22 de enero de 2012

Reflexiones varias en torno a los derechos artísticos

Sé que comienzo bastante tarde el blog este año (22 de enero es más allá de la "cuesta de enero"), pero no significa que no haya estado prestando atención a ciertos asuntos relacionados con la labor de los escritores, en tanto escritores en particular y en tanto creadores en general.

Primero ha estado ese asunto del proyecto de ley SOPA (por sus siglas en inglés) de la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU y su equivalente senatorial PIPA, que parece que es más o menos la misma cosa. No ha dejado de ser desagradable que se quiera atentar de manera tan frontal contra la libertad de contenidos que debe fluir en Internet y de paso, contra la libertad de expresar nuestro pensamiento, en especial cuando es crítico. Muchos han criticado al gobierno de EEUU (aunque no es el gobierno sino los congresistas) por intentar violentar una de las libertades más fundamentales y también más atacadas del mundo. Y no es para menos. Callar la boca del ciudadano es el primer paso hacia la dictadura, en cualquier lugar y en cualquier sociedad.

También me ha maravillado la polémica en torno a la piratería y la manera en que se confunde la piratería con la libertad de expresión, o la piratería con el plagio. Y cómo se nota que muchos conceptos sobre propiedad intelectual están MUY errados y vuelan por Internet como verdaderas infecciones.

Hice un acto de reflexión en torno al tema de la piratería, el plagio y la libertad de expresión en mi bitácora Laura Quijano y no voy a repetirme aquí. Pero sí quiero hacer notar algunas cosas que no dije allí y que tiene que ver con el otro lado de la moneda. Con el otro extremismo: con esa absurda noción de que todo lo que se publica en Internet es del dominio público y las fronteras de la autoría desaparecen y todos tienen derecho a hacer uso de sus contenidos como quieran.

¿De dónde sacaron semejante idea?

Una cosa es que tengamos más facilidad para publicar nuestras ideas y proyectos, sean buenos o malos, sean divertidos o aburridos, sean útiles o carentes de toda utilidad, y otra muy diferente es suponer que ya, automáticamente, son de dominio público.

Nada es de dominio público sino ha surgido así o si no se ha declarado así.

Mi cuento, mi poema, la fotografía que tomé, mi imagen, o mis simples palabras en un foro SON MÍAS. Así de simple. No le pertenecen a nadie más que a mí y nadie puede hacer uso de ellas como le dé la gana, por favor. Estoy de acuerdo en que Internet es un magnífico medio donde todos podemos compartir nuestras ideas, donde podemos suministrar nuestras creaciones y alcanzar audiencias mayores. Podemos ayudarnos entre todos, apoyarnos entre todos. Emprender causas, hacer amistades, volvernos más creativos.

Pero las fronteras de la autoría no se han borrado ni han desaparecido. Los cuentos de Fulano siguen siendo los cuentos de Fulano y que un sitio publique sus cuentos sin su autorización y peor aún, sin su nombre, está mal. Si los publica con su nombre aunque no con su permiso, es piratería. Fulano puede enojarse porque no le pagaron, pero quizá no se enoje y solo pida que le soliciten su autorización la próxima vez. A lo mejor no le parece adecuado que publiquen su cuento en ese sitio en particular, por ejemplo, y él tiene derecho a decidirlo. Pero si se le publica sin su nombre, ya no es piratería, amigos, es plagio, robo, delito, crimen. No es dominio público, no le pertenece a la comunidad, merece toda la indignación y las demandas del caso.

Lo mismo sucede con las fotografías, con los poemas, con los programas, con los diseños. Tengamos respeto del trabajo y las ideas de los demás y no demos pie para que los extremistas del otro lado comiencen a inventar SOPA's y PIPA's y otras leyes despóticas por doquier. Sepamos defender la libertad de expresión protegiendo las ideas de otros y atribuyéndolas a sus auténticos dueños. Creo que sería la mejor manera de hacer valer nuestro trabajo y nuestro derecho a seguir siendo libres.

3 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Creo que todos debemos revisar a partir de ya el contenido de nuestros blog. En el mío, dejo montones de enlaces hacia otras entradas de blog, que me han hecho pensar cuando menos, o que me han aportado otra visión. Hay cierta tensión conmigo misma cuando lo hago porque no se si considerarme ladrona o altruista, por reconocer que esa otra entrada me amplió mi propio universo a partir de ya.

En cambio creo que solo hay unos poemas de Madre Teresa de Calcuta, y algunas citas de autores, que me dicen mucho con su nombre bien claro. Y lo demás es mío, tal como dices: a veces bueno y a veces malo, a veces divertido y a veces aburrido, a veces útil a veces carente de toda utilidad. Depende de quien lea, imagino. Pero a fin de cuentas algo que decido compartir sabiendo (salvo cuando otro nombre se lee al final del escrito) que es mío.

Una cosa es que se advierta de que sin querer se ha incurrido en delito: entonces se subsanará el error puntual, y se seguirá adelante, habiendo aprendido. Y otra muy distinta es que quieran acallarme porque resulte más molesta que un pinchazo de mosquito. Justamente lo que me lleva a escribir en un blog es mi libertad de opinar, y lo que me lleva a leer un blog, es leer la opinión de los demás. Sin ello Internet no me servirá para nada. Creo que es lo único bueno de la red. Y que sin eso dejaría de interesarme ya mismo.
Instructiva entrada que apetece compartir. Me pediría tu permiso.
Saludos

Germán Hernández dijo...

Cuando leo algo que me gusta en un blog o o sitio web, pues me gusta difundirlo a otras personas, que se enteren de algo que me gustado, que creo que puede de ser de utilidad para otros, etc.

Al difundir algo, se crea pertenencia, identidad, es decir, que el lector se siente interpelado por unas ideas por unos textos que le hablan, que apelan a su subjetividad. Se da pues una relación dialógica entre autor y lector, donde el texto es el puente. Eso es algo maravilloso!

En la antigüedad, la autoría de las cosas no era tan importante. De hecho, Muchas obras que se atribuyen a Pablo, Confucio, Platón, (por citar los más evidentes) eran escritas por sus seguidores y discípulos, incluso comunidades, mucho tiempo después, citarlos a ellos era citar al maestro, pero no necesaria el "maestro" era una persona concreta.

Se ha dado el caso de que muchos exégetas cuestionan si realmente existió Shakespeare, muchos creen que no, que su obra es el resultado de muchos autores que firmaron bajo ese seudónimo. ¿Quién sabe? O como especula el mismo Monterroso sobre Cervantes y el Quijote de Avellaneda, que afirma que Cervantes no resistió la tentación de publicar sus primeros escritos sobre el Quijote bajo ese otro título.

Es más que conveniente dar crédito de los textos que se comparten, una hermosa retribución a quien ha provocado con sus ideas y opiniones la reflexión y empatía de otros y otras...

Pero a la larga, la mayor retribución de un autor, es que otros y otras se apropien de su obra...

Laura dijo...

Muchísimas gracias a ambos por sus interesantes comentarios. Creo que prefiero contestar a los dos en el siguiente post. =)