Estuve leyendo el otro día diferentes opiniones sobre El Nombre del Viento, obra de fantasía de un autor nuevo en el mundo literario fantástico, Patrick Rothfuss, quien hasta hace poco (unos dos años) era un perfecto desconocido, pero que hoy en día domina las estanterías de no pocos países. No he leído la novela -aunque me gustaría mucho hacerlo-, pero la mayoría de las opiniones de quienes sí la han leído es la de que es una obra notable, ejecutada con maestría, que no da a entender en ningún momento de que se trata de la primera obra del autor. De hecho, la sorpresa es palplable cuando los lectores se enteran de este último hecho.
Luego, ocurre algo que me ha llamado la atención siempre: alguien dice que Rothfuss pasó unos catorce años desde que la concibió hasta que le dio su última forma, concretamente unos siete desde que presentó el primer borrador a una agencia. Es decir, todo el mundo parece explicarse la maestría del autor porque pasó mucho tiempo trabajando la novela. Y se destaca el punto del tiempo. Supongo entonces que si Rothfuss sólo hubiera destinado un año o dos a escribirla, o le negarían su carácter de "sobresaliente" o lo considerarían fuera de serie, porque "no es posible escribir algo tan bueno en tan poco tiempo".
Y yo me pregunto: ¿eso es así? ¿Es indispensable quedar atorado en una obra al menos unos cuatro o cinco años para rendir un fruto excelente? ¿Un escritor que da forma a su historia en un año -para una novela- o menos de un año -para una novela corta- es un mal escritor? Si no dedicas la próxima década de tu vida a escribir una historia, ¿jamás será tu máxima obra?
La maestría ciertamente sólo se alcanza con el tiempo. Ni siquiera los genios son capaces de dominar un arte sin la constante práctica a lo largo del tiempo y creo que en eso todos podemos estar de acuerdo. Nadie producirá una obra maestra de la noche a la mañana, ni puede esperar que su historia no presente lagunas y errores varios. De hecho, es indispensable revisar el producto antes de presentarlo. Siempre. Es una regla de oro. Sin embargo, ¿cuándo es posible darlo por terminado? ¿Podemos considerarnos satisfechos al término del año o es imprescindible dejarlo engavetado el siguiente lustro? Parece que el público cree que la segunda opción es también una regla de oro.
Viendo los tiempos de publicación de los tomos de Canción de Hielo y Fuego, por ejemplo, no dejó de llamarme la atención que los tres primeros fueron lanzados al mercado en lapsos aproximados de año y medio o dos años. Juego de Tronos vio la luz por primera vez en agosto de 1996. Su continuación, Choque de Reyes, fue publicado en noviembre de 1998 y la tercera parte, Tormenta de Espadas, en agosto del 2000. Los tres libros son magníficas narraciones de una historia continua, muy bien ejecutados, con buenos ritmos constantes, gran diseño de personajes, y otros puntos sobresalientes que explican el éxito de la saga. Y es notable que el autor no necesitara diez años entre volumen y volumen. (Si alguien alega que ya la había pensado desde hacía muchos años -lo cual no nos consta- no le resta fuerza al argumento). Sin embargo, debieron pasar cinco años antes de ver salir Festín de Cuervos, el cuarto volumen de la historia, por diversas incidencias durante su escritura. Cinco años. Eso debería signfiicar, según la opinión popular esbozada párrafos atrás, que este cuarto volumen sería la obra cumbre de la saga. Pero no es así. De hecho, es la más débil, la menos convincente, la más criticable. ¿Favoreció al autor una extensión en el tiempo o más bien operó en su contra? Parecería que fue esto último.
No creo, entonces, que sea muy preciso afirmar que un autor necesita muchos años para producir buenas obras. Si nos remontamos a la literatura clásica, podemos advertir que si bien algunos produjeron algunas cuantas obras a lo largo de su vida (Cervantes produjo una sola gran obra maestra, Don Quijote, y otras obras menores -por comparación-), otros fueron destacables no sólo por su enorme productividad sino también por su gran calidad. Por ejemplo, Lope de Vega no necesitó dedicar diez años a cada obra de teatro o a cada poemario para revolucionar el teatro del Siglo de Oro.
Tengo la impresión, entonces, de que el tiempo dedicado a cada obra es relativo. Depende de ti, de tu velocidad de escritura, de tu ritmo de revisiones, de tu capacidad para desarrollar. No hay una regla universal según la cual un escritor debe encerrarse por varios años para producir cada una de sus obras. Es lógico pensar que le tomará más tiempo aquellas que sean más largas y más complejas y menos tiempo las que sean más simples y más cortas. Pero la razonabilidad de ese tiempo, dependerá de cada uno...
Y lo más importante, al menos para el escritor novel, será pensar que no es necesario preocuparse por cuánto tiempo le dedique sino cómo está desarrollando esa historia... ;)
5 comentarios:
Un pequeño inciso sobre El nombre del viento. Buena parte de su éxito se debe a la extraordinaria labor promocional que ha hecho Random House Mondadori con ella. Si miras las opiniones en la web verás que casi todas se tratan de ediciones anticipadas que la editorial regaló a los bloggers inscritos en Mobuzz o en su grupo "Prescriptores" (como es mi propio caso). Con esto no digo que la obra sea mala -todo lo contrario- pero la fama no le llegó por generación espontánea. A día de hoy ya no me creo eso del autor desconocido que empieza a vender libros como churros por arte de magia...
Respecto al tiempo de escritura, hay un caso, El jugador de Dostoievski, que me llamó muchísimo la atención. Por lo visto el hombre estaba agobiado por las dedudas y tenía que presentar a su editor una novela antes de cumplirse el plazo que habían pactado para no verse en la ruina. Dostoievski contrató a una mecanógrafa y le dicto la obra ¡en un mes!. Un mes para escribir una obra maestra.
La cuestión radica en que el tiempo de una novela no es necesariamente aquel que uno dedica a escribir en sí, existe una fase previa imposible de cuantificar en la que esa obra está, conscientemente o no, formándose en nuestra cabeza.
Por otro lado, el tiempo si es importante cuando hablamos de cuestiones editoriales. Lo normal es que los autores adquieran el compromiso de publicar con cierta frecuencia y eso es presión que entra en juego a la hora de escribir. A otros, como Stephen King, les pasaba lo contrario, escribía tanto que tuvo que crearse un pseudónimo para no pisarse sus propias ventas.
Es un tema interesante, la verdad, da para mucho...
Estoy completamente de acuerdo contigo, Laura.
El tiempo que se dedica a una obra es independiente a su cualidad. Hay autores que necesitan más tiempo para acabarla (y con eso no quiero decir que no sean buenos escritores), y otros que terminan sus obras en un abrir y cerrar de ojos (pongamos por ejemplo el caso que ha dicho Farándula).
Cada uno necesita el tiempo que sea, y la cualidad viene del resultado final, no del tiempo que se le ha dedicado ;)
Me gustó este tema de reflexión ^^
Es interesante cómo de todo esto es relativo. :) No conocía ese dato sobre Dostoievski: ¡fascinante!
Y el apunte sobre las novelas históricas es preciso. Ken Follet tardó más de tres años en documentarse sobre catedrales para Los Pilares. ¡Y él escribe rápido!
Pienso que cada escritor tiene su propio ritmo, que depende a su vez, de su estilo de vida, de su entorno, de la inspiración, y del tema que haya escogido.
No creo que los lectores juzguen la obra de un autor por la cantidad de tiempo que pasó escribiéndola, eso lo hacen los críticos, los lectores normalitos: leen. En este punto debo aclarar que no leen cualquier novela. Ellos saben cuándo una novela está bien o está mal escrita, no porque sepan de gramática o sean estudiosos de literatura. No. Un lector intuye, no se fija en la forma, pero la capta, y cuando una novela está bien escrita es más fácil de comprender, de ahí que se venda más.
Hay magníficos escritores que pasan muchos años puliendo sus novelas, pero están dirigidas a otra clase de público, al exquisito, al intelectual, que se puede pasar horas y hasta años diseccionando una obra.
Me ha gustado mucho tu entrada, es enriquecedora, y expuesta de manera inteligente.
Creo que me haré adicta a tu blog.
Besos,
Blanca
Hola, Bianca. Pienso que llevas razón, por supuesto, en cuanto al criterio con que juzgan los lectores normales. Suelen ser los más sensatos. Nosotros mismos, cuando somos lectores, no solemos pensar en el tiempo que le llevó al autor desarrollar su obra, pues ni siquiera conocemos el dato ni es importante. Pero algunos escritores -especialmente noveles- parecen creer en prejuicios como éstos: de que es indispensable cierta cantidad d tiempo para producir una obra "maestra". Y me llama la atención cuando leo semejantes criterios en opiniones comunes...
¡Gracias por tu visita!
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