21 de agosto de 2009

Problemas para revisar tu propia obra

Hace un tiempo, The Red Room, un sitio de reunión de escritores (mayoritariamente norteamericanos), lanzó una pregunta para el tópico de la semana, que sería contestada por cada escritor que lo deseara en su blog dentro del sitio. La pregunta se refería a los "malos pasos" dados por ellos en la publicación de su primer libro, y que ellos querrían corregir si pudieran regresar en el tiempo. De entre una serie de entradas muy agradables (muchos contestaron), me llamó la atención una que se refería a la dificultad de hallar un buen lector corrector, ajeno a la editorial o al agente.

La entrada me llamó la atención por la sencilla razón de que yo me he hecho esa pregunta muchas veces, dado que resulta titánico extrapolarte de tu propia obra para revisarla con verdadera objetividad.

Obviamente, no pienso en ningún momento en buscar a alguien que me sustituya en mi proceso de revisión. Creo que ese momento de relectura es imprescindible para los autores mismos. Cuando escribo un texto no tengo la disposición mental igual que cuando lo leo. Son instantes distintos, con sus propios procesos mentales. Mientras escribo estoy cumpliendo con los dictados de mi mente que suele ir más deprisa y por delante que mis pobres dedos, los cuales apenas dan abasto con la idea completa. Mientras escribo, estoy inmersa en el acto creativo, dando forma a las palabras, intentando plasmar en el papel lo que he imaginado y he "visto" con mi mente.

Al leer, es diferente. El texto ya está ahí, se ha separado de mis ansias creativas, y puedo entonces enfrentarme al resultado como un todo. Por eso es tan importante dejar pasar el tiempo entre la escritura y la lectura, para que el texto se asiente -frente a mis ojos- como una experiencia independiente de mi instante de creación. Si he dejado pasar los días o las semanas, y leo un texto que he escrito con la frialdad y la calma que me ha proporcionado ese periodo de "descanso", seré capaz de advertir los errores y las incongruencias, las faltas de coherencia y hasta los vacíos. Ya no soy "el escritor", sino "el lector".

Sin embargo, he notado que aunque mis revisiones son más frías que mis momentos creativos, jamás se comparan con la lectura de alguien completamente ajeno al texto. Ese lector que se enfrenta al texto sin conocerlo de antemano, que lo lee sin prejuicios, sin deseos de corregir sino sólo de disfrutar, es el mejor juez, el más implacable y el más objetivo. Lo he visto. Muchas veces he revisado un texto, lo he vuelto a revisar, lo he corregido y pulido. Y luego he tenido la suerte de que alguien más lo lea y ¡encuentra errores que jamás advertí antes! ¿Qué es?, me pregunto, ¿será que lo conozco tanto que más que leer, adivino?

Y entonces llego a preguntarme cómo conseguir un lector corrector para mis obras, que no sea la editorial ni el agente (quienes deberían recibir un texto final ya pulido). Cuando se trata de una historia corta, puede ser fácil. Pero cuando se trata de una novela, ¡madre mía! No puede ser tampoco cualquiera, ni en historias cortas ni en largas. Lo ideal sería alguien a quien le guste leer, que ha leído muchos libros similares (novelas, cuentos, poemarios, etc.) y que por tanto, ha tenido la oportunidad de formarse un criterio como lector. Y si es aficionado al género que has escogido, todavía mejor (aunque tal vez no fanático, pues tiene sus inconvenientes).

¿Dónde hallarlo? Es difícil. Algunos escritores cuentan con sus parejas, otros con algunos familiares y los más con amigos. No es muy amplio el panorama. Pero es lo que hay. Un lector profesional puede ser costoso (aunque si no queda remedio y confías en él, supongo que valdría considerarlo), y suelen trabajar para las editoriales, pero te gana en objetividad. A veces los familiares desean ser tan asertivos que olvidan el necesarísimo punto de la imparcialidad. O a veces no le prestan atención o no le conceden la debida importancia. Pero no todos los escritores (yo diría que la mayoría) se encuentran en posición de pagar dicho servicio.

Así que, así está la situación. Si se tiene la dicha de encontrar un lector corrector antes de iniciar el proceso con un agente o una editorial, las posibilidades de que el escrito resulte bien pulido aumentan, y aumentarán también las posibilidades de que sea aceptado y colocado. Casi como una cuestión "estadística", lo que convierte su búsqueda en un paso al que deberíamos prestar mucha atención...

6 comentarios:

Unknown dijo...

Tienes toda la razón, encontrar un lector objetivo entre los familiares es muy dificil, pues suelen decir lo que quieres escuchar. Yo he corregido mi novela un millar de veces (y puede que no exagere)y aún tendré que corregirla otro tanto. Puede que incluso me de por vencida.
Me gusta tu blog, si no te importa pondré un enlace en el mio.
Un abrazo.

Laura dijo...

Hola, Mjesus: Cualquier cosa menos darte por vencida. :) Eso no. Al final, si no encontramos el lector adecuado, tiene uno que armarse de valor y tratar de mirar la obra con espíritu crítico.
Gracias por tus palabras. Iré a visitarte. :)

Susana Torres dijo...

Hola, Laura.
A mí este tema, la revisión de la propia obra, en su día también me trajo de cabeza. Y es que hay cosas, a veces pequeñas, que se nos pasan por alto.
Yo encontré una buena solución intercambiando mis obras con escritores amigos, ya que además de conseguir un corrector que me señalase los fallos, aprendí de los errores ajenos (que en ocasiones también eran los míos).
Dejarlo en manos de familiares me parece la solución menos objetiva.

Me encanta tu blog, si te parece lo enlazaré al mío.

Un saludo.

Laura dijo...

Hola, Susana
Pues tu solución me parece magnífica. En el supuesto, claro, de que logres un "acuerdo" con escritores amigos con los que intercambies tus manuscritos sin problemas. En mi último libro de A través del Portal, un amigo escritor tuvo la gentileza de leerlo y señalar errores que yo había pasado por alto y creo que su ayuda mejoró el libro. :)
Por cierto, yo también enlazaré tu blog. Y el de Mjesus. ¡saludos!

Teobaldo Mercado dijo...

Es cierto que cuesta; pero gracias a Internet se pueden encontrar a personas muy capaces y asertivas al momento de efectuar una crítica. No se trata de escoger el primero que uno conozca, sino de aquellos que han demostrado una adecuada capacidad de ver los errores. Participar en ciertos foros de creatividad literaria como Tierra de Leyendas ayuda bastante. De allí he obtenido un par de buenos lectores y con uno de ellos en estos momentos hemos intercambiado novelas para efectuar los respectivos comentarios.

Pero creo que también hay que considerar otro punto muy simple: no se le puede hacer caso a todos, pues la variedad de opiniones en ciertos momentos es tan dispar que solamente lo confunden más a uno. Debemos encontrar el punto medio, el preciso, aunque de todas maneras siempre será una verdadera Caja Negra el criterio de las editoriales para seleccionar una obra.

Saludos desde Chile.

Laura dijo...

¡Hola, Teobaldo! Hacía tiempo no te leía :)
Pues, sí, la Internet ha favorecido los contactos entre escritores. De hecho, ha permitido que muchos escritores pudieran ver la luz, darse a conocer y procurarse información valiosa acerca del mundo editorial y de los procesos de publicación.
Claro que lo dices también es cierto: nadie puede asegurarte con qué criterio te leerá el editor, pero al menos, si cuentas con herramientas adicionales -como un buen y confiable lector corrector- las posibilidades de cerrar contrato con una editorial se incrementarán. :)