Hace poco, un mes y medio como mucho, publiqué una entrada relacionada con la salud del cuento hispanoamericano, basada en un artículo pesimista al respecto. En unas cuantas líneas que rebosaban nostalgia y amargura, el artículo en cuyo texto basé mi entrada, el autor se lamentaba del progresivo declive del cuento hispanoamericano y la terrible situación de que no exista interés editorial en publicar este tipo de narrativa corta, por contraposición a la constante publicación de novelas cada vez más largas. Aunque yo coincidía con algunas de sus apreciaciones, no dejaba de llamar mi atención que en Costa Rica, mi país, la situación fuese diferente, y que la constante publicación de colecciones de cuentos se mantuviera al mismo ritmo que el de las novelas. También pensé que quizá no era tan alentador, dado el bajo movimiento comercial en el sector editorial tico en general, pero seguía siendo un ejemplo disonante en la monotonía hispanoamericana.
Pues bien: he aquí que parece haber buenas nuevas para el cuento provenientes del otro lado del océano. Después de años y años de quejarse de la desaparición del cuento español, he aquí que aumentan los títulos de colecciones de cuentos en España y que diversas editoriales especialistas en el cuento se mantienen pujantes. No ha muerto el cuento español, parece decir Julián Díez en su artículo "El cuento sirve para todo el año". La noción de que el lector promedio sólo compra novelas (y novelas de fácil consumo) no es tan exacta. No estamos hablando de los microrrelatos, que son otra historia, poderosamente ligada a Internet, sino a cuentos de extensión variable pero amplia, que están llegando a las estanterías españolas y que están siendo leídos por el público general.
¿Podremos aún vivir un renacimiento del cuento como género comercialmente aceptable? Antes de que las voces del purismo artístico se lancen en mi contra advierto una verdad irrebatible: si no se venden, los cuentos no se publican. Si no se publican, desaparecen. Así de simple. Por eso es tan importante que las colecciones de cuentos tengan una buena acogida en el mercado de librerías y que haya muchos más lectores dispuestos a engolfarse en sus páginas. Sólo así podrán sobrevivir y pervivir.
Confieso que este artículo me ha alegrado. Soy entusiasta de la novela, tanto en calidad de lectora como de escritora, cierto, pero he descubierto que los cuentos pueden regalarme preciosos momentos de disfrute literario, artístico y personal, tanto cuando los leo como cuando los escribo y que es un género que por derecho propio se instituye como uno de los Grandes de la Literatura universal, por su capacidad extraordinaria para transmitir ideas poderosas, imágenes impactantes, y reflexiones inquietantes en tan pocas páginas...
2 comentarios:
Valiosa reflexión, yo también pienso que el cuento está pasando un buen momento en nuestro país.
Sólo falta persuadir al público de que no hay nada más sabroso que ir leyendo un buen cuento en la mañana en el bus en lugar de estar mandando mensajitos...
Saludos!
Con persistencia se logra. Y también con un poco más de publicidad, que se agradecería.
Por otra parte, una de las cosas que más me alientan es que entre el gran número de publicaciones de colecciones de cuentos que hemos visto en Costa Rica en los últimos años, solo unas pocas son reediciones de cuentistas del pasado. La mayoría pertenece a nuevos autores: o sea, la literatura se sigue cultivando en nuestro país. Sangre joven constante significa buena salud =)
Saludos, gracias por pasarte por aquí.
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