Esta mañana me tropecé con esta frase tan certera "the expert at anything was once a beginner" (el experto fue alguna vez un principiante), cuya autoría aparentemente pertenece a la actriz estadounidense Helen Hayes, la cual acumuló premios y reconocimientos a lo largo de una extensísima carrera y murió a los 92 años hace casi unos veinte años. Y me hizo pensar en diversas conversaciones y discusiones que se repiten a diario en diferentes redes sociales y foros de literatura y de autores, y que suelen girar alrededor de la labor del escritor y su profesionalización, entendida esta como la llegada a una auténtica experiencia en el arte de escribir.
Lo primero que pensé fue que muchos veteranos se olvidan de esa verdad tan obvia. Miran por encima del hombro a los novatos y los desprecian sin más fundamento que el de su inexperiencia, como si ellos hubiesen nacido ya con todas sus habilidades en pleno desarrollo. ¿Han olvidado acaso que alguna vez fueron novatos? Parece que sí y en cuanto más leo sus opiniones referidas a las obras de los autores incipientes, más me asombra su falta de empatía y su poca humildad. Nadie nace aprendido, dice un viejo refrán popular, que es más o menos lo mismo que un parafraseo de la cita de Hayes. Ni nace aprendido ni tiene la obligación de saber de antemano cuáles son los misterios de cualquier disciplina humana. Para eso existen los instructores y los maestros, cierto, pero en las artes no se depende solo de la instrucción técnica sino también de un ejercicio constante de la actividad en cuestión para alcanzar los territorios de la veteranía. Y si los que se inician en el camino de un arte no cuentan con espacios para ejercer su pasión, mal pueden llegar a ser veteranos. Por tanto, antes de despreciar de antemano la labor de un novato, es de sugerir a muchos expertos que se comporten un poco como maestros y no como simples criticones, para hacerle llegar algo de lo mucho que sabe y lo mucho que aún tiene que aprender.
Esto último no significa que tenga que alabar la labor incipiente de los novatos solo para darles ánimos, en especial si está hecha con deficiencias, pues tampoco les haría un favor y más bien degradaría su arte.
En otras palabras, por ser novato, no te creas que tienes el derecho de ser consentido.
Y aquí vengo con la otra parte de mi reflexión: muchos novatos creen, de verdad, que "nacieron aprendidos". Están tan seguros de que son genios y de que sus obras iniciales son auténticas maravillas, que no aceptan una sola crítica ni un solo cuestionamiento sobre su obra. Se refugian en pensamientos cliché como "esta es mi novela y soy el dueño de su trama y sus personajes" o "nadie debe ser obstáculo para conseguir mi sueño", y otras tonterías por el estilo, con tal de no aceptar que deben revisar y corregir sus escritos y ejercitarse más antes de considerarse "expertos". Y hoy en día, con la enorme participación democrática de Internet, donde cualquiera puede escribir lo que se le antoje (como yo en este momento), podemos advertir la proliferación de multitud de obras "maestras" pululando por la red, al punto de que ya no sabe uno ni a dónde volver a ver. ¿De verdad creen que con "expresar" lo más profundo de los "sentimientos" están reconstruyendo la Poesía? ¿O realmente están convencidos que su trágica historia de policías envueltos en corrupción ciudadana es la novela mejor escrita de los últimos tiempos y que si no recibe el Nobel de Literatura es por puro obstruccionismo del capitalismo salvaje de las editoriales establecidas? ¡Por favor!
Todo experto fue aprendiz alguna vez es un pensamiento con doble cara. Para los veteranos, es un recordatorio de que su arte no le fue dado por gracia divina ni por herencia genética, sino que es el producto de un largo proceso de aprendizaje y práctica y que nunca comenzaron por ser geniales. Para los novatos, es una advertencia seria de que su trabajo apenas comienza, de que si se equivocan es natural pero puede y debe ser corregido y de que si alguien con más experiencia les hace observaciones, no es un afán por arruinar su arte sino más bien por refinarlo, que no deben tomarse las críticas y los rechazos como bofetadas o humillaciones sino como oportunidades para aprender y mejorar.
Alguien le preguntaba al autor Patrick Rothfuss cuál era el peor error que un novato puede cometer al iniciar su carrera como escritor. Rothfuss respondió con un simpático y muy ilustrativo mensaje en su blog, pero yo creo que aún antes de pensar en ese tipo de errores técnicos, de los cuales es muy útil saber y que vale la pena comentar, el peor error que un novato puede cometer es creer que no tiene nada que aprender y que sabe mejor que nadie cómo ejercer su arte.
4 comentarios:
muy bueno , gracias por compartirlo,es un tema meramente interesante.
Yo creo que la literatura tiene la ventaja de que es algo en lo que nunca se deja de aprender, por mucho que creas que tienes experiencia, que has aprendido, siempre vas descubriendo cosas nuevas y errores que no sabías que cometías. Y que eso es lo bonito.
Hola, Raelana. En realidad pienso que no solo la literatura sino cualquier disciplina artística o científica implican un continuo aprendizaje que no termina nunca, y es donde estriba, ciertamente, lo bonito de practicarlos: siempre encuentras cosas nuevas. Claro que, para efectos prácticos, se supone que quien maneja con soltura muchas de las principales herramientas de su oficio se puede considerar un experto, no que lo sepa todo, pero que sabe mucho, lo sabe, y haría bien en recordar cuando no sabía nada. ;)
Publicar un comentario