1 de septiembre de 2010

"Si no termina mal, no sirve...

... o lo que es lo mismo, si termina bien es un bodrio". He visto este tipo de sentencias muchas, muchísimas veces a lo largo y ancho de Internet como si fuese el dictamen de un juez que señala las virtudes y defectos de los textos narrativos literarios. Y me asombra, porque no sólo es reiterado, sino que incluso es dogmático. Si uno externa una opinión distinta, es tratado o visto como ingenuo, poco formado o incluso, como títere de la "propaganda comercial".

Y yo digo, ¿cómo?

¿De qué estoy hablando? Bueno, pues de los famosos finales de las historias. El otro día leí otra enésima oponión sobre un libro X, en el que lector decía que no le gustaba porque era como un "cuento de hadas", terminando bien o feliz como una película de Hollywood. Y con eso daba al traste con el libro. ¿Juzgaba el libro por su coherencia interna, por la belleza de su lenguaje, por la solidez de su argumento, por la originalidad de su estilo, o por el buen desarrollo de sus personajes -criterios todos más o menos objetivos de los que nos valemos para juzgar la calidad de una obra literaria-? No, para nada. No decía nada de eso. ¿Expresaba un simple gusto porque la historia era entretenida, divertida, emotiva o por el contrario, era aburrida, pesada, poco fluida -criterios todos más o menos subjetivos de los que nos valemos para juzgar el impacto de una obra literaria-? Tampoco. ¿Entonces? Sólo juzgaba el libro (como bueno o malo) porque el final era "feliz". Es decir, porque las cosas terminaban bien y no mal, como "debe ser".

¡Cielos!

Entonces, ¿es mi deber terminar todas mis historias de manera trágica o desoladora para ser considerada como una autora adulta -porque en las historias infantiles se aplica la noción contraria-? Parece que sí. Si escribo para niños, se me perdona que todo termine bien. Como si los niños no pudieran o no supieran asimilar hechos tristes. Y si escribo para adultos, sólo se me admite que todo termine mal. Como si los adultos no pudieran o supieran asimilar los éxitos grandes o pequeños de la vida.

A mí todo esto me huele a prejuicio. Y volvemos con el pesimismo reinante en la sociedad actual. Muchos intelectuales parecen considerar verdad de Pero Grullo el hecho de que "pintar la realidad" es obra de artistas y que cuando se ve el resultado este debe ser amargo. Pues a mí me parece que la tal verdad de Pero Grullo no es más que la supina expresión del más completo pesimismo que poco o nada tiene que ver con la realidad.

La realidad es gris, blanco, negro, azul, rosa, amarillo, rojo, verde, café, morada. Es multicolor. Es variopinta. Es caleidoscópica. Vivimos rodeados de tragedias, comedias y tragicomedias, de dramas y canciones, de llantos y risas, de amor y de odio, de crueldad y compasión. Es un tapiz tan complejo como maravilloso, igualmente decepcionante que esperanzador. No hay una vertiente monótona en la realidad de nuestro mundo, salvo nuestras propias e íntimas monotonías, que son nuestra responsabilidad y quizá nuestra pena, pero sólo nuestra. Que nosotros vivamos aburridos, no significa que todo el mundo lo está. Que nosotros tengamos fracasos, no significa que todos los demás también. Y al revés. Que nosotros tengamos muchas emociones, no significa que todos los demás las vivan a diario. O que si nosotros somos exitosos, todos los demás también.

Y lo mejor de todo es que la mayoría de los artistas lo saben y por eso saben pintar realidades varias, que cambian y recrean emociones distintas en cada obra, en cada entrega o en cada espectáculo. Por eso, cuando un escritor se lanza a la tarea de narrar una historia, puede variar desde una gran oscuridad a una blancura inmaculada y viceversa, sin que se pueda decir que esté "faltando" a la realidad.

¿Hay artistas que pintan mundos falsos? ¡Por supuesto! Cuando son monótonos o perfectos, diría yo. Porque ahí sí, no hay monotonías ni perfecciones en nuestra realidad. Ahora bien, cuidado. ¿Y si el artista es consciente de lo que hace y al pintar un mundo monótono o un mundo perfecto lo hace con un fin particular? Como Tomás Moro cuando escribió su Utopía o los pintores del Renacimiento cuando recrearon una Grecia antigua idealizada en sus cuadros bucólicos. ¿Pintaban la realidad? No. Pero se regodeaban en la belleza del arte, que así se liberaba de las cadenas del Medioevo y lanzaba con toda su fuerza un Renacimiento que nos iba a legar ciencia, pensamiento y apertura intelectual. ¿Resultó importante que pintaran la realidad? No, porque no era su arte ni su objetivo. Así pues, ¿es obligatorio para un artista representar sólo ciertas porciones de la realidad todo el tiempo para ser considerado con seriedad y para ser reconocido en su obra? Obviamente, no. Así también extraemos otro corolario: ¿es obligatorio pintar la realidad o podemos fabricar nuestras propias imágenes, aunque tengan poco que ver con la realidad? Parece evidente que el Arte se vive en libertad, así pues, no hay "obligaciones" en su expresión.

Volviendo, pues, a nuestro punto de partida, no me parece equilibrado ni justo que se juzgue a una obra porque su final no es todo lo trágico u oscuro que "debería ser", precisamente porque no todos los finales oscuros son coherentes con la historia que se narra y la coherencia sí que es una premisa indiscutible en el Arte Literario (y en los discursos, y en el pensamiento filosófico, y en las ciencias, por cierto), porque la realidad misma no siempre es trágica u oscura, y porque un final trágico no siempre conviene al propósito artístico del autor.

Así que, al diablo con tanto prejuicio. Si la historia que se narra ha de terminar bien, que termine bien. Si ha de terminar mal, que termine mal. Que su final no traicione la coherencia y el espíritu de esa obra y que complete un cuadro de suprema belleza, que es uno de las razones estéticas por las que la Literatura es un Arte en toda su expresión.

8 comentarios:

A.Moreno de Alborán dijo...

Cuando leo un libro no lo hago por el arte. Lo hago para disfrutar de la acción, lo que tú llamas arte es superfluo para lector, es un detalle importante que no se nota, es un elemento más. La trama es la mitad de la historia, lo demás es la otra mitad y, sí, una trama muy buena puede suponer más del 50%, quizá un 60% o incluso un 70% del libro. Pero una construcción bella del lenguaje nunca llega a suponer más del 50% del libro, a veces se queda en 30-40%. Si quieres buen arte en la escritura busca poesía, porque los libros son para contar historias o enseñar, y las poesías también lo son a veces.
Si no te gusta una trama en un libro porque es aburrida, mal vamos. Los finales malos son buenos para el lector y los buenos, a veces también. Lo que pasa es que el lector los recuerda menos, causan menos impacto porque eres feliz y lo malo lo sueles recordar mas.
Por último, si no te gusta que los lectores pasen de fijarse en la complicada estructura gramatical de una frase de varios minutos de trabajo (o más), lo siento. Yo quiero escuchar (leer) una historia que me entretenga, lo demás solo tiene que cumplir la función de que me llegue bien. La trama es el contenido, la escritura es el canal y dejémonos de tonterías, escribir es bonito pero habrá que joderse si no gusta fijarse en la gramática. Por algo la poesía vende menos...

Laura dijo...

Bien, gracias por tu comentario.
Lamento que no hayas entendido una palabra del mío. Estás hablando de algo que nada tiene que ver con lo que escribí.
Tú confundes arte literario con palabras floridas. Confundes también arte literario con gramática aplicada. Y por supuesto, confundes arte literario con poesía.
Nada más lejos de la teoría literaria.

¿Eres lector? Bien por ti. ¿Lees por placer? Bien por ti. Así es como se supone que los lectores deben leer literatura. No por obligación, no por buscar información que no se halla allí, sino por el placer de leerla. Por eso es un arte, porque arte primero es placer, es belleza y a la vez es emoción, subjetividad y reflexión.

Lo que yo llamo arte es arte. No es superfluo para nadie, ni para el lector, porque no se limita al lenguaje florido que tú crees es arte. El arte involucra la acción también, involucra el argumento, involucra los personajes. Ese fastuoso 70% del libro del que hablas es arte y forma parte del arte.

La gramática es otra cosa. Y todo escritor debe saberla porque es una herramienta de trabajo. No hay nada más deplorable que un escritor que escriba mal. Es como un ingeniero sin matemática o un médico sin biología básica.

Los finales malos no es lo mismo que los finales tristes. Un final malo es incoherente, absurdo o insatisfactorio. Puede ser triste o alegre, pero a nadie gusta.

Los finales buenos no es lo mismo que los finales felices. Un final bueno es coherente, lógico y satisfactorio para el lector y con respecto al resto de la obra. Pueden ser felices o tristes Y SE RECUERDAN IGUAL, precisamente porque son buenos.

Si te gustan los finales TRISTES, que no malos, magnífico. Pero no son obligatorios para ser "buenos". Y si aún no entiendes lo que digo, te aconsejo que leas más, porque definitivamente te hace falta mucha más lectura.
Saludos.

Begoña Argallo dijo...

Agradezco todas las aclaraciones que haces en tu comentario porque soy una gran desconocedora de en que consiste el arte de la literatura, pese a lo mucho que me apasiona y me has dejado claras muchas dudas que arrastraba.
A mí me gustan los finales felices, o al menos hasta hace un minuto lo creía, pero va a ser que no, que me gustan los finales coherentes. Aunque si escribo los edulcoro mucho y en las correcciones los tiendo a equilibrar, un escritor decía que en la vida siempre es más frecuente lo que se chafa. Y suele ser verdad, eso me hizo estropear un poquíto mis finales, han ganado coherencia.
(Aunque a veces vuelvo a corregir y los edulcoro :)
Saludos

Laura dijo...

Hola,Begoña. Me hace gracia lo que dice ese escritor, que es más frecuente lo que termina mal que lo que termina bien. En mi opinión, eso depende de cómo ve uno la vida y también cómo la vive y dónde. Supongo que una pobre chica afgana o pakistaní cuya familia se ha perdido casi toda por las guerras, la insurgencia y los desastres naturales y que para empeorar las cosas ha sido desposada contra su voluntad con un tipo veinte o treinta años mayor que ella, no considerará el lado más dulce de la vida. Es una experiencia de vida y una realidad, y si alguien quiere contar su historia puede hacerlo. De hecho, muchos lo han hecho. Y sin embargo, puede darle un final "feliz" a su historia sin que sea incoherente o mal construido: puede hacer que la chica encuentre un propósito de vida a cargo de mujeres bondadosas que les enseñan oficios y a ser dignas, y a sobrevivir con sus hijos. ¿Es irreal? No. También existe y en muchísimos casos. ¿Sería un final "malo" y poco recordado porque terminó "feliz"? No lo creo. Suelen ser finales inspiradores, mucho más recordados que si la historia termina con la violación y muerte de la chica (que también sucede en la realidad).

Así que, no te sientas mal porque gustes de finales felices. A eso me refería en mi post. El problema no es que sea feliz, el problema es que sea incoherente, inverosímil, ilógico con la historia. Por ejemplo, si en mi historia de la chica afgana, cuento que se enamoró perdidamente de un chico maravilloso que la llevó a un paraíso terrenal y nunca hubo secuelas de su vida ni recordó jamás su triste pasado... bueno, pues, es feliz también, pero bastante inverosímil, ¿no te parece? O si cuento que la chica se transformó en una asesina en serie que destrozaba hombres con sus brazos ultraentrenados y terminó muerta en medio de gritos salvajes ajusticiando a medio humanidad, es un final triste, pero también: inverosímil. Ambos finales, entonces, uno feliz y el otro trágico serán malos finales. Y la obra se habrá estropeado. :)

A.Moreno de Alborán dijo...

Lo siento, parece que se me ha entendido mal.

Cuando me refiero a arte literario me refiero al conjunto de todos los elementos de la novela, y cuando me refiero a la construcción bella del lenguaje de la novela no me refiero a palabras floridas, me refiero al arte de la novela, es decir, a la buena construcción del lenguaje de forma que este bien construido: belleza.
Con lo de las tantos por ciento estoy intentando hacer ver que el lector ''normal'', el de la calle, el que no escribe, usualmente poco sabe de gramática, construcción del lenguaje y estructuras. Eso a él no le importa, pues a el lo que le importa es que le llegue bien la historia y que esta sea buena. Es difícil de explicar, pero podría decirse que al lector al que me refiero se fija en el argumente y en lo bien que le llega, no se fija en COMO o POR QUÉ le llega.
Todo esto lo digo para centrarme en lo que tu centras, en los argumentos: final de vida o de muerte.
El lector no es que elija un libro por su final, pues esa parte de la historia no la conoce hasta que se termina la novela. Lo que puede pasar es que se suele hablar más de los finales de muerte o malvados porque suelen ser impactantes, lo que no quita que los finales buenos no puedan serlo. Sin embargo, dime que es más fácil que impacte al lector: tienes una historia y puedes poner un Comieron Perdices o un Apareció un Pretendiente y Mató al novio en un duelo, fin.

En mi opinión la segunda opción da más jugo y atrae más, puesto que me incita a conocer como murió, y más aún si es fallecido es el personaje al que he estado siguiendo durante toda la novela.

Siento si no se me ha entendido, ahora he leído mi comentario y la verdad, pienso que está bastante descentrado de lo que quería expresar (tal vez, el hecho de que lo escribí en mitad de un cabreo, tuvo algo que ver).

Dime qué opinas ahora.

Saludos.

Pd: Soy escritor de novelas y poemas.

Laura dijo...

Entiendo tu comentario. Lo que no comparto son algunas de tus nociones. Me explico: el arte de la novela no es sólo el lenguaje. El lenguaje (y en él va la gramática y el estilo y la ortografía y las metáforas y todo eso) es sólo una parte del arte literario en la narrativa, sea de novela o cuento. Sólo una parte. El argumento, al que das tanta importancia (porque de hecho, la tiene) es otra parte esencial del arte de la novela. Sin argumento, no hay narración, no hay relato. No hay narrativa. No hay novela. El arte literario se fija en el lenguaje Y en el argumento Y en la construcción de los personajes Y en otros elementos estructurales de la obra.

Cuando yo hablo de arte en la novela me refiero a todos esos elementos juntos y no sólo al lenguaje.

¿Qué piensa el lector común? Que le gusta o no le gusta una novela. Así piensa. ¿Crees que no le da importancia a TODOS los elementos de la novela? Oh, vaya que sí. Posiblemente no los secciona. No dice: "esta novela carece de un estilo ágil". No. Lo que dice es que la novela es aburrida, o es difícil de leer, o no entiende bien las ideas. Y estará criticando tanto el lenguaje como el argumento, como la acción, en fin, todo junto. Una novela bien escrita, con un estilo pulido, con un lenguaje hermoso, con una narración fluida, con un argumento sólido, con unos personajes creíbles, con un mundo narrado verosímil y con un final adecuado, será del gusto del lector y la recomendará. Pero si la novela falla en alguno de esos elementos, posiblemente sea juzgada como mediocre o "apenas pasable" o incluso, como mala.

Con respecto a los finales, no me refiero al "y vivieron felices y comieron perdices". Los finales felices no son todos iguales y no siempre son así. Puedes construir una gran cantidad de finales felices diversos, que sólo serán útiles si son adecuados a la historia que los precede. Igual los tristes. Por mucho "juego" que pueda haber en un asesinato al final de una novela, por ejemplo, no será bien recibido si es incongruente con la historia.

Lo que yo critico es que muchos intelectuales y/o círculos críticos (no los lectores, ojo)establezcan o dejen implícita la idea de que una buena novela siempre debe terminar triste (mal) y que si termina "feliz" (bien) es una mala novela. Este postulado me parece desacertado, absurdo, prejuicioso, porque le dan más importancia a que haya un cierre X a que éste cierre sea lógico. A eso me refería.

¿Qué recuerda un lector al terminar el libro? Un final bien construido, te lo aseguro, sea feliz o triste, pero bien construido. Lo digo porque también soy lectora. :)

Gracias por pasarte de nuevo. :)

A.Moreno de Alborán dijo...

Me has convencido en lo respectivo a la primera parte de tu post. La verdad es que más de una vez he dejado una novela por lenta o demasiado rápida. Lo que sucede, debe ser, que nos es lo normal y por eso no me suelo dar cuenta cuando leo.

En cuanto a lo de los finales felices quizá sea así como dices. Pero construir un final feliz impactante, en mi opinión, es más difícil que en los finales tristes. Yo sinceramente, ahora que lo pienso, en la novela que estoy terminando de escribir he puesto un final intermedio. Impactante, inesperado, pero en el que mueren o se da un giro negativo que puede entusiasmar al lector (el personaje que parecía bueno es malvado, o algo parecido) y, al mismo tiempo, en el que los buenos ganar.

Siento todo el malentendido, de verdad. Llevo siguiendo este blog desde hace más de un año, pero no suelo comentar mucho.

Un saludo y suerte con tu vida de escrito, ojalá llegues alto.

Alvaro.

Laura dijo...

Hola, A.Moreno.
Pues ahora te sigo: ciertamente no hay nada más difícil que cerrar una historia de manera convincente. ¿Cómo dar con ese final maravilloso o impactante? ¡Púf! La pregunta del millón. Sólo podemos esperar que se ajuste a la historia y que resulte coherente con ella. Y que la propia historia nos haya salido tan bien que su final sobrevenga de manera fluida, sin contratiempos. Claro que sabemos que no siempre es así.

A mí no me disgustan los finales tristes o trágicos. De hecho, he leído muchas historias con finales terribles que me han gustado mucho y que aún recuerdo bien. Incluso he escrito historias con finales sombríos. A mí lo que me disgusta es un final incoherente. Los finales abiertos o sorpresivos como el que describes también pueden ser muy gustados. Todo está en la pericia que usamos para desarrollarlos.

Gracias por volver y charlar. Eres bienvenido por aquí cuantas veces lo desees. Has sido de los pocos que ha planteado un debate en cuanto al tema del que he hablado y me ha resultado muy "retroalimenticio". Saludos :)