25 de septiembre de 2008

Otra gran tema: el Destino

Repasando los temas que mueven la literatura a lo largo del tiempo, me fijé en uno ineludible: el Destino. Sí, así, en mayúscula, pues el Destino como fuerza avasalladora e incontenible se encuentra en la literatura desde sus albores. Y por consiguiente, todas las posibilidades que conlleva: cumplir con él, retarlo, demostrar que no existe, demostrar que sí, hacerlo trágico, hacerlo sublime, hacerlo cómico. Y etcétera, pues podría inventar muchas combinaciones posibles en las que el Destino jugaría siempre un papel esencial.

Supongo que es fácil identificar aquellas historias clásicas en las que el Destino juega un papel preponderante, como los poemas épicos o las leyendas medievales. Pero según recuerdo, el Romanticismo rescató este tema, separándolo del racionalismo clasicista, y tornándolo tan intensamente interesante, que ha influido muchas historias hasta hoy. En estos días eclécticos, en los que muchos pensamos de muchas formas alternativas, el tema del Destino se halla en novelas, cuentos, poemas, películas, obras teatrales, pinturas, esculturas, y hasta en los anuncios comerciales, dicho con total descaro: "¡Este es tu destino!" Es una idea poderosa, qué dudarlo, y suele construirse historias trepidantes entorno a ella.

El problema, claro está, estriba cuando la historia propiamente dicha se vuelve cliché. Cuando ya sabemos de qué va y cómo terminará, casi, casi, como si fuese cosa de "destino". No es culpa del tema, por supuesto, sino de la falta de imaginación del autor en ese caso y no creo que sea justo denigrar la posibilidad de usar esta idea universal sólo porque algunos escritores la han sobreutilizado de forma escandalosa.

No soy partidaria, en lo particular, del destino. No creo en la fatalidad ni creo que alguien en particular esté "señalado" para cumplir con algún gran propósito. Sin embargo, como idea literaria suele gustarme mucho, no sólo cuando se cumple sino también cuando se le reta. Por ejemplo, pienso en dos sagas fantásticas muy exitosas en nuestros días que se ajustan a este tema: por un lado, Harry Potter, y por el otro, El Señor de los Anillos. La historia del joven mago gira entorno al cumplimiento de un destino: el protagonista y su alter ego, Voldemort, se verán enfrentados inevitablemente y fruto de ese enfrentamiento será la muerte inaplazable e inevitable de uno de los dos. Es un destino que se cumplirá, haga lo que haga el joven o lo que haga el mortífago. Y de hecho, el enfrentamiento final sucede, en efecto, en el séptimo y último libro de la saga. Un destino se cumple, fatalmente, sin desviaciones.

En El Señor de los Anillos, en cambio, aunque Aragorn es el rey "destinado" a regresar a Gondor, lo es en la medida en que él asume este rol y en completa dependencia de los acontecimientos que cincelan su mundo. En estos acontecimientos, nadie cumple un destino que no haya elegido por sí mismo y que no modele conforme avanza. Frodo, por ejemplo, que en modo alguno podría ser un Elegido, decide cada uno de sus movimientos y lo hace en libertad, sin destinos prefijados, aunque pudiera parecer que sí, y la consecución de su misión es objeto del azar en muchos casos y del poder de sus propias decisiones, en otros. La historia se desarrolla a veces a contrapelo de destinos fijados, a veces sin destinos claros. El Destino, que podría mover a Aragorn en una dirección, se desvanece, y es sustituido por la capacidad de libre elección.

Otras sagas fantásticas modernas manipulan el papel del Destino: por ejemplo, aparece apenas dibujado en una que aún no se ha terminado, Canción de Hielo y Fuego. Una profecía (éstas son magníficas en historias con Destinos) señala la venida de un príncipe prometido. ¿Se cumplirá? El príncipe en cuestión, ¿surgirá con la conciencia de cumplir un destino? En otra, en cambio, La Rueda del Tiempo, el Destino está tan fijo como grabado en roca y el protagonista, Rand Al'Thor, es víctima de él.

¿Existe el Destino fuera de las historias fantásticas o de los poemas épicos? Pues sí, claro. En la literatura romántica es casi reiterado. Algunas veces aparece en los géneros sobre criminales y ocasionalmente en la ciencia ficción. Ni qué decir de los dramas sociales o de las novelas históricas. No siempre con ánimo de defender su noción, pero interesante, como fuerza que mueve la acción.

Añadimos, entonces, a nuestra lista de temas a considerar: el Destino.

5 comentarios:

Martikka dijo...

La novela en que estoy trabajando actualmente tiene como uno de sus factores fundamentales, el destino. Es un tema que siempre me ha apasionado. Además, en la época en que se ambienta (siglo XI), era un tema recurrente, por sus ignorancias y supersticiones.
Me gustó tu post, un saludo!

Delphos dijo...

Hola, lei tu blog, y comparto muchos gustos contigo, tengo un blog sabes, y estoy en proceso de reorientacion de la informacion que publico, pero bueno te dejo la direccion por si me quieres agregar a la lista de blogs que lees:

http://delphosfriki.blogspot.com/

Un saludos, bye

Laura dijo...

Gracias por pasarte, Delphos, y tú también, Martikka. Me pasaré también por sus blogs respectivos. :)

Supongo que tu novela, Martikka, será de tipo histórico ¿no? Interesantísimo periodo el escogido: siglo XI, el cual acababa de sortear los primeros vaticinios del "fin del mundo", si mal no recuerdo, que muchos creyentes creyeron sería en el año 1000 d. C. Todas esas visiones unidas al "fin del mundo" guardaron siempre una estrecha relación con el tema del Destino...

Martikka dijo...

Has acertado, Laura, de eso va mi novela, de la creencia del fin del mundo en esos días y el destino de mis personajes. Es un período de la historia que me fascina; no en vano pasé casi un año documentándome, y aún cuando estoy escribiendo sigo averiguando cosas de esos días. Dentro de poco espero acabarla, ahora estoy releyendo las 2 primeras partes para retomar la tercera y finalizarla. Tengo ganas pero también me da algo de pena...ya sabes de qué hablo, pues también lo habrás vivido!
Un saludo!

Laura dijo...

Lo he vivido, en efecto, y estoy por hacerlo de nuevo, cuando revise la tercera y última parte de mi trilogía. Será como despedirse de un viejo amigo, pero ¡así es la vida! Los libros son como los hijos: se los cría para luego verlos partir y desempeñar su propio papel en el mundo. :)