26 de octubre de 2010

Escritores vanidosos...

Recientemente, en un sitio donde concurren diversos escritores de habla hispana, se abrió un debate sobre la vanidad del escritor. Un grupo de autores, pues, dejó su opinión, más que referirse a la de los demás -por lo que no sé dónde está el "debate"- y así quedó a criterio de nosotros los lectores decidir si los escritores son vanidosos, si no lo son, si lo son más que los ingenieros y los médicos o si lo son menos, si es necesario que lo sean o si es un defecto imperdonable. A mí me quedó la pregunta rondando un buen rato, pues no estaba segura de que todos estuviesen hablando del mismo "tipo" de vanidad.

¿Qué es la vanidad? Vaya, pues, parece una pregunta filosófica. Pero es importante. A lo mejor yo hablo de un tipo de vanidad y tú de otro y no nos entendemos por esa falta de acuerdo inicial. Cuando hablamos de alguien "vanidoso", ¿a qué nos referimos? Tengo la corazonada de que todos hacemos una ponderación distinta entre "vanidad" y "vanidoso".

Muchos podemos diferenciar distintos tipos de vanidad: desde la saludable autoestima hasta el orgullo desmedido, aunque en mi caso, y para que quedemos en claro sobre qué voy a estar considerando como "vanidad", para mí la vanidad es la cualidad de lo vano, lo vacío, lo superficial. Es un creerse superior al resto de la humanidad porque sí, y convertirlo en una costumbre. Para mí, la palabra "vanidad" nunca se refiere a la autoestima sino a la sobreautoestima, es decir, a una supravaloración propia basada en... nada. Y quien sea "vanidoso" hace de la vanidad una costumbre.

Así puestos de acuerdo, es obvio que los autores que expresaron que la vanidad del escritor es importante pues todos debemos comenzar por creer en nosotros mismos y en lo que hacemos, se están refiriendo a lo que yo llamo autoestima, orgullo propio, saludable visión del propio valor, seguridad en sí mismo, y no estrictamente "vanidad". En este caso, supongo que si exageramos esos valores (autoestima, orgullo propio, etc.) y los convertimos en el fin de nuestra existencia, estaremos hablando de vanidad y de gente vanidosa.

¿Son los escritores gente vanidosa per se? Yo no diría tanto. Pienso que todos tenemos un poso de autoestima, y también una reserva de vanidad. Sí, de esa cosa fea que llamamos vanidad. Es natural en todos los seres humanos. A todos nos gusta que nos reconozcan, cierto, y eso forma parte de la autoestima, y también a todos nos gustaría ser la estrella del momento en alguna ocasión y en algún momento, y eso forma parte de la vanidad. Que me digan que soy un gran Esto y gran Aquello, ¡guau!, cómo tienta nuestra faceta vanidosa...

Sin embargo, hay gente que la deja salir sin control y gente que no. Y esa gente "descontrolada" es lo que llamaríamos "vanidosa" y me parece, si no me equivoco, que abunda no sólo entre los escritores, sino también en una amplísima variedad de profesiones comerciales, artísticas y científicas. Vamos, que es un defecto personal, no profesional. No depende de tu profesión sino de tu personalidad y de la capacidad que tengas para aplicar o no fuertes dosis de modestia auténtica en momentos propicios.

Decir que todos los escritores son vanidosos es una exageración. No todos son vanidosos. Los hay vanidosos, ciertamente, pero no todos lo son. Hay escritores exitosos que son razonablemente seguros de sí mismos sin caer en actos vanidosos. O sea, lidian bien con el reconocimiento y hasta con la adoración. Otros escritores exitosos no. Son vanidosos y se les nota especialmente cuando hablan de sí mismos (y dejan saber lo importantes que se sienten) y cuando se les critica. ¡Ah! ¡No soportan la crítica! ¿Cómo puedes criticar a un valor tan estimable como ellos y su escritura?

¿Por qué alguna gente cree que todos los escritores son vanidosos y hasta necesitan de la vanidad para subsistir? Porque piensan que cuando escriben y, peor aún, publican, lo hacen porque desean no otra cosa que la fama y la ostentación. Quizá quienes piensan así desearían lo mismo, no lo sé, pero aunque todos los seres humanos, como dije antes, disfrutan de la fama y el reconocimiento, no todos escriben y publican para obtenerla, o con el exclusivo propósito de lograrla. Una gran mayoría de escritores lo hace porque les gusta.

Tan simple como eso. Les gusta. Incluso, se apasionan con la escritura. ¿No se dice que lo ideal es dedicar nuestra vida laboral a aquello que nos inflama la pasión y alimenta nuestras ilusiones? ¿No hay mejor trabajo que aquel al cual acudes con devorador interés? Pues, así es con la mayoría de los artistas: lo hacen porque lo viven, porque lo disfrutan, porque lo necesitan. No por vanidad, sino por necesidad. Y si por esas cosas del destino logran vivir de ello, pues mejor que mejor. Ahí aparece la conveniencia de aparecer ante los medios, de vender sus obras, de lograr un reconocimiento, pues así pueden seguir dedicados a su pasión sin el temor de no traer el pan a casa cada día. Y sí, por ahí se alimenta la vanidad, pero no será gran cosa, a menos que la persona en cuestión sea de por sí vanidosa.

Publicar no es un acto de vanidad. Es como construir un puente o curar un enfermo. Es un acto natural producto de un trabajo. Creerse el ser más adorable del mundo, eso es vanidad, y para eso no necesitas ser escritor. Con sólo aparecer ante el mundo y hacer algo que llame su atención, tienes.

Finalmente, y como reflexión, pienso que no es un acto de vanidad el que un autor mencione su obra o hable de ella. Es lógico que lo haga. Sólo será un acto de vanidad si su discurso es excesivo, si es adulador de sí mismo hasta el extremo y si no hace otra cosa en la vida. :)

5 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

No creo que los escritores escriban por vanidad, sino por necesidad del tipo que sea. A veces incluso estética, ver las palabras formarse y entonarse en una especie de música es algo hermoso.
La vanidad es humana, se tiene porque se tiene, no va condicionada a oficio alguno, no tiene lógica, ni clase social, ni necesita aptitud para salir adelante. El vanidoso lo es y no puede evitar serlo. Para mí ( no digo con esto que no la tenga) es el mayor defecto que un ser humano puede tener, y allá donde la detecto me repele. Me da igual el oficio que ostente quien la abandere.
Saludos

Susana Torres dijo...

El escritor tiene que ser responsable y atento con el lector. Buen compañero de sus colegas. Tiene que ser seguro, emprendedor y hasta valiente. Tiene que confiar en sí mismo, en su capacidad para escribir buenas historias. Los que empezamos también tenemos que ser humildes y reconocer nuestras limitaciones.

Pero no vanidoso.

Un saludo, Laura.

Laura dijo...

Hola, Begoña, Susana
Parece que las tres estamos de acuerdo :)

García Francés dijo...

Estos días, a propósito de Fernando Sánchez Dragó y de los blogs he tocado el tema.

Creo que es tolerable un puntito de vanidad, incluso de soberbia, pero lo chungo es cuando ambas cosas son patológicas.

Un saludo, amiga.

Laura dijo...

Sí, je,je, cuando el "puntito" de vanidad se convierte en un "puntote" ;)... Por eso yo prefiero tratar con una sana autoestima y no con la vanidad directamente, ¿sabes?, para que no haya "puntotes" de vanidad :)
Saludos :)