenido conquistas fuera de los Olímpicos. Han luchado y vencido obstáculos y realmente han sacrificado horas de sueño y recreación para dedicarse a entrenar con ahínco y lograr superarse a sí mismos. PERO, vienen a Londres y fallan. Las excusas apenas son la máscara de otro problema grave, entonces. No recibieron apoyo financiero del gobierno, cierto, y es un hecho que en nuestro país solo se le da cierta importancia al fútbol (no mucha ni como debe ser, tampoco), eso es cierto, pero ya eso lo saben vencer. Saben que deben entrenar por su cuenta, saben que deben buscar sus oportunidades solos, saben que pueden llegar a una Olimpiada con buenos registros aún sin contar con ese apoyo. ¿Por qué entonces es que fallan otra vez?

Y pensé: porque no se la creen.

Los campeones olímpicos están convencidos de que van a ganar. Usain Bolt entra a la pista y sabe que superará a los demás. Lo mismo sus compañeros de equipo. Un Michael Phelps también lo cree y así lo creen los atletas chinos, los japoneses y también, y eso está resultando evidente, los colombianos y los etíopes. Se la creen.

Creen en ellos y en su triunfo. Creen que lo merecen. No se enfocan en el esfuerzo que hacen ni se auto compadecen ni se amilanan antes de tiempo. Se enfocan en la meta. Saben que realizan un gran esfuerzo, pero el esfuerzo, amigos, no sirve de nada si no obtiene el resultado deseado. Con el esfuerzo no se alimenta a un pueblo. Con el esfuerzo no sacas adelante a tu hijo ni logras curar a un enfermo. La única recompensa al esfuerzo es el resultado. La medalla. Ahí es cuando el esfuerzo obtiene su valor. Si no hay medalla, o sea, si no hay resultado, el esfuerzo queda en nada. Se te murió el paciente, se llenó de hambre tu pueblo, perdiste a tu hijo.

¿Qué obtengo de esto para la escritura? Pues lo mismo. No podemos escribir una novela a punta de pensarla. Hay que escribirla. Hay que terminarla. Hay que llegar a un resultado. Libros a medio escribir son como corredores que no pasan sus heats eliminatorios. Y decir: "no tengo tiempo", "no tengo recursos", "no tengo apoyo", son excusas. Y creer que porque somos de países pequeños no podremos ser buenos escritores es lo peor que podemos creer. Borges no tenía empacho en deslizar sus libritos en los sobretodos de los asistentes de un club. Él creía en su obra. Y miren quién fue y a dónde llegó. ¿Tenía recursos? ¡Púf! ¿Cuántos buenos escritores comienzan con gran cantidad de recursos y apoyo? ¿Cuántos se "revelan" una noche cualquiera? Ninguno. Se esfuerzan y mucho, igual que los deportistas, pero al igual que los medallistas, llegan a un resultado y se apoyan en él, sin excusas y sin recurrir a "me esforcé pero no pude".

De buenas intenciones está lleno el infierno, dice un dicho. No nos quedemos en ellas.

4 comentarios:

Enric Herce dijo...

Buena reflexión, Laura. Aunque tal vez se podría llevar un poco más allá. ¿Realmente obtener un resultado es terminar el libro o que este cobre significado llegando a los lectores? ¿Cuántas obras acumulan polvo en cajones? ¿Podemos darnos por satisfechos con escribir la última página, o no cruzaremos la meta hasta recibir la noticia de que una editorial está decidida a apostar por ella o que ha resultado vencedora en un certamen literario? ¿Otras sendas como la del crowfunding o la impresión bajo demanda pueden permitirnos llegar al mismo lugar por otra ruta o son caminos paralelos que juegan en olimpiadas distintas?

Unknown dijo...

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¡Hola, Enric!
Pues sí que podemos seguir hilando en el tema. Supongo que para una mayoría de aspirantes a escritor y aún para algunos escritores, el tema de las excusas afecta principalmente a que no terminan sus libros. En vez de quejarse de tantos obstáculos podrían invertir sus energías en terminar sus libros realmente.
Pero en mi opinión, si lo que estamos considerando es la figura del auténtico escritor, del autor que desea llegar a sus lectores, entonces el resultado apenas es mediano con la culminación de un libro. Debe continuar, con revisiones, actualizaciones y la publicación efectiva, la que llegue realmente a los lectores. Ahí podemos comenzar a hablar de resultados.
¿Publicación por medios editoriales, auto publicación, crowfunding, impresión bajo demanda, etc.? Pues aquí hablamos de vías distintas para alcanzar ese resultado. O yo lo veo así. Lo que podríamos discutir es hasta qué punto esas vías permiten un atajo o solo retrasan el resultado final.
¡Saludos!

Laura dijo...

Hola, Sandra. ¿Cuál es tu directorio?