Navegando un poco por la red, en la que descubrí que había otorgado a una planta propiedades opuestas a las reales -es una larga historia-, di con uno de los tantos sitios de la editorial Planeta en la que se comentaba la aparición de un best seller en edición en castellano. El libro en cuestión se llama La sorprendente verdad de qué nos motiva y es del autor norteamericano David H. Pink. No lo conocía, pero me llamó la atención el tema y dediqué unos minutos a la lectura del artículo que apareció en el blog de editores en torno a este lanzamiento.
No sé si el libro merece la pena o no, pero he de admitir que el tema me pareció muy interesante. De hecho explica en gran parte por qué nosotros los autores creativos insistimos en escribir cuando todo parece tan diseñado en nuestra contra: dificultades de publicación, dificultades de difusión, dificultades de venta, de competencia, de crisis económicas cíclicas que afectan el sector editorial y con más fuerza a los menos consagrados, en fin... ustedes saben, una historia de nunca acabar. Y sin embargo, a pesar de todo esto, seguimos escribiendo, seguimos soñando, seguimos... simplemente, seguimos.
El libro, según el artículo mencionado, desmitifica aquella máxima de que la gente trabaja duro cuando se le ofrece un incentivo (normalmente ecónomico). De acuerdo con lo expuesto por Pink, y basándose en numerosos estudios, esta máxima sólo es cierta en presencia de trabajos repetitivos y mecánicos, donde la promesa de una recompensa económica sí estimula la producción. En cambio, en aquellos trabajos que requieren un alto grado de creatividad e iniciativa personal, cuanto mayor es la recompensa económica, menor es la productividad. De alguna manera, si le ofreces a una persona un incentivo para que termine cuanto antes y mejor un trabajo esencialmente creativo, la persona tiende a fallar, a bloquearse, a producir menos. Se obnubila con la recompensa y pierde creatividad (yo pienso que se estresa). De acuerdo entonces con esta exposición, la verdadera motivación que hace a los trabajadores creativos a producir más y mejor se encuentra en el trabajo mismo y en ellos mismos. Si el trabajo que realizan es autonómico (es decir, propio), si pueden alcanzar un aporte significativo al entorno social que va más allá de su mera realización personal, si pueden marcar una diferencia... producen más y mejor. Se supone, claro, que el factor económico no es un factor: esto es, el trabajador en cuestión tiene cubiertas sus necesidades básicas.
¿Tendrá razón?
Pues yo creo que sí, al menos en cuanto a los autores creativos. Es claro que todos nosotros nos sentimos encantados con la idea de que nuestros libros se vendan. Sin embargo, si prestamos atención, podemos advertir que en la mayoría de los casos no es un hecho que nos agrade por el dinero en sí mismo considerado, sino por lo que estas ventas en realidad representan: quienes compraron el libro probablemente lo leerán, y que lo lean es lo que nos mueve a publicarlo. Si no quisiéramos que nadie más leyera nuestros escritos, no los publicaríamos, ¿cierto? Los dejaríamos en el refugio siempre seguro de nuestros cajones o nuestros discos duros. Pero la gracia de la escritura creativa está, en gran parte, en contar una historia o construir un poema que otros van a leer, van a apreciar, y quizá, van a sentirse impactados, en algún grado, por ello.
Entonces... ¿qué mueve a un escritor creativo a realizar su trabajo, no siempre reconocido con justicia? Pues el sueño de poder aportar algo significativo al entorno social, más allá de nuestra realización personal, que sea importante, que sea poderoso en algún nivel -emocional, intelectual, social-, un algo por el que sintamos que agregamos valor al conjunto. No es, entonces, el simple incentivo económico (que dicho sea de paso, en la mayoría de los casos ni siquiera se ve a la vista) el que nos motiva a insistir en esta ardua labor, sino esa motivación intrínseca tan sabiamente observada por los investigadores del comportamiento humano hace tiempo.
Un chico, en una discusión que mantuvimos sobre la literatura y el impacto supuestamente negativo que él le ve a los best sellers, me aseguraba que con la venta de productos de consumo masivo como esos libros "fáciles" y pre-fabricados por las editoriales, se "prostituía" y se "mataba" a la "verdadera" literatura, y que ésta morirá dentro de unos años por "culpa" de eso. Yo pensé que no era así: ni la literatura está muriendo ni morirá. Y, a la vista de lo que en realidad mueve a los escritores creativos a seguir soñando a través de las letras, pues... me reafirmo en mi convicción.
Con una motivación tan poderosa, la literatura tiene su vida asegurada hasta que la humanidad misma deje ser humanidad. :)
5 comentarios:
A la hora de empezar a escribir de verdad muchos nos fiamos en en la recompensa económica, y esa es la razón por la que muchos escritores que se están iniciando fracasan: La recompensa económica pocas veces cubre todo el trabajo.
La verdadera recompensa de escribir es el hecho de todo lo que se siente haciendo eso y ver tu libro vendido (si es que quieres): porque ves que has hecho un buen trabajo porque has trasmitido lo que has sentido.
Saludos
Hola :)
Creo que en pocas palabras lo dijiste mejor que el artículo :)
En mi caso, hay dos poderosos motores: el dinero y sacar esas voces que resuenan dentro de la cabeza impidiéndote dormir, que quieren vivir en el papel. No hay más. El modo como percibimos estos dos conceptos es lo único que puede parecer que nos dierencia, al igual que el modo de expresarlo.
Y ahora, Laura, la pregunta del millón de KS: ¿escriben mejor los hombres que las mujeres, o a la inversa? ¿Me das tu respuesta o esperas a mis conclusiones en el blog?
Saludos.
Hola, Antonio
Las motivaciones son personales, por supuesto, en una primera instancia, aunque tengo la impresión de que el artículo se refería a condiciones generales, medidas en términos estadísticos o de tendencia.
Con respecto a tu pregunta, no creo que tengamos suficientes elementos de juicio como para afirmar que un sexo escribe "mejor" que el otro. ¿"Mejor" en qué? ¿A nivel creativo, a nivel técnico, como constructor de discursos, como elaborador de filosofías...? ¿Qué es escribir "mejor"? Luego, ¿dónde están las diferencias individuales? Desde el punto de vista creativo, hay estupendos autores hombres y hay magníficas autoras también. ¿Cómo decidir? Según los científicos, el cerebro femenino tiende a poseer mejores capacidades comunicativas que el masculino, pero eso ¿incluye la escritura? No lo sé. De modo que mi respuesta es: no creo que un sexo *escriba* mejor que el otro.
Gracias, Laura, por tu aclaración. La tendré muy presente. Te adjunto el blog de una artista que conocí en la firma de ejemplares. Su arte me ha cautivado:
http://krystynavela.blogspot.com/
Espero te suceda a ti también.
Saludos.
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